El diputado general de Álava, Ramiro González, ha destacado este martes "la tremenda repercusión" que tendrá para Álava, en concreto, y el País Vasco en general, el evento de salida de la próxima edición del Tour de Francia. La 'Gran Départ', la gran salida, no es simplemente el punto de inicio de la carrera ciclista. Requiere de una fuerte inversión, pero su repercusión e impacto económico en la zona es brutal.
Bilbao acogerá la salida y llegada de la primera etapa del Tour el 1 de julio de 2023. La ronda francesa arrancará su edición del próximo año desde el País Vasco con las tres primeras etapas sobre suelo euskaldun. La principal prueba ciclista a nivel mundial recalará en Álava en su segunda etapa al unir Vitoria con Donostia y la tercera etapa será desde Gipuzkoa a Baiona, en la antesala de la entrada de la prueba ciclista por territorio francés.
Oportunidad inmejorable
El diputado general de Álava ha señalado "la oportunidad inmejorable" que supone este evento deportivo para mostrar al mundo "lo que somos". "No hay otro deporte que tenga esa capacidad de trasladar la idiosincrasia de un país", ha comentado, ya que mostrará al planeta "nuestro patrimonio y cultura".
Ramiro González estuvo este fin de semana presente en París para recoger, junto al resto de instituciones vascas, el testigo de Copenhague de cara a albergar la próxima salida. En este sentido, ha comprobado en primera persona la gran repercusión mediática de la carrera ciclista "comparable con un campeonato del mundo de fútbol".
Esta tarde recogerá, junto con el alcalde de Vitoria, Gorka Urtaran, el trofeo que simboliza el "Gran Départ Pays Basque" del Tour de Francia 2023.
Euskadi, sede de grandes eventos
Para González, se trata de "una apuesta importante" para demostrar "la capacidad que tiene Euskadi para albergar eventos de gran nivel". Una oportunidad excepcional que, además de situar a Euskadi en el foco del deporte a nivel internacional con una exposición mediática a nivel mundial, supone un rotundo negocio con un impacto económico estimado que multiplica con creces la inversión realizada entre el impacto económico directo e indirecto.
El País Vasco desembolsa 12 millones de euros para acoger este evento. El Ejecutivo autonómico afronta el 75% del gasto total, unos 9 millones de euros, y los consistorios y diputaciones abonarán 760.000 euros cada uno para dejar un margen que haga frente a los impuestos añadidos. Una inversión pública que se recuperará con creces, gracias a la gran proyección del evento.