FUE un acto cívico de libre participación, “con el que se buscaba rescatarle del baúl del olvido, al que hemos arrojado a uno de los más trascendentales intelectuales del siglo XX”, según predicaba ayer mismo la Asociación Artística Vizcaina que preside Florencio Moneo convocó un homenaje poético a Juan Larrea en su 128 aniversario, allá a la altura del portal número 2 de la calle Henao, dirección donde se ubica la casa natal del artista. Mañana han citado de nuevo a los espíritus líricos para que se reúnan frente a la estatua de Blas de Otero en la calle Egaña. Aprovecho la cita para recordarles que el propio Florencio pidió ayer “una estatua colocada a baja altura para que puedan jugar los niños con ella” que evoquen al propio Juan, un gran desconocido pese a su trayectoria. Una reivindicación para el recuerdo.
No se trata de un capricho, claro que no. En su papel de notario, Marino Montero explicaba los méritos y los porqués de esa instancia. La literatura le reconoce a Juan Larrea en buena parte responsable del advenimiento de las vanguardias culturales a la vetusta España de los primeros años del pasado siglo. Juan Larrea, el gran raro de la Generación del 27 (el propio Florencio situaba ese olvido al no aparecer en la icónica imagen del acta fundacional del grupo se tomó durante un homenaje a Góngora en Sevilla y equiparó su olvido en vida al de Pessoa en Lisboa...) es un autor incatalogable y enigmático con una amplísima obra y un poeta que, escribiendo en francés (otra de sus singularidades), influyó de manera más o menos notable en Rafael Alberti, García Lorca, Gerardo Diego y Vicente Aleixandre, hasta el punto de ser considerado el padre desconocido del surrealismo español.
Su originalidad poética sería suficiente para prestarle atención; pero, además, Larrea era otras muchas cosas: archivero, arqueólogo, experto en arte precolombino, crítico literario y de arte, intermediario para la elaboración del Guernica de Pablo Picasso, ensayista prolífico y profético, fundador de revistas, figura destacada del exilio republicano en diferentes países de América , guionista de Buñuel, apoderado de César Vallejo... Y su intensa vida, cargada de avatares, daría para varias novelas y películas del mejor género de aventuras; y, sin embargo, no ha sido hasta el año 2015, coincidiendo con el 35 aniversario de su muerte en Córdoba (Argentina), en el que se publicó su primera biografía, escrita por José Fernández de la Sota. Ayer recitaron sus versos el dramaturgo David Barbero, José Maria Medrano, Maria José Rodríguez, Keni Orue, Alberto Cabrera, Kepa Elejoste, presidente de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Bilbao; Fernando Zamora, Mari Carmen Pérez, María José Plaza, José Ramón López, Misere Josephe, quien la ultima la lectura el público de El Quijote, el próximo 21 de abril, María José Plaza, Miguell Rayo y María Ángeles Ondiviela. Eran pocos pero cargados de razones.