Bizkaiko Txakolina confía en que la cosecha crezca un 10%. "La vuelta de las ferias es una buena noticia", dicen las bodegas
¿Vienes por la serie? Estamos comprobando que no se metan interferencias en la grabación", responde un técnico de sonido, preguntado por si ha visto por la zona al cabeza visible del viñedo. Podrían escucharse a lo sumo los racimos de uvas cayendo en el cesto, pero deben cuidarse los detalles, no vaya a ser que un descuido arruine la mañana de rodaje. El set se ha instalado en la fortaleza reconstruida por el empresario Miguel de la Vía que ha llevado Galdames por el mundo gracias al museo formado con su colección de coches clásicos y Rolls-Royce y los eventos que acoge. "Le pedimos permiso para utilizar el nombre Torre Loizaga, nos lo concedió y nos dio su apoyo", agradece Unai Sulibarria, que cultiva ocho hectáreas en parcelas que lindan con la finca.
Con la nota curiosa de la producción audiovisual arranca en la bodega Txakoli de Galdames –adscrita a la Denominación de Origen Bizkaiko Txakolina–, una vendimia en las fechas habituales en contraste "con los dos últimos años, en los que se adelantó" y mejores perspectivas. La vuelta de Santo Tomás anunciada esta semana "en principio es una buena noticia" para los productores, aunque "todavía hay muchas dudas sobre la forma en la que se tomará el txakoli y cómo se va a organizar todo para consumirlo en la calle".
La feria de Bilbao ocupa un lugar preferente en el calendario de la bodega junto a "la Txerriki Azoka de Sopuerta en marzo, con la que comienza la temporada en Enkarterri, y el Último Lunes de Gernika". Recientemente se incorporaba la fiesta de la vendimia de Balmaseda a finales de octubre, en los coletazos finales del programa de San Severino. El txakoli Torre Loizaga apenas se exporta, más allá de compras puntuales de "particulares y visitas" a sus viñas. El coronavirus, que enseñó su cara más cruel "de la noche a la mañana", sí que ha propiciado un acercamiento a la venta a través de Internet y entregas a domicilio, primero en ausencia de la hostelería, "donde van el 80% de las botellas que vendemos todas las bodegas", y más adelante con horarios restringidos.
Ayudas a la destilación
Un efecto colateral de las limitaciones por las medidas implantadas con el objetivo de reducir los contagios: "hemos destruido 6.000 litros no vendidos en esta etapa". El problema que han puesto sobre la mesa otros productores de la comarca estriba en que por las estrictas medidas que han afectado a su clientela habitual "no se ha podido dar salida a toda la producción: había existencias, pero debíamos guardar espacio para la nueva cosecha". El Gobierno vasco "ha concedido ayudas a la destilación", pero "la producción de txakoli resulta más costosa que el vino" y pese a que "hemos sacado algo de dinero por ello, duele por las horas invertidas y la dedicación que implica cuidar las viñas, ubicadas a menudo en áreas de montaña".
Afortunadamente, han recuperado "las visitas a la bodega situada en el barrio El Ventorro de Galdames y el molino de 1800 contiguo, así como las actividades de grupos, catas y excursiones a los viñedos" cercanos a la Torre Loizaga en un territorio circundado por los picos Mello, Mayor, Menor, Ganeran, La Cruz, Aldape, Eretza y Ganekogorta, donde la tradición vinícola se remonta siglos atrás entremezclándose con la siembra de trigales "para elaborar pan". Una parcela próxima "se llamaba La Viña y conservamos los restos de un horno de leña".
En otoño se encomiendan a las buenas perspectivas de la vendimia 2021. En Galdames la previsión se traduce en "55.000 kilos de uva" con la que se elaborarán "36.000 litros de txakoli en unas 50.000 botellas. El verano se despidió con un balance de clima "seco, frío y con poca insolación, lo que ha provocado que la maduración de la uva se haya producido en las fechas habituales en Bizkaia, a diferencia de las dos campañas anteriores en las que se adelantó "con temperaturas muy altas en septiembre e incluso en 2020 pudimos recoger una vendimia tardía a catorce grados", explican desde Bizkaiko Txakolina. En 2021 obtendrán "una uva con menos grados, en torno a doce, y más acidez, pero fácil de beber", define Unai Sulibarria.