Montse Cartañà estudió ciencias biológicas, un posgrado universitario como técnico en Calidad e Innovación y un máster en Prevención de Riesgos Laborales. Sus primeros pasos en el mundo laboral los dio en el ámbito de la microbiología y la investigación, y posteriormente, tras completar el posgrado de técnico en calidad, comenzó a desempeñar labores como responsable de calidad y medioambiente en diferentes empresas.
Actualmente es técnico del departamento de sistemas (Calidad, Prevención y Medio Ambiente) en Bellota Herramientas, una empresa con sede en Legazpi (Gipuzkoa), especializada en el diseño y fabricación de herramientas de mano para profesionales y usuarios de la agricultura, jardinería, construcción e industria, así como diseño de calzado de seguridad y EPIS.
¿Cuál era la proporción de hombres y mujeres en clase?
Dentro de todas las carreras científicas, biología destaca por el alto porcentaje de mujeres que la cursan. En mi promoción más del 60% éramos mujeres, así que nunca puse una especial atención en el género de las personas que me rodeaban.
¿Cómo describiría su experiencia hasta ahora en el ámbito científico? ¿Se ha sentido respaldada o se ha enfrentado a dificultades específicas por ser mujer?
Cuando terminé la carrera entré a trabajar en un instituto de investigación donde allí, la mayoría de los doctores eran hombres, aunque estaba claro que la mujer se iría haciendo un hueco ya que la mayoría de las nuevas incorporaciones éramos mujeres: veterinarias, genetistas, bioquímicas… El cambio lo encontré cuando empecé a trabajar en el sector industrial. Entré a trabajar como técnica de prevención de riesgos laborales, en un puesto que hasta el momento había estado ocupado, por mucho tiempo, por un hombre, gran parte del trabajo se realiza con las personas del taller donde casi todos los trabajadores son hombres. Ahí fue donde noté falta de confianza por parte de mis compañeros, pero no puedo decir si es porque, al ser nueva tenía que demostrar mi valúa y mi conocimiento o si podía ser por el hecho de ser mujer.
¿Cree que las mujeres científicas tienen las mismas oportunidades de visibilidad y reconocimiento que los hombres?
De forma general, no. Cuando trabajé en investigación científica había una queja generalizada de que las publicaciones donde el primer autor era una mujer recibían menos citaciones. Por este motivo, había que entrar en disputa entre compañeros para que la científica pudiese firmar en primer lugar, el compañero justificaba ir primero en la firma porque así tendría más repercusión el artículo, y eso que a menudo se ponía sólo la inicial y luego el apellido para evitar este tipo de discriminación. Otro ejemplo muy reciente: hablando con una amiga ingeniera que trabaja en otra empresa, comentó que en su empresa habían hecho un estudio donde se veía claramente un sesgo salarial entre trabajadores en un mismo puesto de trabajo por cuestión de género.
¿Por qué hay una brecha de género tan grande en muchos campos científicos?
Porque es el resultado de una combinación de factores históricos, culturales, sociales, políticos… Es típica la frase de “la mujer no sabe de estas cosas”, porque históricamente la mujer no tenía acceso a estudios. La que podía estudiar o podía aprender al lado de algún científico, no era aceptada públicamente o tenía que esconderse detrás de un nombre masculino para poder sacar a luz sus trabajos… Creo que la sombra de esta herencia es la que nos está oscureciendo aún nuestro futuro como mujeres científicas.
¿Qué medidas cree que se deben implementar para reducir esta brecha?
Es importantísima una transformación cultural e institucional para que la brecha se reduzca hasta desaparecer. Esto hay que labrarlo desde edades muy tempranas donde se empiece a hablar a las nuevas generaciones del mundo científico y tecnológico y así despertar el interés, destacando mujeres científicas para que sean tomadas como ejemplo a seguir. Desde un punto de vista más político, hay que promover medidas de conciliación igualitarias para hombres y mujeres ya que éstas siempre han tenido tendencia a perjudicar a la mujer, y muy importante, crear políticas de igualdad de género en el entorno educativo y laboral.
¿La colaboración entre mujeres científicas puede ser un motor de cambio para avanzar hacia una mayor igualdad en este sector?
Puede ser un motor de cambio, compartir experiencias, conocer cómo otras lo han conseguido. Tener modelos a seguir es importante, siempre y cuando no se caiga en el error de que estas actuaciones puedan acabar siendo excluyentes para los hombres, creo que hay que ir a un equilibrio.
¿Qué importancia tiene el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia para visibilizar a las mujeres que, como usted, están contribuyendo en este campo?
Ayuda a destacar el esfuerzo de otras mujeres para avanzar hacia la igualdad, contagiar este ímpetu a otras niñas y mujeres para que se atrevan a ver su futuro como ingenieras, matemáticas o informáticas. Trabajar en Bellota es una oportunidad constante para demostrar que lo importante en un puesto de trabajo es la competencia y no el género. Tenemos que seguir demostrando que aún hay mucho camino por recorrer pero que todo es posible.