Denis Itxaso considera que es momento de pasar del diagnóstico sobre la problemática de la vivienda a la acción. "Tenemos que actuar en todos los frentes, sobre la oferta y la demanda", sostiene.
El plan de acción de su departamento es conocido: la construcción de 7.000 viviendas de alquiler protegido, atraer otras 1.250 de programas como Bizigune o Asap y otras 125 anuales a través de la compra en el mercado libre. ¿No se quedan un poco escasas las cifras ante la dimensión del problema?
Entiendo que si uno se fija en la lista de Etxebide y la pone en relación con la oferta de vivienda que estamos prometiendo puede resultar un tanto desequilibrado. Pero no todas las personas que están en la lista están faltas de una solución habitacional. La tienen en muchos casos, no es suficiente, aspiran a una mejor o están cubiertos por una ayuda. Yo diría que la problemática hoy en día es transversal a la sociedad. En algún momento de nuestra historia reciente era un problema de determinadas clases, digamos, desfavorecidas. Ahora también, pero se ha abierto al conjunto de las clases medias. Es un problema del conjunto de las clases medias y por tanto las soluciones tienen que ser también muy transversales. Tenemos que poder armar soluciones que activen la oferta de tal manera que haya para todos los umbrales de renta.
No es lo mismo vivienda social que asequible. ¿Qué políticas va a llevar a cabo su departamento para poner más viviendas asequibles a disposición de esas rentas medias?
Tenemos un programa de vivienda asequible en estos momentos con el que estamos construyendo mil viviendas y que es pura colaboración público-privada; nosotros pagamos 50.000 euros a los promotores privados por cada una de las viviendas que construyen y nos aseguramos de que van a tener unos alquileres que se sitúan en el umbral de vivienda asequible, es decir, que la renta no supere el 30% de sus ingresos.
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¿Cuántas personas en Euskadi necesitan vivienda social y cuántas vivienda asequible?
Casi tres de cada cuatro personas inscritas en Etxebide están en un nivel de ingresos dentro de los baremos de vivienda social. Afortunadamente, Euskadi es una sociedad todavía muy cohesionada; a nosotros nos preocupan mucho las bolsas de ciudadanos y ciudadanas que se sitúan en umbral por debajo, porque la situación de tensión que estamos viviendo impacta sobre todo en ellas. Cuando este país se plantea que necesita renovar su base productiva o atraer talento, a veces nos olvidamos de que con talento o sin él, necesitamos personas que nos ayuden a salir adelante y necesitamos darles soluciones habitacionales que estén al alcance de sus bolsillos y, a poder ser, cerca de sus lugares de trabajo. Hace poco asistí a un debate bien interesante sobre los horarios de los autobuses en San Sebastián, una ciudad muy turística, donde mucha de la gente que atiende a los turistas sale de trabajar a las 02.00 horas y no tiene autobús para volver a los municipios donde reside, que es donde puede pagarse el alquiler con dificultad.
El programa Gaztelagun va a ampliarse a más beneficiarios, ¿van a subir los topes del alquiler?
Se trata de modificar la ayuda para que puedan acceder los jóvenes con ingresos de hasta 30.000 euros. Pero también queremos, en la medida en que se vaya extendiendo la figura de la zona tensionada, ampliar el tope del alquiler que es susceptible de ser ayudado. Para las capitales, en estos momentos, está en 800 euros; si un joven alquila una vivienda por encima de los 800 euros se queda fuera de la ayuda. Eso cada vez es más difícil. Por tanto, si los municipios se declaran tensionados, contamos con la seguridad de que ese incremento no va a recalentar el mercado. Ese debate se está produciendo en España con ocasión del Bono Alquiler Joven, que ese dinero va a los propietarios, que rápidamente descuentan esa ayuda y se la incorporan al alquiler.
Bilbao ha sido la última en anunciar que va a pedir la declaración de zona tensionada. Ha estado recientemente en Catalunya, ¿qué lecturas trae?
