WhatsApp es una de las aplicaciones de mensajería instantánea más descargadas del mundo. Además de su más que razonable inmediatez, salvo en los casos en que el receptor deja el mensaje en visto, la facilidad de crear salas de chat, los famosos grupos, es uno de sus atractivos.
Gracias a ellos organizar actividades, mantener una comunicación familiar razonable o poder mandar notificaciones escolares o extra escolares rápidas y directas, en teoría es mucho más fácil. Al menos hasta que el factor humano se impone.
Hay veces en que resultan más molestos que útiles, con lo que puedes librarte de las molestias de ellos saliéndote sin más. Si este paso te da vergüenza o pereza, o no puedes por razones muy concretas, solo los silencias.
Pero puede ocurrir que su funcionamiento o sus contenidos sean un problema muy serio, incluso grave, para alguien. Y ese alguien puede ser el propio WhatsApp, que no se andará con chiquitas y puede cerrarte el grupo.
Se mide mucho a la hora de tomar tan drástica decisión, pero hay ciertas líneas rojas que no permite traspasar. En concreto son cinco "hasta aquí hemos llegado", si el grupo va más allá, se acabó. Los miembros del grupo no podrán enviar mensajes, dejarán de acceder al historial de chats y la información del grupo quedará fuera de su alcance.
Estas son esas líneas:
- Si recibe varias quejas de diferentes usuarios.
- Si tiene información sospechosa, como nombres y descripciones de grupos ilegales.
- Si cree que se realizan ventas ilegales en la app.
- Si se comparte contenido ilícito, como pornografía infantil o enaltecimiento del terrorismo.
- Si el administrador del grupo agrega a muchas personas que desconocen por qué se les añadió y no han dado su autorización.
Y como casi todo es opinable, si el administrador de un grupo no está de acuerdo o que el castigo es desmesurado, puede ponerse en contacto con el servicio de atención al cliente de WhatsApp desde el propio grupo eliminado. A lo mejor le hacen caso.