¿Cómo se prepara y empodera a la sociedad actual para un futuro incierto con una población envejecida y en la que habrá que hacer frente a retos y situaciones de manera diferente a como se ha hecho hasta ahora? Es uno de los problemas que más preocupa a los ciudadanos y al que ha tratado de dar respuesta GizarteLab en Legazpi, la primera localidad en la que se ha implementado este innovador proyecto.
“Queremos que Legazpi sea un lugar atractivo para personas de cualquier edad, en el que los jóvenes y mayores se relacionen entre sí, y recuperar el sentido de colectividad. Debemos buscar mecanismos que permitan unir a la población.”, señala Eric Gálvez, alcalde de Legazpi.
Desde 2022, el municipio cuenta con una comunidad de transición plenamente operativa que está organizando interesantes iniciativas. Tras embellecer la ciudad con multitud de flores de plástico, su próximo reto es poner a bailar a todos los vecinos de Legazpi en una batukada muy especial que se celebrará en el mes de octubre. La actividad está abierta a personas de cualquier edad. Para poder participar en la misma hay que acudir a los ensayos que tienen lugar todos los lunes. El objetivo es fomentar la inclusión y la participación de las personas mayores y sensibilizar a la población sobre las valiosas contribuciones que aporta este colectivo a la sociedad, especialmente a las nuevas generaciones.
“Hay gente que sabe muchas cosas por el mero hecho de haber vivido. Queremos reivindicar eso y poner en valor el aprendizaje experiencial con iniciativas como ésta”, apunta Koro Muro, directora técnica de GizarteLab.
EndREDatu
Irun, con cerca de 64.000 habitantes censados, se convirtió en mayo de 2023 en protagonista de GizarteLab al poner en marcha endREDatu, una actividad impulsada por Eusko Ikaskuntza en colaboración con el Instituto Plaiaundi, y con el apoyo de la Diputación Foral de Gipuzkoa y el Ayuntamiento, que busca dar respuesta a los principales problemas de la localidad.
Por un lado, está el tema de la edad. Irun es una ciudad con un fuerte músculo asociativo, pero algo mayor demográficamente. Más del 20 % de la población tiene más de 65 años y se espera que este porcentaje aumente en la próxima década. El envejecimiento hace que no haya relevo generacional en las asociaciones, lo que está poniendo en peligro el fuerte tejido social que permite que la vida en los barrios sea de una mejor calidad.
Por otra parte, se detectó que la participación de los migrantes en las diferentes asociaciones que existen en el municipio es prácticamente inexistente, un dato que llama poderosamente la atención si se tiene en cuenta que más del 15% de la población es inmigrante y más del 20% han nacido en otras provincias de España. La llegada de personas de otros países está provocando el efecto gueto en algunos barrios en los que se asientan.
En este contexto, se decidió llevar a cabo entre el 8 y el 25 de mayo del año pasado una serie de talleres en los que los participantes no solo compartieron experiencias y puntos de vista, sino que también descubrieron la importancia del tejido asociativo de Irún y las oportunidades que éste ofrece.
“En numerosas ocasiones, las personas migrantes no participan de la vida asociativa porque no saben que existen asociaciones que pueden ayudarles o a las que tienen mucho que aportar; en otras, su situación laboral o familiar les impide la conciliación necesaria para participar. La sociedad juega aquí un papel fundamental para conseguir que estas personas conozcan, puedan y quieran formar parte de las asociaciones locales o incluso crear otras nuevas”, apunta la directora técnica de Gizartelab.
Cuidado mutuo
En Mutiloa, un pequeño municipio de Gipuzkoa, sus habitantes valoran la calidad de vida y el entorno natural. Sin embargo, el pueblo se enfrenta a importantes retos como el envejecimiento de la población –el 19.3% de los habitantes tiene más de 65 años–, la soledad no deseada o la falta de determinados servicios como tiendas y una escuela. “Vivo aquí desde que nací y no echo nada en falta. El pueblo está bien situado, pero se necesita el coche. Si no lo tienes, es difícil vivir en Mutiloa”, afirma Salomé Olaetxea, concejala de la localidad y una de las participantes en GizarteLab.
A pesar de contar con apenas 250 personas, los habitantes de Mutiloa tienen un compromiso firme con el bienestar y el futuro del pueblo. Todos saben que en algún momento necesitarán la ayuda de sus vecinos. Por eso, apuestan por cuidarse unos a otros, construyendo una red de apoyo vecinal sólida, abierta e inclusiva. “Si somos pocos y nos conocemos casi todos, ¿por qué no lo vamos a intentar? El reto es bonito y merece la pena”, remarca Salomé.
En octubre de 2023, comenzó la primera fase del programa. A pesar del escepticismo inicial, el proyecto logró atraer a diez personas al equipo de trabajo, con una notable mayoría de mujeres. A través de diferentes talleres intensivos realizados en Euskera, los habitantes de Mutiloa abordaron temas esenciales como la percepción social, los prejuicios, y la creación de un ecosistema de cuidados mutuos.
La respuesta fue muy positiva: los participantes encontraron en estos encuentros un espacio seguro donde compartir ideas y construir relaciones más profundas con sus vecinos. “Hemos conectado muy bien los miembros del grupo. Hemos trabajado muy a gusto y hemos podido conocernos mejor. Ha sido muy ameno”, reconoce la concejala.
La actividad no acaba aquí. Mutiloa acogerá en octubre un concurso gastronómico en el que participarán equipos compuestos por tres personas de distintas generaciones. El jurado no valorará la calidad de los platos sino aspectos como la coordinación, el ambiente del equipo y la limpieza. Uno de los objetivos es cambiar la idea que los vecinos tienen del Centro Social, que es visto como un lugar para jubilados.