Pues muy esperanzadoras, porque nos trasladaban que la primera tanda de municipios que fueron declarados tensionados están experimentando una clara moderación de los precios y en algunos casos, bajada. Nosotros vamos a tener cerca el 60% de la población vasca en municipios tensionados, vamos a llegar al millón de habitantes. Yo creo que la ley va a establecer unos topes y considero que es un tiempo que la ley nos da mientras activamos la oferta. Es un tiempo precioso para que las administraciones aceleremos el ritmo de construcción. Es un tiempo que debemos emplear, como digo, para activar la oferta con los medios públicos y con la iniciativa privada. Pero entre tanto, estos topes nos van a permitir proteger a esa clase media de los incrementos desaforados.
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¿La solución a largo plazo pasa por la construcción?
A medio y largo plazo, claramente. Por eso nuestra medida estrella son las 7.000 nuevas viviendas.
Los datos de Catalunya también dicen que han bajado los contratos.
Los datos nos dicen que no se están retirando pisos del mercado de alquiler. Cuando volví de Barcelona lo primero que hice fue pedir los datos de los contratos en vigor en Euskadi, que siguen incrementándose y cuya duración media sigue aumentando. Ni es cierto que el mero anuncio de las zonas tensionadas esté retirando pisos del mercado del alquiler ni es cierto que se estén derivando a otro tipo de modalidades de corta duración o turístico. Es verdad que la duración de los contratos ha crecido y esto hace que los contratos tengan menos rotación. Y eso en sí es una buena noticia, porque está redundando en uno de los objetivos de la ley: la estabilidad de los inquilinos. Pero eso no quiere decir que los contratos en vigor se hayan reducido. Es verdad que será cada vez más difícil seguir creciendo en número de viviendas que se ponen en alquiler. Estoy esperanzado, pero no fío todo a esa medida, es una medida temporal.
Dijo en el Parlamento Vasco que hacía falta tiempo y suelo, ha hablado de la necesidad de modificar la Ley del Suelo.
Nos lo estamos planteando muy seriamente. Calculamos que en estos momentos hay suelos tanto de titularidad pública como de titularidad privada como para construir 75.000 viviendas protegidas, pero la mayor parte de las parcelas están paradas. La combinación de la Ley del Suelo de 2006 con la Ley de Vivienda de 2015, nos guste o no, ha retraído mucho nuestras posibilidades de producir vivienda. Necesitamos movilizar suelos y la movilización de suelos pasa por hacer una reflexión en la Ley del Suelo que nos ayude a flexibilizar los umbrales dedicados a la vivienda protegida y a la vivienda libre, pero también a hacer un buen repaso a toda la parte procedimental y burocrática que trae consigo. Vamos a abordar esta reflexión con mucho rigor, no podemos modificar una ley tan nuclear del autogobierno vasco sin estar convencidos de que va en la dirección correcta y de que va a movilizar, como nosotros queremos, la construcción de vivienda protegida, fundamentalmente. Sin olvidar la vivienda libre, a la que afortunadamente todavía hay una clase social en Euskadi que puede aspirar.
Con muchas dificultades, porque los últimos datos indican que el precio del metro cuadrado supera los 3.000 euros. ¿Qué pueden hacer las instituciones en ese caso?
En la vivienda libre, sobre la demanda se opera con reformas fiscales como la que acabamos de plantear, que fundamentalmente está pensada para mejorar el alcance y las capacidades de la clase media en su aspiración por alquilar o comprar. En esa reforma se mantienen las desgravaciones por compra, cosa que no existe en el régimen común del resto de España. Incluso se mejora el tratamiento fiscal de quienes quieran hipotecarse. Nosotros tenemos también en cartera para esta legislatura facilitar avales para la compra. Bueno, ahí estamos operando sobre la vivienda libre desde el punto de vista de la demanda. Y en el alquiler, lo mismo. Vamos a facilitar que puedas tener un respaldo fiscal para hacer frente a las fianzas y que tus desgravaciones sean realmente jugosas. Desde el punto de vista de la oferta, estamos beneficiando a los propietarios que saquen al mercado del alquiler sus pisos con hasta un 50% de desgravación si lo haces en el mercado del alquiler público, a través del sistema de Bizigune o ASAP. Pero lo más importante es facilitar que se construya.
