circuló ayer por whatsapp un vídeo en el que Adolfo Marañón y Pablo Recalde disertan brevemente de la versatilidad del futbolista, de la capacidad –o disposición– para adaptarse a cualquier puesto, sea en la defensa, centro del campo o delantera. La elección de ese fragmento, que forma parte de la serie Yo jugué en Osasuna, no es casual: ambos fueron los autores de los goles que habían propiciado la última victoria de los rojillos en Granada hace 63 años (1-2). Marañón y Recalde, criados en la cantera, hablan del fútbol de los años cincuenta, de otros conceptos en el manejo de la pelota en las transiciones, de otros sistemas, de extremos e interiores, métodos distintos aunque el objetivo sea el mismo hoy y entonces: jugar en equipo. También lo hacen de un fútbol menos mecanizado, que no buscaba la especialización en todos los puestos, sino conseguir el máximo rendimiento de plantillas cortas. Tampoco es que los entrenadores de la época se volvieran locos de un domingo a otro; de hecho, lo normal era que jugaran siempre con una alineación base que rara vez retocaban, además de estar expuestos a posibles lesiones que diezmaran al equipo cuando no podían realizarse sustituciones. Recalde pone la guinda a ese breve análisis cuando dice que para desplegar esa versatilidad le ayudó mucho el jugar con pelotas de trapo.
Digo que el vídeo difundido viene a cuento no solo por la coincidencia de sus protagonistas con un Granada-Osasuna, sino porque sirve para examinar la versatilidad de varios elementos de la actual plantilla de Osasuna en su carrera y en el encuentro de ayer. El caso más ejemplar es el de David García; anclado en la posición de pivote en el Promesas, pasó a eficiente central en el primer equipo y esta temporada estamos descubriendo a un consumado ariete. Cuatro goles no son un dato anecdótico, sino la constatación de que en ataque y defensa domina el espacio aéreo como pocos: ayer marcó rodeado de cuatro adversarios que solo aciertan a observar su salto y el giro de cuello. David García está en el escaparate y en los días que quedan para el cierre de mercado puede pasar cualquier cosa.
Pero hay más. Llamó la atención desde el inicio la posición de Chimy en banda derecha, más interior que extremo, subiendo y bajando. Demarcación inédita del argentino en Osasuna que mostró su faceta más laboriosa y menos egoísta, tapando siempre los espacios y sin perder el horizonte de la portería, disfrutando de una de las mejores oportunidades para marcar en un uno contra uno que sacó Maximiano.
No es todo. Juan Cruz llegó como lateral izquierdo y ha adquirido la titularidad como central. Ayer, otra vez rápido en el corte y valiente en los bloqueos. Y hay que ver con qué ímpetu y personalidad hablaba a sus compañeros en el corrillo previo al inicio del partido... Magnífico también el despliegue físico de Moncayola en su papel de todocampista; y el alma de extremo que le brota a Nacho Vidal cuando la velocidad y los compañeros le asisten.
Marañón y Recalde, en fin, tendrían sitio en este equipo que ayer realizó uno de los partidos más completos del año: solo concedió un remate y bombardeo sin dar tregua el marco del Granada. Victoria balsámica para todos: entrenador, jugadores y afición. Este sí es el camino. El triunfo de la versatilidad y, 63 años después, un tributo a las pelotas de trapo.