Donostia – Alberto Núñez Feijóo escogió mal día para reivindicar “la política de la palabra” en un acto para presentar sus propuestas en materia de cultura donde recalcó que “sin palabra no hay política”. A poco más de 300 kilómetros, la distancia entre Madrid y Mérida, su líder en Extremadura, María Guardiola, dejaba en evidencia todos sus principios y, de paso, los de su partido. Apenas diez días después de rechazar cualquier pacto con Vox para conformar un gobierno y barruntarse la repetición electoral, el PP abrió la puerta a la ultraderecha con un acuerdo que propicia que la formación de Santiago Abascal gestione la Consejería de Gestión Forestal y Mundo Rural –que asumirá las competencias de control de incendios, patrimonio natural, caza, pesca y toros–, así como la cesión del senador autonómico que corresponde a los populares. Peor fue la excusa en la que se apoyó la próxima presidenta de la Junta extremeña: “Mi palabra no es tan importante como el futuro de los extremeños”.
Después llegaron los malabarismos desde Génova para justificar el consenso y el giro de guion en tan efímero intervalo de tiempo, un volantazo que confirma que allá donde puedan, y en la antesala de las generales, PP y Vox unirían sus fuerzas. Para colmo, la propia Guardiola, hierática y con gesto serio, contradijo al portavoz de campaña del PP, Borja Sémper, quien, antes de que ella compareciera, había afirmado que el documento de esta alianza recogía “de manera expresa la violencia machista”. Falso. Como admitió la propia lideresa, en los puntos programáticos se incluye la “violencia contra la mujer”. “La violencia machista no aparece en el acuerdo, lo que aparece es el rechazo a cualquier discurso machista”, se sinceró, si es que esta cualidad, la de la sinceridad, puede reposar aún en sus espaldas.
Todo el marco mental ultra
Entre las 60 medidas acordadas se halla todo el marco mental de la extrema derecha: la supresión de la ley extremeña de memoria democrática, la derogación de organismos “innecesarios” que no justifiquen un “bien general”, una revisión de las políticas de subvenciones para acabar con el “despilfarro ideológico”, además de una “considerable” reducción de las subvenciones a patronal y sindicatos. También se habla de eliminar trabas en materia climática, la “neutralidad ideológica” de la enseñanza y de decisiones para el fomento de la natalidad. El pacto, que omite la gestión de la inmigración, contempla que en los presupuestos generales de la comunidad se blinden las partidas que garanticen el efectivo cumplimiento de todo lo suscrito y la creación de un órgano de control y seguimiento presidido por el consejero designado por Vox, que ejercerá de guardián de sus esencias. “Para mí es un paso doloroso”, soltó Guardiola sin ruborizarse a sabiendas de su contradictoria conducta y de incumplir todo lo aseverado, pero lo hace “por responsabilidad”. “Es preferible que me frustre yo a que se frustre el futuro de los extremeños”, agregó en un discurso que traspasó el sonrojo pese a entender ella que sus principios “siguen intactos”. Es más, precisó que se planteó la posibilidad de abandonar, aunque nunca presentó su dimisión, pero que desistió de esa opción porque hubiera sido “una salida muy fácil para quienes quieren que todo siga igual”. “Hemos apartado todo aquello que nos separa y hemos buscado lo que nos une”, dijo respecto a su entente con Vox, que desató la furia de toda la izquierda.
Desde Génova, Sémper jugó con el diccionario insistiendo en que “no hay cesiones ideológicas”, que lo trascendente era tener “un gobierno estable sólido y cambio después de décadas de socialismo”, tras apartar de la presidencia a Guillermo Fernández Vara, que el 28-M fue la lista más votada. La realidad dejó tiritando el alegato del portavoz popular. En el documento, dentro del apartado dedicado a Políticas sociales, familia y vivienda, el punto 46, reza: “Defenderemos los derechos de las familias. Trabajaremos para erradicar de nuestra comunidad los discursos machistas, ya sean en el ámbito civil o religioso, que promuevan o justifiquen la violencia contra la mujer”. La violencia de género queda descartada por ser, como achaca Vox, un concepto ideológico.
Europa se sonroja
Sémper buscó otro refugio: “las políticas de igualdad y de derechos civiles están en manos de PP, que no somete sus creencias a las exigencias de nadie”. Fue más allá al establecer una diferencia entre Guardiola y Pedro Sánchez, ya que, a su juicio, el líder del PSOE “sí ha pactado a cualquier precio por seguir ocupando el poder y aquí Vox tendrá sólo un consejero”. Vara tiró de ironía: “Nuestra propuesta de investidura ha surtido su efecto. Lo imposible se ha hecho posible”. La líder de Sumar, Yolanda Díaz, lo resumió así: “En el partido de Feijóo los principios y convicciones duran cinco minutos por el poder”. Sánchez fue rotundo: “En Extremadura y en otras regiones se produce un recorte obsceno de derechos a cambio de votos, una involución que causa sonrojo y sorpresa en algunos líderes europeos”.
Feijóo calló. “Yo no actúo como si siempre estuviese en un plató de televisión”, ilustró justo cuando acaba de estar en uno. Son sus principios.