Jonas Vingegaard renuncia a hablar sobre favoritismos. No es de especular. No pasa la pelota al tejado de Tadej Pogacar, quien se sacudió la tensión para volcarla en el campeón danés. “Da igual quién dice quién es el favorito. Dependerá de quién se encuentra en mejor forma física. Yo también puedo decir que Pogacar es el gran favorito”, manifiesta con rictus serio, muy alejado de las bromas, dirigiendo la mirada a los periodistas como si buscara a alguno en concreto, con la cabeza bien alta a las puertas del inicio del Tour.
Sostiene Vingegaard que su mentalidad no ha cambiado con respecto al año pasado, aunque sí su condición. “Soy el cazado, pero soy al mismo tiempo el cazador de victorias. Por eso mi situación no ha cambiado. Yo no he cambiado y es así como ha de ser”, argumenta. No obstante, sí asegura que es mejor corredor que en 2022, al menos más completo. “He crecido, he evolucionado en las ascensiones cortas. Siento que he mejorado”, explica. Palabras que suenan amenazantes. De hecho, asevera que está “donde quería estar”. Es decir, se encuentra genial. “Me siento listo, en buena forma. Ahora toca ver dentro de tres semanas si ha sido suficiente”, ahonda.
Al igual que Pogacar, filosofía de campeones, no echa la mirada más allá de sus dominios. O sea, la muñeca de Pogacar, según comenta, le importa bien poco. “En realidad sólo pienso en mí mismo, en entrenar lo mejor posible y en qué hacer para mejorar como corredor. Y estoy satisfecho con mi forma física”, responde. No accede al duelo, a la confrontación dialéctica. Es escueto y evita aportar nombres de rivales. Se proyecta centrado en sí mismo.
No obstante, sí reconoce que espera que le presenten batalla desde los compases inaugurales de la carrera, en la misma etapa que mañana comienza y finaliza en Bilbao, con Pike Bidea como foco de atención para un intento de fuga. “Sí, espero que Pogacar intente hacer diferencias. Espero que lo haga”, dice sobre la amenaza de un ataque del esloveno, “y tengo que estar preparado. Tengo que hacer todo lo que pueda”, añade.
Y es que será un comienzo de Tour “muy duro” y en general la carrera también la describen como “muy dura”. Así lo afirma Wout Van Aert, escudero de Vingegaard en el poderoso Jumbo-Visma. “Me encanta este Grand Départ, esta salida”, afirma el gregario, que asegura que no luchará por el maillot verde y que busca “resultados de etapa”. Además, explica que en la primera etapa “las ascensiones son demasiado cortas para grandes escaladores. Para mí va a ser un reto”, comenta Van Aert, que promete esfuerzo, entrega: “No se sabe lo que puede ocurrir, pero voy a darlo todo”.
Vingegaard, por su parte, no identifica una o varias etapas en concreto como las llamadas a ser cruciales. “Es difícil identificar una etapa como la más difícil. Hay muchas muy duras”, analiza sin entrar en detalles, puesto que considera que hay una característica general de este Tour que es predominante: “Este año hay mucha montaña”. Asimismo, advierte que el inicio de la prueba es exigente, pero que “la segunda y la tercera semana serán muy duras y decisivas”. Para defender su condición contará con un equipo estimulado por la victoria de 2022, como valora Van Aert: “Somos los mismos, podemos repetir lo que hicimos y eso nos tranquiliza”. Así se le percibe a Vingegaard, relajado.