Los niños y niñas volvieron a demostrar que están hechos de otra pasta. Ni el calor ni el sol pudieron evitar que tomaran las calles de Pamplona y se convirtieran en los protagonistas de los Sanfermines. Decenas de familias formaban una larga cola de alrededor de una hora de espera para saludar al Santo en la carpa en frente de la iglesia de San Lorenzo. En esa cola se encontraban abuelos, padres, nietos, primos, todos juntos esperando su turno. Mientras los adultos y mayores se abanicaban y buscaban la sombra, los tixkis seguían jugando y corriendo por la calle ignorando las temperaturas superiores a treinta grados.
En esa cola se encontraba por ejemplo Ainara, una pamplonesa de cinco años que se acercó a la ofrenda con su abuela. “Es una tradición muy bonita, venimos todos los años”, afirmó su abuela mientras su nieta calculaba con la cabeza cuánta gente quedaba por delante. Como Irene, son muchos los txikis que acuden para “pedir por sus papás y mamás”.
Es el caso también de Beatriz, Lucía y Paula, de nueve, siete y tres años respectivamente que sostenían unos pequeños ramos de flores. Su madre contó que era el primer año que acudían ya que “otros años nos solíamos ir a la playa, pero este hemos decidido quedarnos y les está gustando mucho”. Las tres niñas confirmaron las palabras de su madre y añadieron que “las fiestas son muy divertidas, tenemos ganas de ver los fuegos”. La más pequeña se emocionó cuando llegó la comparsa para amenizar la espera. Se levantó en los brazos de su madre queriendo acercarse y confesó que su favorito es Toko-Toko, el rey americano.
No todos los txikis son tan seguidores de la comparsa, como Aimar, de 6 años, a quien los gigantes sí que le gustan, “pero los kilikis no porque pegan muy fuerte”. Reconoció también que alguna vez ha tenido que correr para escapar de algún que otro kiliki. Irene, de 5 años, también se encontraba en el zigzag que era la cola de espera pero en un sitio a salvo de cualquier visita de los kilikis ya que “Caravinagre da mucho miedo. Sin embargo, a hombros de su abuelo no le podía pasar nada, así que estaba más tranquila. Su abuelo no podía ocultar la felicidad al contar que “es el primer año que puedo venir, los anteriores he tenido que trabajar. Ellos venían todos los años y me hace mucha ilusión poder unirme”. Y es que este acto es algo de familia, los txikis disfrutan mucho más cuando pueden ir acompañados de la gente a la que quieren. Eneko, de 7 años, explicó que disfruta “mucho más cuando vengo con mis abuelos porque me gusta mucho ver a San Fermín y me lo paso bien”.
Hay quien acude de manera fiel a la ofrenda año tras años y lleva flores como Irene o le da un beso al santo como Aimar. También quien lo vive por primera vez con muchas ganas como Beatriz y Lucía y quien se centra en otras cosas como Paula, concentrada en la comparsa. Sea del modo que sea, San Fermín acoge a todos y todas para que los txikis también sean portagonistas y disfruten de las fiestas de su ciudad.
Danzas txikis bajo el sol
Como parte de la programación para los más pequeños, ayer a la mañana, la Plaza del Castillo acogió a todos los grupos de dantza de Pamplona. A las 12.30 de la mañana y sin una nube en el cielo, niños y niñas celebraron los Sanfermines en Dantzari Txiki Eguna. Varias participantes del grupo Muthiko - Bernat Etxebare. de entre 6 y 8 años, admitieron que “hace muchísimo calor, estamos todos sudados”. Para contrarrestar a las temperaturas los familiares acudieron con abanicos, gorras, paraguas e incluso sprays para rociar agua a los txikis en los descansos entre baile y baile.
Algunas como Nahia, June o Amaiur, confesaron que “estamos muy nerviosas, nos da vergüenza si fallamos algo”. Algo que “es complicado que pase porque hemos ensayado mucho”.Su profesor, Iñigo Pimoulier, coincidió con sus alumnas y explicó que “entre los días de las peñas y celebraciones que organizamos los grupos bailan un montón”. “Este día es muy bonito, nos juntamos todos los grupos de dantza para que los txikis disfruten”, explicó.
Menudas fiestas
En el Día de los txikis, se llenó la Plaza de la Libertad de niños y niñas con ganas de jugar y fiesta. El recinto cuenta con hinchables, carreras, espectáculos, pintacaras, camas elásticas y muchos más opciones más para que disfruten los txikis.
Lucía tiene 6 años y es su “sitio favorito de Pamplona”. Su padre explica que ya fueron el año pasado y “le gustó un montón, es donde más disfruta”. Esta zona está abierta todos los días de San Fermín tanto a la mañana como a la tarde y los hay quienes son muy fieles. Es el caso de Unai, de 8 años, que acude casi todos los días. “Intento venir mucho, aunque no me dejan siempre. Vengo con mis amigos y me lo paso muy bine”, explicó.
Debido al calor, uno de los juegos más deseados eran las barcas de agua aunque, como los txikis están hechos de otra pasta, nada les impedía subirse a una cama elástica al sol, como si intentaran alcanzarlo.