Qué bonitos son los reencuentros, sobre todo los que se originan de separaciones forzosas. Obligadas por una pandemia que paralizó al mundo entero y no solo al atletismo. Qué bonito es volver a ver a Bilbao vestido de blanco, como se uniformaba cada tercer domingo de noviembre antes de que el covid-19 detuviera la rutina. Esta mañana la Herri Krosa ha recuperado la normalidad y, con dos años de retraso, su 33ª edición ha vuelto a convertir a la carrera patrocinada por DEIA en una de las citas más especiales del calendario. Esta mañana, la Herri Krosa ha vuelto a convertirse en tradición. Esa que ha atraído a 6.012 participantes que han desafiado al frío, al viento y a la lluvia durante los diez kilómetros que empezaron a desmenuzar a las 11.00 horas, puntualidad absoluta. Fue entonces cuando el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto; e Itxaso Erroteta, concejala de Juventud y Deporte, cortaron la cinta y se dio el pistoletazo de salida.
A partir de ahí, solo puro atletismo. Porque la popular carrera atrae por su idiosincrasia. Por su forma de entender el deporte. Y, por ello, lo mismo da la climatología o los años de ausencia. La gente siempre vuelve a la Herri Krosa porque en ella no hay ni vencedores ni vencidos. Todos son ganadores por el hecho de cruzar la línea de meta. Todos son iguales por el hecho de haberse atrevido a superarse y, sobre todo, a disfrutar con el esfuerzo que supone calzarse las zapatillas un domingo a la mañana cuando el cielo amenaza pelea. Pero qué esperar del noviembre bilbaino. Por eso, hoy todos han sido guerreros, los atletas profesionales y los menos habituales. Los que corrieron en grupo, entre risas; y los que fueron a por un tiempo personal. Y, por eso mismo, han recibido recibido el mismo trofeo. Desde el que cruzó la meta el primero como el que la traspasó el último. Una locura o una extravagancia esa de hacer a todos iguales, pero que demostró una vez más, y ya van 33 años, que a la gente le engancha.
Los más rápidos
La Herri Krosa es una carrera sin perdedores, pero siempre hay alguien que es el más rápido. Y ese honor le correspondió a Jon Baz en categoría masculina, que llegó en solitario y paró el crono en 32:22 minutos; y a Helene Alberdi, que con un tiempo de 36:33 completa un increíble año en el que también se proclamó campeona de Europa de Triatlón de Media Distancia.