La gran mayoría de veces, en un concierto, piden al público permanecer en silencio, no moverse durante la actuación dentro de lo posible y, después, apagan las luces para disfrutar de mejor manera del espectáculo. Sin embargo, algunas personas no pueden cumplir estas normas y, estas reglas, pasan de ser meras recomendaciones para un mejor disfrute a medidas de exclusión. Por ello, con la intención de hacer accesible la música, y cualquier actividad cultural, al público general sin excepciones, el Departamento de Pedagogía del Conservatorio Superior de Música de Navarra desarrolla el proyecto de Aprendizaje-Servicio CSMN Music Truck. La iniciativa destaca no solo por su calidad musical sino por los oyentes que la pueden disfrutar en directo, residentes del Centro Atención Integral a la Discapacidad San José.
Así, como parte del proyecto, 30 personas con discapacidad intelectual y grandes necesidades de apoyo, junto a quince trabajadores de apoyo del centro, han podido disfrutar de un concierto interpretado por alumnos del Conservatorio Superior, en la sala Guelbenzu. Los estudiantes que actuaron forman parte del primer y tercer curso de pedagogía, del aula de conjunto de jazz y del aula de música de cámara.
Nacimiento del proyecto
Con la intención de diseñar una actividad que cubriera una necesidad tanto interna como externa, y ayudara a la comunidad, nació el proyecto CSMN Music Truck en 2020: “Durante la pandemia no había actividad artística ni en el Conservatorio ni en la calle. Así, identificamos una necesidad interna que era visibilizar nuestra labor y, al mismo tiempo, ofrecer a la ciudadanía música en la calle”, ha explicado Uxue Uriz, jefa del Departamento de Pedagogía del Conservatorio Superior de Música de Navarra.
La actividad llamó tanto la atención que el centro de San José se puso en contacto. “Al ser un proyecto abierto a la ciudadanía en general me pareció muy interesante. Les llamé para ver si podían hacer algo adaptado a nuestro centro, un colectivo bastante específico que no puede participar en actividades musicales cotidianas”, ha relatado Arantza Arbeloa, trabajadora social del centro de San José.
“ Es un colectivo bastante específico que no puede participar en actividades musicales cotidianas ”
Arantza Arbeloa - Trabajadora social en San José
De esta manera, en la segunda edición de la iniciativa el año pasado, los alumnos del conservatorio otorgaron un concierto en San José, “los alumnos se ofrecen voluntarios porque les gusta lo que hacen y quieren compartirlo con todo el mundo”, ha observado Uriz, porque inclusión no es solo poner rampas en la entrada de un edificio, sino también acercar la música a aquellos que, quizás, no pueden abandonar su residencia o que son reactivos y no pueden permanecer en silencio.
Cercanía
Ahora bien, como “es muy interesante que los residentes puedan usar servicios comunitarios como el Conservatorio Superior”, he señalado Arbeloa, en esta tercera edición, no solo han llevado la música otra vez a San José, sino que también han celebrado un concierto en el Conservatorio. “Para el público, es muy rico sentarse al lado de los interpretes, es una vinculación muy estrecha. Escuchar la música de cerca genera un beneficio mayor”, ha afirmado Uriz. Los estudiantes interpretaron obras clásicas, una danza del sol, una pieza de percusión corporal, estribillos de pop de los años 80 y tres canciones de jazz.
Y aunque no lo pudieron verbalizar, el público ha ido con mucha ilusión y ha disfrutado el concierto. “Les ha gustado mucho. Aun cuando pocos tienen lenguaje oral desarrollado, cuando les preguntamos qué tal el concierto, su expresión facial es una sonrisa de oreja a oreja o intentan repetir lo que más les ha gustado”, ha contado Arbeloa. Se trata de una actividad satisfactoria aunque la respuesta sea más complicada verbalmente.
“Es una evidencia que la música emociona y llega” dando igual la condición del oyente, “sus reacciones de alegría y positividad muestran una vivencia emocional potente”, ha sentenciado Uriz. Además, también es una experiencia positiva para los alumnos. Marta Morientes, estudiante de pedagogía, ha asegurado que “es muy enriquecedor. Vamos a tocar música que les gusta y que hemos arreglado nosotros”.