Para algunos propietarios Bizigune (con topes de 675 euros) no resulta tan atractivo como el mercado libre.
Pero eso me lleva también a la reflexión que hemos asumido todos con naturalidad. En Suecia está mal visto que nadie especule con la vivienda y que alguien compre una vivienda para luego ponerla en alquiler o ganar dinero. Culturalmente, somos una sociedad que siempre ha comprendido que tener una casa equivale a tener un seguro de vida o un activo financiero. De manera que si jugamos a activos financieros, tienes dos opciones: el mercado libre con el principio de altos rendimientos, porque el mercado se lo permite, con algo más de riesgo. Aquí hay que decir que la reforma fiscal hace que cuando tú pones en el mercado libre la vivienda, te vamos a bonificar también el seguro de impagos que puedas querer contratar. Algo de protección vas a tener. Pero, en todo caso, cuando se habla del miedo de algunos propietarios, hay que decirles que efectivamente en el mercado libre puedes incurrir en algún riesgo más. Aunque creo que hay mucha demagogia también en torno a esto. Se eleva a categoría y a titular casos que son más excepcionales de lo que podríamos pensar.
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Luego está la Administración.
Que te va a pagar religiosamente el uno de cada mes y te garantiza que el piso lo vas a recuperar en el mismo estado en el que lo entregaste. Así es cómo se comporta cualquier mercado financiero, si pusiéramos el dinero en bolsa, nos dirían lo mismo: a mayor riesgo, mayor rentabilidad, a menor riesgo, menor rentabilidad.
¿Es momento de cambiar de mentalidad sobre la vivienda?
Todos, antes o después hemos tenido o querido tener una vivienda que operase como ascensor social. La vivienda ha sido un ascensor social en España, porque si tú tenías un piso ya tenías un seguro de vida, pero al cabo de un tiempo lo vendías y dabas paso al siguiente, y con las ganancias y las plusvalías que te generaba ascendías socialmente mucho más que con la renta. Haríamos bien en mirarnos porque eso lo tenemos muy incrustado. Pero, claro, todo mercado que opera sobre la ganancia permanente estalla, como pasó en 2007 y 2008. Hoy la vivienda está muy cara, todavía no ha llegado al precio de 2007.
En Euskadi no, en el Estado sí.
Creo que estamos adquiriendo conciencia, lo que pasa es que las cosas no son muy halagüeñas, porque incluso aquellos que tienen vivienda en propiedad temen por sus hijos. Empezamos a ser muchos más conscientes porque las nuevas generaciones tienen mucha más dificultad de acceder a ese ascensor social. Yo me irrito un poco cuando veo que asumimos todos con naturalidad el papel del propietario, la necesidad de que entre todos dotemos de ganancia y de plusvalía al propietario. Vamos a pensar en los inquilinos. No todas las sociedades funcionan como la nuestra. Yo no digo que nos hagamos una lobotomía ni nada por el estilo, pero una reflexión sí.
En cambio, estamos en un momento con más opciones de negocio en torno a la vivienda: de temporada, turística…
Yo soy de San Sebastián y en San Sebastián siempre ha habido alquileres de temporada y estoy convencido de que en Bilbao y Vitoria también. Tienen per sé un porcentaje determinado de su parque de vivienda como alquiler de temporada, lo que tengo dudas es de que estén creciendo los alquileres de temporada y que estén siendo usados por personas que necesitan vivir.
Los sindicatos en Catalunya han alertado sobre ello.
