La pasada semana, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, presentaba en Bruselas a bombo y platillo, el Plan industrial Green Deal para aumentar la competitividad de la industria europea de tecnologías limpias y apoyar la rápida transición hacia la neutralidad climática. El objetivo debería consistir en acelerar la estrategia europea de lucha contra el cambio climático. Pero hay otra razón de choque más pragmática y de necesidad inmediata. Estados Unidos ha puesto en marcha su plan, bautizado Ley de Reducción de la Inflación (IRA), dotado de 430.000 millones de dólares, que prevé subvenciones a industrias verdes, como la fabricación de baterías de coches eléctricos y de paneles solares, a condición de que se produzcan localmente, imitando un programa chino de ayudas. La Unión Europea que fue vanguardia de las políticas verdes en el mundo, cuando ni norteamericanos, ni chinos apoyaban en las cumbres climáticas sus propuestas, se encuentra ahora pinzada por subvenciones que pretenden atraer inversiones a industrias que podrían abandonar como opción los Estados miembro.
Fuego cruzado EEUU-China
La Unión Europea sufre los efectos colaterales del enfrentamiento económico entre Estados Unidos y China, centrado ahora en el plan del presidente Joe Biden de combatir el cambio climático y la inflación con subsidios a las industrias verdes. Es evidente, que uno de los objetivos clave del IRA es excluir a los proveedores chinos de las cadenas de producción de energías limpias. Las medidas puestas en marcha por Washington buscan reducir la dependencia de EEUU de las importaciones chinas. Cabe recordar que el país asiático domina el sector de los vehículos eléctricos, con un 78% de la producción mundial de células para baterías y tres cuartas partes de las plantas para fabricar baterías con iones de litio. Las instituciones europeas, sin embargo, temen que estos generosos estímulos incentiven a las empresas a trasladar su producción al otro lado del Atlántico. La realidad es que el IRA ofrece ventajas competitivas que, unidas a los bajos precios de la energía en EEUU, ponen en peligro nuestra industria europea.
Contraataque europeo
El objetivo del Plan europeo es crear un entorno más propicio para el aumento de la capacidad de fabricación de la UE en relación con las tecnologías y productos con cero emisiones netas necesarios para cumplir los ambiciosos objetivos climáticos de Europa. Dicho Plan se basa en iniciativas anteriores y aprovecha los puntos fuertes del mercado único de la UE, complementando los esfuerzos que se están haciendo en el marco del Pacto Verde Europeo y de REPowerEU. Se apoya en los cuatro pilares siguientes: un marco regulador previsible y simplificado, un acceso acelerado a la financiación, una mejora de las capacidades y un comercio abierto para unas cadenas de suministro resilientes. En el primer pilar, la Comisión propondrá una ley sobre la industria con cero emisiones netas para determinar los objetivos en materia de capacidad industrial con cero emisiones netas y proporcionar un marco regulador adecuado para su rápida implantación, que garantice la concesión de permisos simplificada y acelerada, promueva los proyectos estratégicos europeos y desarrolle normas destinadas a fomentar el crecimiento de las tecnologías en todo el mercado único.
Financiación, mejora de capacidad y comercio abierto
El segundo pilar del Plan consiste en acelerar la inversión y la financiación destinadas a la producción de tecnologías limpias en Europa. La financiación pública, combinada con nuevos avances en la unión de los mercados de capitales europea, puede desbloquear las enormes cantidades de financiación privada necesarias para la transición ecológica. Dado que entre el 35% y el 40% de todos los puestos de trabajo podría verse afectado por la transición ecológica, el desarrollo de las capacidades necesarias para los empleos de calidad con una buena remuneración será una prioridad para el Año Europeo de las Competencias, y el tercer pilar del Plan se centrará en él. El cuarto pilar consiste en la cooperación mundial y en hacer que el comercio funcione para la transición ecológica, con arreglo a los principios de competencia leal y comercio abierto, partiendo de los compromisos con los socios de la UE y la labor de la Organización Mundial del Comercio.