582 muertes de más en comparación con el peor año de todos los registrados antes de la pandemia. O, lo que es lo mismo, un 8,3% más que en 2018. Incluso si descontamos las 542 personas que fallecieron a causa del covid, la cifra seguiría por encima de cualquier año prepandémico. Así de crudas son las cifras de mortalidad en Gipuzkoa un año después de la convulsión que supuso el covid-19 en 2020, un año de récord en el que 7.738 guipuzcoanos dijeron adiós definitivamente.
El pasado 2021, ya conviviendo de forma naturalizada con el virus, la cifra de fallecidos se ha reducido poquísimo, un exiguo 1,5%, hasta las 7.617 personas. Los datos de nuestro territorio son los peores dentro de Euskadi (4,8% de reducción de fallecimientos) en este sentido. En el peor año prepandémico (2018), murieron en Gipuzkoa 7.035 personas y en 2016, 7.006. Nunca antes se había llegado a las 7.000. Una cifra que ahora superamos con creces. Pero es que los números registrados en los primeros seis meses de este 2022 llevan ritmo de récord.
En números redondos, en la primera década de este siglo, en Gipuzkoa y Euskadi fallecían de forma sistemática nueve de cada 1.000 habitantes al año. Una cifra que fue subiendo paulatinamente y se instaló más cerca de los diez a lo largo la década de los 2010, hasta la pandemia; pues bien, ahora ya va camino de las once personas (10.6 en Gipuzkoa) por cada 1.000 habitantes. En resumen, en un municipio de 10.000 vecinos, donde hace quince años morían 90 personas anualmente, hoy fallecen más de 106 de media. Los números son tozudos. ¿Qué está pasando? ¿Tenemos que acostumbrarnos a una mayor mortalidad?, ¿es el covid?, ¿es el cada vez mayor envejecimiento de nuestra sociedad?, ¿o son varias y distintas las causas?
Gipuzkoa ha sido un poco diferente al resto de Euskadi en 2021. Los datos definitivos los dio a conocer el Gobierno Vasco la semana pasada. Los tumores, que venían siendo la principal causa de muerte desde hace quince años, se vieron superadoas nuevamente por las enfermedades circulatorias, que engloban a las patologías cardiacas y los accidentes cerebrovasculares. Gipuzkoa es la excepción. El único territorio vasco donde el cáncer no ha dominado. Venía haciéndolo en los últimos quince años. El covid ha tenido nuevamente un peso relevante: en 2019, antes de la pandemia, los tumores mataron en Euskadi a un total de 6.309 personas; en el fatídico 2020, las muertes atribuidas al covid fueron 3.064; y un año después, en 2021, ya con el virus naturalizado, han sido 1.682.
Si restamos esta cantidad de muertos por covid a los 23.073 fallecidos en Euskadi, nos pondríamos de nuevo en la horquilla prepandémica, en torno a los 21.400 fallecidos. En consecuencia, el exceso de mortalidad provocado por el covid parece claro.
Euskadi llevaba varios años instalado por encima de los 21.000 fallecimientos anuales, con una horquilla muy estrecha de apenas 500 personas entre 2015 y 2019. La peor noticia no son los 24.247 muertos de 2020, con cifras trágicas en los primeros meses de pandemia, cuando no se sabía tratar con la efectividad de hoy. Sino los 23.073 de 2021, que son un 6% más que el peor año antes de la pandemia en Euskadi. Aún así, más de la mitad de los vascos fallecen por tumores y problemas circulatorios.
Cambia el mapa en 20 años
Lejos quedan los años en los que en Gipuzkoa morían entre 5.800 y 6.200 personas al año, entre los años 2000 y 2005. Las cosas han cambiado desde entonces. No solo porque muere más gente, sin duda relacionado con el envejecimiento de la sociedad, sino también porque morimos de forma algo diferente.
Las enfermedades infecciosas, entre las que se han incluido el covid a efectos estadísticos, han saltado al podio de la causa de las muertes prematuras, y se sitúan en tercer lugar, desbancando a las enfermedades respiratorias, que también son superadas por las enfermedades mentales y del sistema nervioso. Por su parte, los problemas del corazón se han controlado más en la población masculina, lo que ha hecho que dominen los cánceres. El de pulmón, en Gipuzkoa, es el más dañino.
