El segundo fin de semana de octubre se celebró el primer mundial de gravel. Fue todo un acontecimiento. La presentación en sociedad de la especialidad, a mitad de camino entre las pruebas de carretera y montaña, reunió en la ciudad italiana de Veneto a grandes figuras del ciclismo: Peter Sagan, Alexey Lutsenko, Magnus Cort, Miguel Ángel López, Daniel Oss, Zdenek Stybar y Greg van Avermaet fueron algunos de los participantes más conocidos.
La carrera ciclista se disputó el pasado domingo 9 entre una gran expectación. Partía con el neerlandés Mathieu van der Poel como máximo candidato al maillot arcoíris, el símbolo que distingue al ganador desde su victoria hasta que el año siguiente se celebra una nueva edición del campeonato. Finalmente, el belga Gianni Vermeersch resultó vencedor de la prueba tras una fructífera escapada de casi 150 kilómetros que pilló por sorpresa al pelotón. La jugada maestra surtió efecto. En la categoría femenina, celebrada un día antes, la victoria fue a parar a la gran favorita, la ciclista francesa Pauline Ferrand-Prevot.
¿De qué hablamos exactamente cuando hablamos del gravel? ¿Es una ocurrencia? ¿Una moda pasajera? Para empezar, se trata de una modalidad híbrida: el cuadro de las bicicletas es similar al de las carreteras, y, a su vez, las ruedas están adaptadas para circular por pistas de tierra. Es lo que el lezotarra Ibon Zugasti Arrese, campeón del mundo en la categoría master 50, denomina como "un movimiento" o "una manera de ir en bicicleta" en declaraciones al periódico deportivo AS. Zugasti es una voz autorizada: ganó la última prueba de la UCI Gravel World Series, la Ranxo Gravel de Lleida en su categoría.
Sobre si el gravel se consolidará como una disciplina más, al corredor que debutó como profesional de carretera con 39 años en el Tour de San Luis de 2012, no le cabe la menor duda. "En Estados Unidos empezaron a meter las bicis de carretera por fuera de asfalto por pista y las acabaron adaptando. Es el tipo de bici más polivalente y a nivel popular va a triunfar. Tienes la sensación de la carretera, pero alejado de los coches". Su modelo fue una Orbea Terra M20i Team personalizada para la cita, optando por componentes específicos gravel.
Trazado diverso
El también influencer guipuzcoano cuenta con 297.000 suscriptores en su cuenta de Youtube y es una de las voces más escuchadas de la comunidad ciclista. A su juicio, esta modalidad es "como una clásica de carretera, de larga distancia, pero combinando asfalto con tramos de gravilla, adoquín, césped... Además, el recorrido de las carreras no está marcado. Sigues el 'track' en tu ciclocomputador que te da el organizador y si te pierdes, te aguantas".
El primer Mundial del gravel, no obstante, estuvo marcado por la polémica: muchos criticaron el trazado por asemejarse demasiado a una prueba en carretera y carecer de pistas montañosas. "Por la ubicación de la competición, se ven favorecidos los que vienen de la carretera, porque no hay nada de complicación. En 100 kilómetros solo hay 120 metros de desnivel acumulado", tal y como detalló Zugasti.
Facturación récord
El auge del gravel se produce en una época de bonanza para el sector de la industria de la bicicleta. Según el informe publicado anualmente por la Asociación de Marcas y Bicicletas de España (AMBE), se facturaron en 2021 un total de 2.887 millones de euros, un 10,8% más que el año anterior, una cifra récord que podría haber sido bastante mayor de no ser por los problemas de abastecimiento padecidos durante la pandemia. En el Estado se despacharon más de 1,5 millones de bicicletas (1,571 millones de unidades). A la cabeza de las ventas de unidades destacan especialmente las de gravel (+51,2%) y, en segundo lugar, a mucha distancia, las eléctricas (+5,3%).
Las bicis todoterreno gravel, que se adaptan a todas las rutas, están copando los servicios de alquiler de bicicletas. El boom de estos modelos contrasta con la drástica bajada de las bicicletas urbanas (-12%). Sus posibilidades son bastante limitadas y las bicis de paseo dan muy poco juego fuera de nuestros pueblos y ciudades. En todo caso, son buenos tiempos para el sector y más aún en un lugar donde reina un ambiente de gala alrededor del ciclismo. Las instituciones vascas se han puesto las pilas los últimos años. Solo en Donostia, se contabilizan un total de 60.000 metros de "superficie transitable" entre carriles bici, aceras bici o zonas de coexistencia peatonal.
Los primeros bidegorris fueron construidos en la capital guipuzcoana en 1985. El impulso en aquellos años 80 y 90 fue muy importante para la expansión de un trazado ciclista ralentizado en los últimos tiempos. En todo caso, entre 2016 y 2020 se le han sumado más de 7.000 metros a la espera de ampliar las conexiones de los barrios bajos con los altos.