Si el análisis del cierre de persianas durante la pandemia se hace por barrios, Gros y el Centro son los que salen peor parados.
El barrio de Gros suma casi el 45% de la pérdida total registrada en la ciudad, siendo los sectores de moda, calzado y complementos, junto al de equipamiento del hogar, los que mayor número de clausuras registraron, un 65,5%.
En el Centro el patrón de comportamiento fue similar al del Gros y los sectores más afectados fueron los mismos, que sumaron el 96% de la pérdida en este barrio.
Que la afección de la pandemia en los comercios de estos dos barrios fuera tan alta se explica, en gran medida, porque en los mismos se ubican más de la mitad de los establecimientos comerciales de la ciudad.
Pero el efecto de las medidas restrictivas y de los cambios de hábitos en las compras también se dejó notar, y mucho, en otros barrios de la ciudad.
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Así, El Antiguo contabilizó una pérdida neta del 8% de establecimientos y Altza, del 7%. Pero en este caso el patrón de comportamiento en ambos barrios es muy diferente. Mientras que en El Antiguo el descenso se constata en todas las ramas de actividad, en Altza es mucho más evidente en los subsectores de alimentación y moda, calzado y complementos.
En el otro plato de la balanza, los barrios que comercialmente menos han sufrido los últimos dos años, son Aiete, Añorga, Intxaurrondo, Egia, Ibaeta, Martutene y Miracruz-Bidebieta, donde el consumo en barrio se mantiene. Es más, en algunos casos, como Aiete, Ibaeta, Intxaurrondo y Miracruz-Bidebieta, la situación mejora levemente y ganan nuevos establecimientos.
En la actualidad, la densidad comercial por barrios de Donostia es la siguiente: Centro y Parte Vieja lideran el ranking con 46-50 comercios por 1.000 habitantes, Gros suma 21 comercios por cada 1.000 habitantes, Amara y El Antiguo, 11 comercios por 1.000 habitantes, e Intxaurrondo y Egia,cuentan con una densidad de entre 5 y 7 comercios por la misma proporción de habitantes.
El descenso del número de comercios registrado con motivo de la pandemia se puede explicar, en parte, por la imposibilidad, algunos meses, y el miedo, en otros, para salir de casa a hacer las compras, lo que ha disparado el comercio online, intensificando una tendencia que ya existía previamente.
Pero a su vez, y de forma paralela, las limitaciones en la movilidad también han contribuido a que los consumidores aprendan a valorar más el comercio de proximidad, "no solo como espacio de compra, sino como agente de calidad de vida en el hábitat urbano".
Esta situación "disruptiva" asoma al sector comercial a un nuevo escenario que, según el análisis realizado por Fomento, perfila un sector "más pequeño en términos de número de establecimientos, pero previsiblemente de empresas más robustas, competitivas y atractivas; un consumo distinto, más alineado con los nuevos valores sociales; y unas políticas de apoyo progresivamente más afinadas y eficaces".