El ser humano tiende a olvidar pronto. Un ejemplo es la pandemia y todo lo que vivimos pero que ahora nos parece muy lejano. Seguro que nunca hubiéramos imaginado que nos iban a cerrar las fronteras con lo que eso implicó en cuestiones, por ejemplo, alimentarias. En aquel momento entendimos lo importante que era tener la producción aquí en casa y poder contar con alimentos de cercanía y de calidad. Para eso debemos cuidar a nuestro primer sector que se enfrenta a retos y dificultades en este mundo tan globalizado.
De todo esto se habla en el congreso GURE LURRA que hoy se celebra en el Kursaal donostiarra. Nuestro anfitrión, el diputado de Equilibrio Territorial Verde de Gipuzkoa, Xabier Arruti, nos recuerda precisamente la importancia de nuestra agricultura y ganadería, de nuestros baserris y la necesidad de seguir evolucionando para adaptarse a la sociedad actual.
Falta de relevo
El primer problema y principal que este sector tiene ahora mismo pasa por una evidente falta de relevo generacional. Xabier Arruti subraya que no es un sector en expansión. "Entran jóvenes pero son más los que salen que los que entran. Es el gran reto que tenemos", reconoce, "intentar que esta actividad sea atractiva para los jóvenes y que sea rentable".
Es un problema claro de activos, de personas a lo que se suma nuestra complicada orografía que "limita mucho" el dimensionamiento de los caseríos y las explotaciones. Esto también influye a la hora de encontrar emprendedores que normalmente optan por otras actividades como la industria. "Las tenemos muy cerca", destaca Xabier Arruti. "No es como Iparralde que tienes que hacer 100 km. Aquí tenemos la industria a 15 min del caserío", puntualiza.
Baserritarra mixto
En este sentido defiende el diputado de Equilibrio Territorial Verde que este sector sí puede ser competitivo y destaca uno de los proyectos que quiere impulsar la Diputación para 2024: el proyecto de baserritarra mixto profesional.
"Tenemos a padres que han trabajado en la industria y luego cinco horas en el caserío. Eso la juventud no lo quiere. Y ante eso no podemos hacer nada", reconoce. De ahí que se busque una alternativa. "Queremos ofrecer a los hijos de esos baserritarras compatibilizar el trabajo en la industria con el del caserío. Reducir el horario en esas profesiones y que puedan trabajar en el caserío".
Cuidado del paisaje
La idea es que sigan apostando por el primer sector que no sólo debemos medir, recuerda, en términos de PIB. "La aportación al PIB es pequeña pero es uno de los indicadores que deberíamos complementar con otros que recogen mucho mejor la contribución que el primer sector hace a la sociedad" Aquí entran en juego los servicios ecosistémicos que los baserritarras hacen a la sociedad y que consisten básicamente en la gestión de los recursos naturales. Hay un dato revelador en este sentido. "Más del 70% del paisaje de Gipuzkoa lo gestionan los baserritarras y el conjunto de la ciudadanía disfruta de ese paisaje cuidado", destaca Xabier Arruti. "Eso no se ha monetizado. No se le paga por eso al baserritarra sino por el producto que vende", insiste.
De ahí que niegue ese "falso mensaje" que habla de un baserritarra que destruye bosque y contamina y afirma que en Euskadi es una actividad familiar. "Son pequeñas explotaciones que generan alimentos de cercanía en buenas condiciones y que además cuidan del paisaje. La labor que hacen es increíble en el freno al cambio climático", añade.
Aún así, es complicado hacer que la sociedad cambie de hábitos y apueste realmente por el producto de kilómetro cero y el producto slow. "La concienciación y sensibilización es cada vez mayor pero no está siendo suficiente", afirma. "Hay hipocresía. Se nos llena la boca con mensajes de lo cercano y lo de aquí pero al priorizar, la pela es la pela y optamos más por hacer un viaje en avión a no se dónde y ahorrar en alimentos", defiende. "Se ha avanzado pero nos gustaría que la demanda fuera mayor porque tracciona al sector y motiva al joven", afirma.
En este sentido defiende congresos como este, como GURE LURRA que va ya por su sexta edición. "Yo soy de caserío y cuando era niño bajaba a Tolosa con mi padre los lunes por la feria porque era un lugar de encuentro", explica y cree que en esto se está convirtiendo Gure Lurra, en una "feria moderna" que sirve además de encuentro también con el mundo urbano. "El mundo rural debe avanzar y adaptarnos a la sociedad", concluye.