Si nos atenemos a enfermedades específicas, el covid en 2021 fue la principal causa de muerte entre los varones, desbancando a un clásico como el cáncer de tráquea, bronquios y pulmón, que va en el mismo lote. Y entre las mujeres, que siguen muriendo principalmente de ancianas, con trastornos propios de la senilidad y otras afecciones similares, el bicho de nuestras lamentaciones se coloca en segundo lugar, empatado con los accidentes cerebrovasculares. Un 7% de las mujeres vascas fallecidas en 2021 lo hicieron a causa del covid.
En el año 2000, la película era algo distinta. El 32,3% de la población fallecía por problemas del aparato circulatorio, el 29,5% por tumores y el 10,8% por afecciones del aparato respiratorio. Los infartos entonces eran mucho más frecuentes en hombres. El 10,3% de los varones mueren por una cardiopatía isquémica, y un 7,9% lo hacía por un tumor maligno de tráquea, bronquios o pulmón, daño que progresivamente se ha ido convirtiendo en la principal causa específica de muerte en los hombres hasta la irrupción del covid.
¿Pero hay que asumir que cada año fallezcan 1.500 personas más de lo habitual en toda la CAV, y que en Gipuzkoa mueran 600 más al año? Los tumores son los que más hombres matan, con diferencia. Más del 32% de las muertes de varones son por tumores. Y se llegó a alcanzar el 37% hace diez años. Sin duda, la mejora de los tratamientos y la detección precoz en muchos casos han sido determinantes en este aspecto.
Y las mujeres fallecen principalmente por enfermedades circulatorias, un paquete que engloba desde infartos, a ictus, y otras muchas deficiencias cardiacas. Y es porque llegan a muy avanzadas edades en las que su corazón finalmente colapsa.
¿Pero cuáles son las enfermedades que más acortan nuestra vida? Aquí habría que introducir un término que las estadísticas denominan “pérdida de años potenciales de vida”. Es decir, un infarto a los 90 mata, pero no reduce significativamente la vida. Las enfermedades que siegan vidas de forma prematura son las que más indicen en este capítulo y varían entre hombres y mujeres.
En las mujeres guipuzcoanas destacan el tumor maligno de mama y en segundo lugar el tumor maligno de tráquea, bronquios y pulmón; ambos con bastante diferencia sobre el resto; les siguen en orden de frecuencia en Gipuzkoa el tumor de encéfalo, el covid, las enfermedades cerebrovasculares y el tumor maligno de ovario.
En hombres, en Gipuzkoa, por el contrario, la mayor mortalidad prematura se debe al tumor maligno de tráquea, bronquios y pulmón; seguido de cerca por el suicidio y las autolesiones y la cardiopatía isquémica, los tres en una horquilla mínima; y en cuarto lugar, ya más distanciado, el covid.
69 recién nacidos en un año
Sí hay, si nos atenemos a los grupos de edad, una pauta que se mantiene a lo largo de los últimos años, si eliminamos el covid. Entre los recién nacidos (antes de cumplir un año), se pierden en Euskadi entre 50 y 60 vidas al año de forma regular (este año 69 en Euskadi y 23 en Gipuzkoa) y las causas que se imponen son las enfermedades perinatales y las anomalías congénitas. Hasta la adolescencia, de uno a catorce años, la principal causa de muerte son los tumores. Más tarde, de jóvenes, afloran sobre todo las causas externas, accidentes y otras desgracias, especialmente entre los varones.
A mediana edad, los tumores cobran más peso y siguen dominando entre los hombres hasta los 90, pero en la edad más avanzada, lo que predominan claramente son las muertes por enfermedades del sistema circulatorio, que es la principal causa de muerte en las mujeres; en concreto, los accidentes cerebrovasculares principalmente en mujeres y las cardiopatías isquémicas (incluye el infarto de miorcardio), en hombres.
Aunque aún hoy, la mayoría de las personas, un 9,6% de la población guipuzcoana, muere por trastornos asociados a la senilidad y otras cuestiones sin determinar también ligadas a la avanzada edad; mientras que la esperanza de vida al nacer ha experimentado una notable subida en las últimas dos décadas. Era en el año 2000 de 75,9 para hombres y de 83,8 en mujeres. Y en 2019 se situaba en 80,9 y 86,7, respectivamente, cifras que apenas varían a día de hoy.