Es firme a la hora de hablar de la actualidad. Ha sido testigo de excepción de los avatares políticos y los narra de forma contundente. Pero no se olvida de que los espectadores también reclaman un espacio para el entretenimiento en un mundo televisivo que refleja la crispación que provocan los enfrentamientos partidistas. Lleva diez años tratando de explicar y entender la bronca que muchos montan más con el ánimo de estar en el centro del foco que por trabajar por el bienestar ciudadano. ¿Para 2023?: “Virgencita, que me quede como estoy”, y una nueva paternidad.
PERSONAL
Edad: 49 años (4 de agosto de 1973).
Lugar de nacimiento: Portugalete (Bizkaia).
Familia: Está casado con la periodista Andrea Ropero y tiene un hijo, Roke. Acaba de anunciar que va a volver a ser padre.
Trayectoria: Comenzó su trayectoria televisiva en Telebilbao. Uno de sus primeros trabajos en ETB fue El submarino amarillo. Posteriormente estuvo en Lo que faltaba. Con Adela González formó pareja para hacer durante dos veranos el programa Mójate. Durante ocho años presentaron Pásalo. Juntos amenizaron 1.418 tardes en Euskal Telebista. Ha presentado también La caja negra, El conquis, 60 minutos, y especiales de la cadena. En 2012 aterrizó en La Sexta para presentar La sexta noche. En este programa estuvo hasta 2021. Ahora presenta Más vale tarde.
Es hora de balances.
Esta es mi segunda temporada en el programa y el balance es muy bueno. Más vale tarde empezó hace diez años, se estrenó a la par de La sexta noche. Es otra forma distinta de trabajar. Aquí sufres mucho más la pulsión de la actualidad diaria. Tienes que estar a fondo con el equipo para poder hacer un programa de cerca de tres horas, aunque es verdad que los temas de actualidad te comen mucho tiempo...
Es que vaya actualidad, no despedimos precisamente un año tranquilo.
Y que lo digas. Este año está siendo tremendo. Aunque llevamos mucho tiempo sin tranquilidad, los dos años anteriores han sido también de aúpa. Pero lo bueno que tiene este programa es que a veces nos metemos con cuestiones sociales, nos reímos, nos lo pasamos muy bien con secciones más o menos divertidas para pasar el rato. Procuramos estar constantemente sobre la deriva política...
Una deriva que se está volviendo insoportable.
Es verdad. Siempre la bronca en todas partes o la economía, también una locura. Tratamos otras cosas con el fin de entretener y relajar. Este es un cambio que me gusta mucho con respecto al Más vale tarde anterior. Creo ahora nos reímos más. Con este programa los telespectadores de ETB seguro que pueden recordar el Pásalo. No solo había política y economía, había otras cosas. Es que las tardes son para relajarse, no solo para sufrir con una actualidad que a veces es devastadora. No mantenemos la tensión que tiene Al rojo vivo.
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Es que a Ferreras le va la marcha, y mucho. Se relaja poco.
Ja, ja, ja... Qué mala. Es verdad que él es de relajarse poco. A mí me gusta también relajarme y me parece que la televisión es un electrodoméstico que no está solo para informar. También está para entretener y esa parte te permite liberarte, disfrutar. Una buena relación entre entretenimiento e información es lo adecuado.
¿Dura la competencia?
Siempre. De hecho, tenemos enfrente dos programas que hacen los mismos contenidos que nosotros. Empezamos compitiendo con el de Risto y después seguimos con Cuatro al día. Al final, la actualidad también la tocan ellos. Después cada uno hacemos nuestro propio programa. Yo intento pasármelo bien.
Da mucha importancia al disfrute. No le van a tomar en serio.
Ja, ja, ja... Creo que sí. Una cosa no quita a la otra. Pretendo pasármelo bien como el primer día que empecé a trabajar. Si no disfruto, si no me divierto, si no me evado durante el trabajo... Yo vengo al plató a evadirme, si no, no funcionaría. A mí me cuesta mucho trabajar apretando tuercas. Me gusta crear sobre la marcha, improvisar, sorprender al invitad, incluso provocar, saltarme alguna línea roja, actuar sin filtros... Para mí todo esto es hacer un programa divertido.
¿El que le gustaría ver?
Posiblemente. Es que no me voy a sentar delante del televisor para aburrirme como una ostra.
Antes hablábamos del estado de la actualidad, y divertida no es.
En absoluto. Ni divertida ni tranquila, pero es que tampoco lo ha sido nunca. Desde que llegué hace una década a La Sexta no ha habido una tranquilidad que durara más de unas horas. Estaba la corrupción galopante, la misma bronca política, la aparición de los nuevos partidos... Esta situación de intranquilidad en la política española es una constante que probablemente vaya a más. Por eso me gusta dar noticias diferentes y relajantes.
La clase política está cruzando demasiadas líneas rojas.
Es verdad. No sabemos dónde vamos a llegar, no es cosa de todos los políticos, no me gusta generalizar. Caramba, cómo estamos. Hay que recordar a estas personas que se llaman políticos que les pagamos un dinero para que vayan a trabajar.
Algunos han pensado que cobran por insultar y descalificar al rival.