Nosotros en Euskadi no estamos viendo eso, pero en todo caso hay que evitarlo. Tenemos un departamento de turismo en el Gobierno vasco concienciado desde el minuto uno. El consejero Hurtado no quiere ni ver una sola vivienda turística que no sea legal y tiene un cuerpo de inspectores. Y tiene un registro, que compara con las plataformas. Estamos buscando más medidas para acotarlo, porque esto afecta también a la legitimación del turismo en Euskadi. Hay que acotar la actividad económica en las viviendas, que tienen que seguir fundamentalmente cumpliendo esa función social para vivir. Por tanto, del mismo modo que antes veíamos con naturalidad que peluquerías, fisioterapeutas, abogados, notarios llevaran a cabo sus actividades en primeros y segundos pisos, hay que seguir el ejemplo de algunos ayuntamientos vascos que dan ayudas para que esas actividades económicas pasen a planta de calle. Las plantas de calle muchas veces son lonjas vacías, que también hay que convertirlas en viviendas. Y estamos trabajando con Eudel para que se extienda esa política al conjunto de las ciudades, máxime si son tensionadas. No tiene ningún sentido tener lonjas vacías en ciudades tensionadas. Y luego está el Registro del Estado, que va a generar todavía mucho mayor contraste y seguimiento de las viviendas de corta duración.
Sin embargo, quienes conocen el mercado dicen que falta inspección y de ahí la gran cantidad de viviendas turísticas ilegales.
Euskadi es la única comunidad autónoma que se ha dotado de cuerpo, de inspectores. Me consta que el consejero quiere más inspectores y seguramente va a trabajar para ello en la nueva Ley de turismo que quiere llevar a cabo. Va a apretar todavía más y va a poner más coto a las viviendas turísticas. Se estrecha el margen. Bilbao, a la vez que anunciaba que se van a declarar tensionadas, anunciaba que no iba a dar ni una licencia más para pisos turísticos. Eso es coherente.
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El problema de la vivienda afecta a toda Europa, ¿hay algún país que pueda servirnos de inspiración?
Más que experiencia concreta, me quedaría con la idea de que los países más inteligentes están operando en todos los frentes, han sabido entender que hay que actuar sobre la oferta y sobre la demanda. Y en el tema de la demanda pueden ser de corte liberal, como Francia, y tener leyes para topar los incrementos de los alquileres. Hay una asunción por parte de las sociedades de los países europeos de que este asunto está en el corazón del sentido del Estado de bienestar y de un país socialmente cohesionado. Y el momento en que se pierde la cohesión, sea por rentas, sea por inseguridad física o sea por incapacidad de poder dotarse de algo tan básico como la vivienda, empiezan los problemas y los problemas no los quiere nadie.
Hace poco, con la primera manifestación que hubo en Madrid, muchos recordaron el 15-M.
Inicialmente fue un movimiento muy transversal y el problema de la vivienda es muy transversal. Insisto, incluso aquellas familias que lo tienen resuelto temen por el futuro de sus hijos en el mercado de la vivienda. Creo que este Gobierno vasco, desde luego, está en posición de combate. Tiene claro que hay que actuar. Ha generado un departamento específicamente para ello, le está dotando de presupuestos y estamos trabajando con el entramado institucional y con los ayuntamientos. Yo me pongo muy serio cuando digo: ¿Cuáles son sus compromisos? ¿Dónde está el suelo? ¿Dónde están las ordenanzas para la conversión de locales en viviendas? ¿Dónde está su propuesta para que las actividades económicas que se están llevando a cabo en primeros y segundos pasen abajo? ¿Dónde está su impuesto de construcciones para el Gobierno vasco cuando va a construir? E, incluso, me atrevería a decir ¿a las promotoras privadas cuando van a hacer vivienda protegida? El problema es que los ayuntamientos, históricamente, han resuelto parte de sus ingresos con cargo al suelo y a los ingresos urbanísticos. El primero que que se ha valido de ello para hacer políticas públicas en el Ayuntamiento San Sebastián he sido yo, pero eso ha contribuido a encarecer el suelo. Ahora, en ayuntamientos de Bildu, del PSE, del PNV, todos entienden que nos tienen que entregar parcelas gratuitamente, que tienen que renunciar a ingresos con los que se pueden hacer cosas muy importantes, jugosos para un alcalde o por una alcaldesa. Pero ya no estamos en ese tiempo. No podemos pedirle al suelo ni a la vivienda que sufrague otras tantas cosas.