No estaba siendo una noche fácil. El Buesa Arena, inflamado durante muchos minutos y que dedicó una sonora pitada a los suyos de camino a los vestuarios en el intermedio tras el diáfano dominio del Río Breogán, estaba un día más angustiado y preso del pánico. Sus ojos estaban presenciando por enésima vez un Baskonia cansado, discontinuo y tibio en labores defensivas. Sin embargo, la afición y el equipo revivieron en el epílogo gracias a la mordiente del héroe más inesperado posible.
Granger, cuyo concurso antes del salto inicial estaba en el aire debido a las molestias en un dedo del pie que le están martirizando desde hace semanas y cuya primera entrada en pista no había deparado grandes dividendos, alzó la voz en el momento decisivo.
El exterior uruguayo ingresó en pista en el cuarto final tras la tercera falta de un errático Baldwin. En ese momento, el Baskonia perdía por 66-67 y no irradiaba buenas vibraciones en una velada donde su balance defensivo estaba dejando mucho que desear, los pívots de Mrsic (Mahalbasic y Jankovic) campaban a sus anchas y Musa justificaba la buena fama que le precede desde el inicio del ejercicio.
Si bien en uno de sus primeros ataques se quedó muy corto en un lanzamiento exterior, no tardaría Granger en calentar su muñeca, ganar confianza y guiar a los suyos hacia una victoria imprescindible en la ardua carrera hacia el play off por el título. El charrúa fue decisivo en primera instancia con su precisión exterior. Primero deshizo el empate a 74 con un triple repleto de personalidad y más tarde elevó la renta azulgrana a cinco puntos (81-76) con otra suspensión que hubiese valido tres puntos de no ser porque la uña de su pie estaba sobre la línea.
Al margen de la eficacia de su muñeca, Granger también aportó las imprescindibles dosis de criterio al frente del timón y supo poner el balón en el lugar exacto. El charrúa descifró a la perfección la defensa del Río Breogán con una inmejorable lectura en el bloqueo y continuación, algo que permitió a Costello ir al tiro libre tras recibir faltas de sus rivales. En definitiva, un baño de autoestima para un jugador que se había perdido los últimos compromisos del Baskonia dejando a Spahija sin una rotación básica para la cuerda exterior ante su consabida facilidad para alternar las posiciones de uno y dos.En poco más de doce minutos, Granger firmó una estadística de lo más aseada con 8 puntos, 5 asistencias y solo dos tiros de campo errados. Con él en pista, el Baskonia mostró unas hechuras más sólidas a nivel colectivo que con Baldwin y así lo acreditó el +/- de cada uno.
Spahija agradeció al máximo el regreso de una pieza que, además de desahogar la escuálida posición de base –el experimento con Marinkovic no funcionó en esta ocasión y Kurucs estuvo más desplazado al dos–, tiene amenaza exterior.