Donostia – La Real llevaba sin encajar un gol en Liga desde el pasado 15 de agosto, fecha en la que dio comienzo un nuevo campeonato. En concreto, desde el minuto 91 de ese duelo en el Camp Nou en el que tan mala imagen dejó. Desde entonces Remiro y sus compañeros habían echado el candado y ni Rayo ni Levante ni Cádiz ni Sevilla habían logrado encontrar la llave. 360 minutos con la puerta a cero con el de Cascante como titular indiscutible. Hasta ayer. Imanol apostó por primer vez por Mathew Ryan bajo palos y la felicidad del australiano solo duró ocho minutos, el tiempo que necesitó el Granada para perforar la portería defendida por el aussie.
No comenzaba de la mejor manera la andadura de Ryan como portero de la Real. De hecho, su camino desde que llegara a la capital guipuzcoana no ha sido un camino de rosas. Todo lo contrario, con lesión y artroscopia incluidas. Su debut en el presente campeonato llegó muy lejos de Donostia. Lo hizo defendiendo la portería de Australia en un partido clasificatorio para el Mundial de Catar. Allí es indiscutible. Pero su bautismo como txuri-urdin no llegó hasta el día de ayer, en un partido en el que se le vio un tanto nervioso. Haber encajado un gol tan pronto el día de su estreno seguro que no le ayudó. Solo habían pasado ocho minutos desde el pitido inicial y ya había tenido que recoger un balón de dentro de su portería. Un cabezazo de Germán golpeó en el hombro de Guevara antes de entrar dentro de la portería blanquiazul. Su cara de resignación era más que evidente, como el gesto de desaprobación desde el suelo, como queriendo decir: No he podido hacer nada. Sus posteriores acciones, como esa salida a los pies de Luis Suárez en la que el balón se le quedó atrás y solo pudo atraparlo a la segunda, hicieron que afloraran ciertos nervios.
Además, Ander Guevara parecía empeñado en gafarle el debut. En la segunda parte, un penalti cometido por el centrocampista de Gasteiz sobre Bacca hizo que Pizarro Gómez señalara el punto de penalti. Diego Alves, en una entrevista concedida a este periódico, a la hora de hablar de su excompañero del Valencia, destacaba su buen hacer bajo palos en las penas máximas. Ryan adivinó la intención de Milla, incluso llegó a tocar el balón, pero éste acabó dentro de su portería. El australiano se tapaba la cara con sus guantes. Había estado cerca. Quedaban 20 minutos. Tocaba sufrir. Más incluso tras el enésimo percance físico sufrido por la Real. En esta ocasión, Sorloth, con un tirón, tenía que abandonar el terreno de juego. El más difícil todavía. Todo hacía indicar que Ryan no iba a tener el debut deseado. Pero nada más lejos de la realidad. Había un compañero empeñado en hacer especial su primer partido defendiendo la portería de la Real. Y éste no fue otro que Aritz Elustondo, que al inicio de la segunda mitad ya le había proporcionado la primera alegría. No sería la última.
Celebración por todo lo alto
Faltaban siete minutos para el final del partido. Un pase interior de Aihen llegó a Merino, que se revolvió de la mejor manera para poner el balón en el centro del área. El despeje de Germán le llegó a Januzaj que, casi a bocajarro, disparó. Maximiano acertó a despejar, pero su rechace le llegó a Aritz que no perdonó. Otra vez con la derecha, como a la salida del córner botado por Mikel y que supuso el empate a uno. Otra mirada al cielo buscando a su aita, dedicándoselo con otro beso. Todos sus compañeros corrieron a abrazarse con el beasaindarra. Pero el que más metros realizó de todos fue Mathew Ryan, que saltó por encima del resto, como queriendo arropar al grupo, y darle las gracias especialmente a Aritz Elustondo, que convirtió en especial su primer día bajo los palos de la Real Sociedad.