Eso es. No se les paga por protagonizar un culebrón infinito de descalificaciones, faltas de acuerdos y falta de nivel.
Quizá porque los políticos no se han dado cuenta de que son elegidos como servicio público y no para que consigan rendimientos particulares y partidistas.
Es verdad que las disciplinas de partido son monolíticas. Se distribuyen guiones que deben ser seguidos al pie de la letra...
Ser un verso libre suele tener consecuencias.
Exacto. El que se atreva a rectificar al jefe es rápidamente llamado a filas. Eso ocurre en todos los partidos, desde los nuevos a los viejos. Por cierto, los nuevos cada vez hacen política más vieja. En general, es bastante decepcionante la actitud de nuestros partidos, salvo honrosas excepciones.
No generalizamos sobre los políticos, ¿y sobre los partidos?
El rango no es el mismo para todos, hay rangos distintos de culpa. No todos son iguales y no todos actúan de la misma forma, pero existe en todos la disciplina de partido. Al final, ellos mismos se encargarán de desacreditar la política. Es una pena, la política es necesaria.
Además, una cosa es la bronca política por intereses partidistas y otra son los insultos personales incluso dentro del Congreso u otras instituciones.
Esa es la última frontera. Una frontera que atraviesan partidos políticos, como la ultraderecha, que lo que pretenden constantemente es desprestigiar el Congreso de los diputados. Ellos practican la antipolítica, desvirtuarlo todo, desprestigiarlo todo, que la gente dude de todo, arrojar sombras sobre cualquier cosa. En ese juego que se traen entre manos, se dedican a reventar el trabajo parlamentario. Es verdad que últimamente han redoblado el esfuerzo porque las encuestas les dan una profunda caída. Se metieron un buen susto en Andalucía donde pretendían doblar el número de representantes y tuvieron un exiguo crecimiento. Ellos saben que la única forma que tienen de estar en el centro del foco es montar broncas.
Broncas sin ni siquiera aportar nada al trabajo parlamentario.
Ahí les tienes. No presentó ni una sola enmienda al proyecto de presupuestos de Sánchez, ni una. Y las que ha presentado al gobierno de Ayuso las ha presentado tarde. Vox no es un partido muy de trabajar, es más de figurar, de postureo, de mantener la bronca al pilpil.
Hay quien se pregunta el porqué no se les aísla mediáticamente.
No somos las personas indicadas para decir lo que el público puede ver y no ver. Nuestra labor desde los medios no es paternalista ni censora. Por mucho que cerremos los ojitos y nos metamos debajo del edredón, las cosas no desaparecen. Lo que hay que hacer con partidos como Vox es poner las cosas negro sobre blanco. Hay que denunciar sus mentiras, sus bulos y hacerles las preguntas incómodas que hay que hacerles. Si les ninguneamos, ellos se escudarán en eso para seguir creciendo. Hacer preguntas, aunque sea a los de Vox, nunca ha sido blanquear.
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Pero de alguna forma se les facilita su discurso.
Yo no estoy capacitado para decir lo que tienen que escuchar los ciudadanos, ni decir lo que tienen que saber o no. Que lo sepan todo y que luego decidan. Tengo que contar la actualidad, la bonita y la menos bonita. Vox resulta una parte desagradable de la actualidad, pero tengo que contarla.
¿Qué le va a pedir a 2023?
Ja, ja, ja... Siempre le pido más o menos lo mismo, que me quede como estoy. Mientras siga trabajando en lo que me gusta, sigan contando conmigo y los míos estén bien. Salud es lo único que pido todos los años. No soy de pedir cosas extrañas. ¿Qué te parece?
Más bien que está un poco tópico.
Ya sabes, con la edad. Lo que ocurre es que tampoco me paro mucho a pensar en mis peticiones, solo ahora que me lo has preguntado. Soy más de pensar en el día a día. Estoy haciendo un programa que me gusta, me siento cómodo, estoy con gente con la que estoy muy a gusto y quiero. La familia está estupendamente. Va todo bien, así que: Virgencita, que me quede como estoy.
¿Dónde va a comerse las uvas esta Nochevieja?
Salvo cuando me ha tocado darlas, siempre me las como en Bilbao. Este año no faltaremos a nuestra cita y estaremos en casa. Nochevieja y Año Nuevo, en casa y lo estiro todo lo que puedo.
¿Cuánto tiempo más se ve haciendo televisión?
Pues no lo pienso. No soy mucho de pensar en mi futuro. Esta profesión es muy cambiante. Cuando menos lo esperas se aburren de ti. En televisión hay gente y situaciones para todos. Gente que estaba en lo más alto y de repente ha desaparecido y nunca más se ha sabido de ella. Hay profesionales que se fueron y vuelven más alto que nunca. Ahí tienes a Arus, desapareció, se le perdió la pista y ahora arrasa por las mañanas. Fíjate en Sobera, sigue al pie del cañón y el tío se atreve con todo.
Pero la mayoría solemos hacer plantes de futuro.
Yo solo el día a día. Estoy cómodo, las audiencias nos sonríen, la cadena confía y aquí estaré. Estaré está temporada, la que viene, veremos.