La sede del club de montaña Goikogane de Llodio albergará a las siete de esta tarde un acto homenaje a personas como Luis Dabouza, José Antonio Gorostiaga (fallecido en 2019) o Alberto Luengas, que dieron forma de un modo organizado al mundo de la montaña en la comarca ayalesa. El evento, asimismo, servirá para que este último (nonagenario y fundador y primer presidente del Mendiko Lagunak de Amurrio) presente su noveno y último libro, dedicado a rescatar del olvido la figura de Andrés Espinosa Etxebarria (1903-1985). Un hombre al que tilda de ser el pionero del montañismo en Euskal Herria, y con quien tuvo trato personal, allá por la década de los 60 del siglo pasado, y sin tener constancia de sus proezas, alcanzando cimas inverosímiles en su tiempo, y con medios primitivos y más que precarios, porque jamás se vanaglorió de ello. No va a ser la única, ya que Luengas ha escrito esta biografía con la intención de que se la haga un hueco en cualquier club de montaña vasco, de cara a que sirva de ejemplo a los jóvenes y no tan jóvenes. De momento, ya esta confirmada su presentación, a las 19.00 horas del 12 de noviembre, en la casa de cultura de Amurrio; y esta por confirmar otra, el 5 de noviembre, en la sede de la Federación Alavesa de Montaña de la gasteiztarra Cercas Bajas.
Nueve publicaciones en nueve años. Se dice pronto...
–Y qué quieres que haga, con 90 años tengo mucho que contar. Mi pasión es, ha sido y siempre será la montaña, pero con estas piernas ya no puedo... Así que invierto mi mucho tiempo libre en escribir, y sin pretensiones, que no soy ningún literato, solo junto letras para plasmar mis recuerdos, ideas, conocimientos y opiniones.
El anterior libro, de abril, se lo dedicó al artesano Juan Antonio Alaña, y ahora trae otra biografía, en memoria de Andrés Espinosa. ¿Quién fue este hombre?
–El pionero del montañismo en Euskal Herria, nacido en Amorebieta en 1903 y fallecido en 1985. El más modesto montañero de nuestro país, de hecho, porque pese a sus muchas proezas en el mundo de las ascensiones de las altas montañas, jamás hablaba ni se vanagloriaba de ello. Al menos a mí no me las contó, me enteré de casualidad, y ahora, muchos años después he decidido que tenía que escribir su historia para que sirva de ejemplo a los jóvenes y no tan jóvenes aficionados a la montaña. A él no le hubiera gustado, lo sé, y me lo ha dicho un sobrino suyo, que es con quien he contactado para documentar este libro.
¿A qué hazañas alpinas se refiere?
–A ascender el Mont Blanc con abarcas de goma, a escalar el Naranco de Bulnes descalzo y sin cuerdas, a andar perdido por el desierto del Sinai, durante 120 kilómetros y salir del atolladero gracias a un beduino que hablaba también francés como él, a recorrer el Atlas y siempre en solitario, o subir al Kibo, cumbre africana del Kilimanjaro, con una mochila cargada hasta reventar... Y como esas mil, y en la década de los años 30, nada que ver con hoy. Demostró que es posible vivir fascinantes aventuras sin ser adinerado. Representa pues el inicio de la popularización y democratización del alpinismo. Se comporta como un Prometeo que libera al montañismo de su carácter clasista, poniéndolo al alcance de todos los mortales. También destacó en facetas artísticas y culturales, pintura y literatura con obra inédita. Dotado de profundos sentimientos religiosos, hace extensivos sus valores éticos a la naturaleza, concibiendo un dios panteísta que le convierte en profeta del ecologismo.
Ha dicho que usted le conoció después de todas estas aventuras y que no le habló de ellas. ¿Cuando fue eso?
–Andrés veraneaba en el pueblo ayalés de Quejana y frecuentaba la casa de mis suegros, para adquirir huevos, mantequilla y quesos. Eran amigos desde hacía años y de la misma edad, 30 más que yo. En el año 1960, en una de estas visitas, me invitó a acompañarle de noche a la Sierra Salvada. Fueron ocho horas de un agradable entretenimiento rodeados de naturaleza y no, nunca me contó nada de sus proezas. Me enteré cuando, en mis visitas a la Federación vizcaína de montaña, para asesorarme para ver qué pasos dar para fundar el club de montaña Mendiko Lagunak de Amurrio, Ángel Zala me dijo: "tenemos en Euskadi el montañero por excelencia", me contó alguna de sus proezas y se me quedó cara de pasmado. Aún se me queda, no entiendo como en ocho horas de camaradería montañera no me dijera nada de sus múltiples ascensiones y cumbres alcanzadas. Así que tenía que contarlo para ejemplo de superación de la juventud. Creo sinceramente que este libro no puede faltar en ningún club de montaña de Euskal Herria.
Le ha vuelto a pedir a Gontzal Oribe que le haga el prólogo...
–Sí, es historiador y escribe mejor que yo, así que le pido ayuda con mis libros. En la presentación, también va a intervenir.