Pese a las tensiones inflacionistas y de suministros, se muestra optimista con la recuperación y la regeneración del tejido productivo vasco
DONOSTIA Profesor de Deusto Business School y director de Estudios de Laboral Kutxa, Joseba Madariaga recibe el próximo jueves el Premio Ekonomistak Saria que concede el Colegio vasco de Economistas. Destaca que es "muy complicado" acertar con las predicciones económicas en un contexto como el actual, marcado por el impacto inédito de la pandemia en la economía. Con todo, confía en que el respaldo de las políticas fiscales y monetarias y el buen aprovechamiento de los Fondos Next de la UE permitan recuperar a Euskadi el PIB previo al covid a corto plazo.
Recibe esta semana un reconocimiento en un momento complejo para la economía.
—El premio me ha hecho mucha ilusión. Se reconoce mi trabajo de difusión de la economía vasca en el ámbito académico y en el profesional, dos ámbitos que me dan mucha satisfacción. Dar clases es vocacional. Y el trabajo en Laboral Kutxa es gratificante porque a la sociedad le interesa la evolución de la economía: intento contarlo de forma sencilla y esto es un reconocimiento.
¿Se culpa al mundo de la economía en general de las situaciones que se han sucedido los últimos años?
—Quizás en esta crisis es en la que menos, porque es exógena. La anterior crisis fue endógena debido a que las causas eran los desequilibrios que se habían generado en las épocas previas. Y ahí sí que es cierto que de alguna manera notabas que la gente acababa culpando de lo que había pasado a los economistas o, en su caso, al sistema financiero.
Son demasiadas crisis seguidas.
—Es evidente que las tres crisis que hemos vivido recientemente han sido tremendas. Primero la de 2009, que fue una crisis financiera que se origina en Estados Unidos y aquí tiene su variante delta, que fue juntarse con el sector de la construcción. La respuesta fue una política fiscal muy expansiva, que generó un endeudamiento muy importante. Así que en 2011 lo que llamamos los mercados, que al final son los prestamistas, no querían prestar dinero porque había mucha deuda y tenían miedo de que no se pudiera pagar. Esa fue la segunda crisis.
Sin tiempo para recuperarse.
—En esa época empezó a notarse el descontento social. Empiezan a nacer partidos en el norte de Europa que echan la culpa de la crisis al proyecto europeo y a la inmigración. En el sur, donde más habíamos sufrido la crisis de deuda soberana y los recortes, nacen partidos que se quejan del austericidio. Buscar la culpa de la crisis en elementos ajenos deriva en la peor noticia de los últimos años, el brexit. Y luego en 2017 llega Donald Trump al poder en un fenómeno muy similar, es un hombre que convence a la gente básicamente echando la culpa a la inmigración o a China. Todo eso ha generado cambios muy importantes a nivel mundial.
¿Qué cambios?
—La globalización ha ido a menos. Las medidas que se toman son proteccionistas; aranceles, guerra económica con China... Se limita la movilidad de personas de un país a otro, controlamos la inmigración. Y desde el punto de vista económico, hemos ido a peor, porque, si las personas no se mueven de lugares en los que no hay trabajo a dónde sí lo hay, el PIB que se genera en los lugares donde hay trabajo es menor. Son medidas que hacen que a nivel global haya menos renta, menos PIB.
Y de repente llega otra crisis.
—Esta crisis es distinta, nadie puede echar la culpa a otro. Bueno Trump se la echaba a los chinos, pero es una pandemia global, una desgracia enorme, sin más. Nunca habíamos vivido algo así. La mayoría pensábamos que esto era como una gripe, que en quince días se pasa. Creíamos además que en cuanto pasara saldríamos rápido. Y es más complicado. En una crisis normal, las empresas se dan cuenta de que cae la demanda cuando los stocks empiezan a incrementarse, cuando no venden. Entonces paran la producción y el PIB empieza a caer. En esta ocasión nos encerramos en casa y simultáneamente cerramos las empresas. Cuando se reabre la economía hay una explosión de demanda, pero las empresas no tienen los stocks que habrían tenido en una crisis normal para atender esa demanda. Así que tensionan los mercados de materias primas. Descubrimos otro problema, que la crisis sanitaria es asimétrica. La pauta de vacunación ronda el 60% en los países desarrollados, pero en los emergentes esta entre el 20 y el 30%, y, como las cadenas de suministro son globales y en los países en desarrollo tienen restricciones, las cadenas de proveedores están paralizadas. Hay desabastecimiento, sube el precio de las materias primas. Añadimos un problema serio de inflación y vemos que las cosas tampoco son fáciles en esta crisis.
¿Será un freno para esa esperada recuperación en 'V'?
—La mayoría de los economistas y los bancos centrales consideramos que los problemas que está generando la inflación serán transitorios. Lo lógico es que, conforme el proceso de vacunación avance, las cadenas de proveedores vuelvan a funcionar y las tensiones irán desapareciendo. Y seguiremos en fase de crecimiento porque además tenemos el apoyo de las políticas. A nivel global, tanto las políticas fiscales como las monetarias han sido expansivas esta vez, y no se han retirado muy pronto como en 2010. Ahora se mantiene clarísimamente el apoyo en Europa y es una forma implícita de reconocer que hace doce años hubo un error. Las reglas fiscales están suspendidas hasta 2023 y los países tienen la capacidad suficiente para apoyar a la economía hasta que se recuperen los niveles previos.
En respuesta a la crisis actual, también se han activado el plan Next.
—Sí, pero es complicado. Si acertamos y tenemos buenos proyectos, tenemos una ocasión de oro para regenerar tejido productivo. Y para apostar por sectores de futuro. Tenemos otros retos, como formar a la gente para trabajar en esos sectores. Es complicado, es mucho dinero y hay que hacerlo bien porque es el reto y la gran esperanza. Si lo hacemos bien, saldremos reforzados.
¿En qué sentido es difícil gestionar el programa?
—La orientación está bien marcada. La cuestión es tener proyectos coherentes con las líneas y luego que llegue a nuestro tejido productivo, que es fundamentalmente pyme. Las pymes tienen que tener proyectos. Además, las convocatorias duran poco tiempo, tienen que tener preparados los proyectos antes de que se abran. Y el problema es ese: tener preparado un dosier con una proyección, indicadores... Eso no se hace en dos días. Es un volumen enorme de dinero y tal vez haya poco tiempo. Y nos jugamos mucho: el futuro. Las empresas grandes no van a tener problemas, porque tienen la estructura necesaria para dar respuesta a los plazos. Pero las pymes me preocupan más: El día a día les come y es necesario que los fondos lleguen a todo el mundo.
¿Cuándo recuperará Euskadi el PIB previo al covid?
—Esperábamos recuperar en dos años los trece puntos de PIB que se perdieron el año pasado, puede que sea en dos años y medio. Se puede retrasar el crecimiento, pero vamos a recuperar el nivel prepandemia. En Laboral Kutxa, seguramente, tocaremos en diciembre a la baja las previsiones de este año. Es curioso, tenemos dificultad en estimar qué va a ocurrir con el PIB este año, imagínese de cara al año que viene. Ahora, incluso en un trimestre pueden pasar cosas que tienen efectos importantes.