Tras la espera por fin podemos disfrutar del regreso de Vaya semanita, ese espacio de humor que desde hace años nos ha invitado a reírnos un poco más de todo, sin complejos, incluso de nosotros mismos. En este regreso por todo lo alto encontramos rostros conocidísimos del formato y otros nuevos, y quien nunca falta es él, el inigualable Andoni Agirregomezkorta.
Estarán siendo unas semanas vertiginosas. ¿Cómo está llevando el regreso de Vaya semanita?
-No sé si vértigo es la palabra. Venimos de lo que fue el boom de Vaya semanita en sus inicios, y aquello sí que fue vertiginoso. Ya una vez pasado por aquello, lo de ahora es sorprendente. Creo que no esperábamos estas cifras ninguno. Todos apostábamos fuerte por el proyecto, pero ninguno esperábamos que tuviera una respuesta como la que está teniendo, así que a disfrutarlo.
¿Qué fue lo primero que se le pasó por la cabeza cuando encima de la mesa se puso el regreso de Vaya semanita?
-Muchas cosas. Al final sé lo que es y sé cuántas horas hay que meter, y lo primero igual fue: “A ver cómo me organizo para poder trabajar tantas horas y tener atendida a la familia también, compaginarlo y saber hacerlo habiendo pasado unos cuantos años”. Y lo segundo era un poco la presión que me ponía a mí mismo y la exigencia de volver a hacer de Vaya semanita lo que fue. Que si volvíamos a hacerlo teníamos que hacerlo con todas las de la ley, y siendo fieles a la identidad que hizo grande a Vaya semanita.
El público lo llevaba tiempo ansiando. La sociedad ha cambiado. ¿Cómo se consigue precisamente eso, mantener la esencia de Vaya semanita intacta?
-Yo creo que siendo fieles a uno mismo. Creo que es además el tipo de humor que nos gusta hacer. Sobre todo es el espíritu crítico y el saber criticar lo que vemos en la sociedad que no nos gusta, aunque sea lo propio. Al final, todos tenemos que ser sabedores de nuestras virtudes y de nuestros defectos, y hay que hacer humor de todos ellos. De nuestros defectos también. Y sobre todo tener los ojos muy abiertos para saber cuáles son esos defectos y esas virtudes y hacer humor de ello día a día, y según va cambiando la sociedad cambiar también la temática.
En estas semanas le hemos visto explicando cómo se calcula el cupo, en la piel de Puigdemont musical incluido... ¿Los sketches musicales son los que más tiempo les lleva preparar?
-Los musicales sí. Y yo tengo que agradecer que no les dediquemos tanto tiempo a las coreografías como en otros años, porque ahora vamos más justitos de tiempo y no tenemos tanto tiempo para las coreografías, y a mí hay que dedicárseme mucho tiempo para que me aprenda una coreografía porque soy bastante pato. Agradezco que haya menos baile y más cantar, porque cantar tampoco se me da tan mal.
Pudimos ver la presentación en el FesTVal, y ahora ya podemos disfrutar de este espacio de humor. ¿El público les ha demostrado que tenemos las mismas ganas de reírnos de nosotros mismos de siempre?
-Sí, sobre todo de reírnos. Y desde mi punto de vista personal creo que en la sociedad hay muchas cosas que hay que criticar, y criticar con humor yo creo que es lo que mejor sabe. De nosotros mismos y del poder, la política, de cómo se hacen las cosas en general... Esto siempre da material para un programa de humor y creo que siempre ha hecho falta y seguirá haciendo falta. Venimos a cubrir ese hueco que había quedado, y creo que estábamos en lo cierto cuando decíamos que era necesario que volviera, porque la gente está claro que lo demandaba.
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Sin embargo, hay gente que critica y censura algunos tipos de humor o sketches. ¿Le gustaría decirles algo?
-Nada en especial. Los escucho, los leo cuando me llegan sus mensajes y hay gente que lo hace de forma hiriente y el objetivo no es otro que herir. Entonces, los escucho y los leo pero les hago el caso justo. A las críticas constructivas siempre, pero a quien lo hace de forma hiriente... Siempre va a haber gente así. Y luego hay gente que no lleva muy bien cuando el tema que tocamos en un sketch le alude a ella, pero no le escuece cuando es en caso ajeno. Cuando yo veo todas las críticas que llegan y veo que son equilibradas, que llegan de todas partes, digo: “A cada uno le escuece lo suyo”. A mí también. Yo hago sketches a veces que digo: “A mí me escuece, o no me gusta que se vea así”, pero lo asumo. Tiene que haber un equilibrio, y todos tenemos nuestros defectos y virtudes, y a todos nos puede tocar en un momento dado que se haga humor con algo que nosotros apoyemos o de algo en lo que nosotros nos movamos.
Además de un regreso, Vaya semanita ha supuesto también un reencuentro. ¿Cómo ha sido volver a trabajar con antiguos compañeros y rostros nuevos?
-Pues muy bien. Quienes ya teníamos la experiencia de las temporadas anteriores creo que nos hemos sabido amoldar bien y rápido al ritmo de trabajo que existe en Vaya semanita, y la gente nueva -si no sabía cómo era el ritmo- siguiendo nuestra estela se han adaptado a ello muy bien. La verdad es que han sido unas primeras semanas bastante duras, porque el ritmo es bastante cañero y te tienes que adaptar. Al fin y al cabo han pasado como diez años y nosotros también ahora notamos que no tenemos el cuerpo que teníamos hace diez años y te cansas bastante, pero el objetivo número uno ahora mismo es disfrutar, porque sabemos los buenos ratos que se pasan también en este trabajo, nos conocemos todos mucho y nos llevamos muy bien y, sabedores de eso, a trabajar mucho pero disfrutando también.
Los espectadores que les hemos seguido durante años tenemos nuestros personajes favoritos. ¿Hay alguno que haya echado especialmente de menos?
-No hay así uno que diga: “Tenía ganas de que volviera este”. De hecho, casi me apetece más que aparezcan nuevos retos y descubrir personajes nuevos que me gusten. Entonces, en ese aspecto me he encontrado ahora con un camarero desagradable, y descubrí para mi sorpresa que me gustaba mucho hacer este personaje, lo disfruté bastante. Y luego los personajes que solía hacer otras veces, he estado grabando un sketch de un txikitero, y era como volver a casa.
¿Le gustaría que hubiera Vaya semanita para largo tiempo?
-Hombre, mejor para largo tiempo que para corto. Para qué te voy a mentir. Yo vivo la vida día a día, y mientras disfrute ahí seguiré, mientras quieran que siga. Que dure todo lo que tenga que durar. Material siempre hay, y a la gente está claro que le gusta lo que hacemos. Siempre que la gente quiera, me encantaría.