Hautacam sugiere la visión de Miguel Indurain, ambicioso, desatada, mordiendo entre la niebla en 1994. El líder, en plenitud, mandando. La etapa la ganó Luc Leblanc, que se adelantó unos metros a Indurain. En esa cima que es parte del imaginario colectivo empaquetó el navarro su cuarto Tour consecutivo. Aún le quedaría otro en la recámara. De esa cumbre también surge el recuerdo de Javier Otxoa, ganador tras una fuga en medio de la tempestad. El vizcaino venció en solitario, por delante de Armstrong en el 2000. Un año después fue atropellado junto a su hermano Ricardo mientras entrenaban. Ricardo murió. Javier sobrevivió, pero falleció en 2008. En Hautacam la memoria también se frena en Bjarne Rïis, vencedor en 1996. El danés conquistó aquel Tour. Leonardo Piepoli puso el pie en la cumbre de la montaña en 2008 en el doblete que compartió junto a Juanjo Cobo. Seis años más tarde, Vincenzo Nibali conquistó la montaña vestido de amarillo. Hautacam es un resumen de los últimos treinta años de ciclismo y de algunos episodios muy viscosos, de cuando el fango lo salpicaba todo, aunque se suponía que no pero después todo se supo. El ciclismo tiende al revisionismo.
Hautacam será la montaña que cierra el tríptico de los Pirineos, la ascensión en la que Pogacar quiere voltear el Tour que domina Vingegaard o cuando menos acercarse lo más posible al indestructible líder para hacer otro número como el de La Planche des Belles Filles con Roglic en 2020 en la crono de 40 kilómetros del sábado en Rocamadour. Para lograr ese objetivo, el esloveno tiene que quitarse de encima al danés, imantado a él. Aislado ayer, destrozado su equipo por el UAE que era una pena poco antes, Vingegaard soportó la tortura que le propuso el esloveno. “Me quedé solo, aislado, sin equipo, pero pude seguirle. Fue un día duro, pero perfecto para mí”, dijo el danés, que se examina otra vez ante el infatigable Pogacar.
Hoy, su duelo vive un nuevo episodio, el último asalto en las montañas con una etapa que se asemeja en tipología a la desarrollada camino de Peyragudes. Apenas 143,2 kilómetros, lo que invita al frenesí, y la concentración de los puertos en los 85 últimos kilómetros de la jornada. Antes de acceder a Hautacam, un Hors Categorie, de 13,6 kilómetros y una media de 7,8%, aguarda el Col d’Aubisque (16,4 kilómetros al 7,1%) otro Hors Categorie, y el Col de Spandelles (10,3 kilómetros con una pendiente media del 8,3%).