Salvo en la semana festiva, los gigantes de Tudela son algo caros de ver. Es por eso que este domingo, último día, en el que se produjo la emotiva despedida, los niños se aferraban con tristeza a las manos de unas figuras que se agacharon para recoger chupetes y recibir besos y abrazos. La emoción invadió la plaza Vieja, conscientes todos de que, hasta el año que viene, Sancho El Fuerte, Doña Sancha, Juan de Labrit, Catalina de Foix, Íñigo Arista y Óneca Velázquez no volverán a recorrer las calles tudelanas.
De este modo, una sensación de pérdida se propagó lentamente por los corazones de los más pequeños, a medida que estos fueron comprendiendo que los gigantes se recogían durante una larga temporada. Aunque, en realidad, la pena era extrapolable al final de las fiestas, que a lo largo de la semana han invitado a los niños a descubrir un mundo de caballitos, toritos y gigantes en el que es muy fácil quedarse a vivir. Claro que, para mantener esa magia, es imprescindible que las fiestas sean solo una vez al año. De lo contrario, perderían su encanto. Por desgracia, en esta ocasión las ganas se habían acumulado de más, después de tres años, por lo que la tristeza era todavía más amarga.
Las manitas de los santaneros salieron así a despedirse de sus nuevos grandes amigos. Algunos, los más crecidos, entregaron los chupetes directamente en las manos de las figuras, que se llevaron el objeto emblemático de la infancia, ese que tantas veces les ha calmado la ansiedad y el dolor cuando les estaban saliendo los primeros dientes. Otros, preferían que lo hicieran sus padres, incapaces de desprenderse de los chupetes y mirando por el rabillo del ojo cómo se quedaban anudados en un gran lazo que salía de las manos de los gigantes.
Pero no todo fueron penas, conscientes de lo importantes que son para los niños, los miembros de la comparsa de Tudela dejaron a los niños investigar con profundidad dentro de las figuras. No es que a lo largo de la semana se hubieran cortado demasiado, pero por lo menos contaron con el permiso absoluto de los bailadores. Las exclamaciones y gritos se quedaron flotando en el aire, llegando hasta las cocorotas de las figuras y dejando promesas de “volver al año siguiente”. Sandra Vaquero, una de las pocas mujeres que baila en la comparsa desde 2018, aseguró que “tenían muchísimas ganas de bailarlos después de tres años” y, aunque el día de más se les ha hecho “un poco duro”, les ha encantado la “gran cantidad de niños que han acudido durante toda la semana”. Además, defendía que los “niños se habían portado muy bien” y que han podido combatir el calor a base de “agua y cerveza”. Por su parte, Mateo Beamonte, que se estrenaba este año bailando los gigantes, afirmaba que “ver la otra cara de las fiestas es impresionante” y no dudó un segundo al confirmar que repetirá las próximas fiestas “sin duda alguna”.
Como colofón final, los cabezudos tiraron chuches desde el balcón del Ayuntamiento ante una abarrotada plaza Vieja, que no dudó en corear con fervor: “chuches, chuches”. Un público entregado, que ya espera con ilusión el 24 de julio del 2023. Mientras tanto, tocará volver a la vida cotidiana sin chupetes, esperando a que el curso pase para explicarle a los gigantes qué tal les ha ido.