Lo que el viernes parecía un punto con un marcado sabor agridulce tras las claras oportunidades malogradas en la velada ante el Sevilla, las sensaciones albiazules apenas 48 horas más tarde son bien distintas tras los resultados de sus adversarios directos. A la espera de lo que haga esta noche el Levante en San Mamés, la jornada ha terminado siendo bastante fructífera para los intereses de un Alavés que mucho tiempo después vuelve a depender de sí mismo en la cruenta carrera por la supervivencia.
Un objetivo que ya no se vislumbra tan complicado ni tan repleto de espinas como a mediados de febrero cuando el equipo vitoriano fue capaz de romper por fin su sequía de triunfos en Mendizorroza ante el Valencia. Pese a haber obtenido un botín de dos puntos en las dos últimas jornadas que podía haber sido mucho mayor visto cómo se desarrollaron los encuentros ante el Getafe y el Sevilla, el Alavés se encuentra ya en una posición algo más ventajosa de cara a firmar su séptima jornada consecutiva en la élite del fútbol estatal.
Las urgencias todavía son evidentes, pero tras la visita de este domingo a Anoeta ante la Real Sociedad el calendario será algo más amable. El hecho de estar a solo tres puntos de la permanencia, marcada ahora mismo por un Granada que será el próximo visitante en Mendizorroza, alienta el optimismo de jugadores, técnicos y aficionados babazorros. El recuerdo de las agónicas permanencias de las dos últimas temporadas se mantiene en el subconsciente de todo el mundo.
La buena imagen ofrecida ante los hispalenses, que deberá ser ratificada de una vez por todas en los partidos a domicilio, también permite ver el vaso medio lleno en estos instante. Pese a que el Alavés sigue en el alambre y su margen de error es limitado, sus rivales directos no emiten buenas sensaciones. Este hecho eleva un estado de ánimo que hace no mucho estaba alicaído.
Además de los gasteiztarras, otros siete equipos –incluyendo al Rayo– continúan en la pomada a falta de once jornadas para la conclusión del campeonato. Pues bien, muchos de ellos trasladan al exterior una imagen de inestabilidad y fragilidad que favorece los intereses albiazules.
El Granada, cuya nueva derrota en Mestalla ante el Valencia ha sido el detonante para el despido de Robert Moreno, acumula nueva jornadas sin ganar. El Mallorca, que ayer perdió en Vigo, no ha sumado ningún punto en las últimas cuatro jornadas, un intervalo de tiempo en el que otro rival directo del Alavés como el Getafe –quien parecía lanzado tras la llegada de Quique Sánchez Flores– totaliza dos escuálidos puntos. De los de abajo, el único que ganó esta jornada fue el Cádiz ante un Rayo Vallecano en línea descendente y que todavía no tiene asegurada la permanencia. El 2-0 logrado por los gaditanos, eso sí, deja al Alavés en la penúltima posición.
De los conjuntos ubicados en la parte baja, quien mayor solidez ha exhibido en los últimos tiempos no es otro que el colista Levante. Los granotas parecían desahuciados hace un mes, pero están tratando de asomar la cabeza merced a una encomiable reacción.
Lo positivo para el Alavés es que, salvo el Atlético y el Villarreal, ya se ha quitado de en medio a la mayoría de los rivales pertenecientes a la aristocracia liguera. Exceptuando al submarino amarillo, por Mendizorroza deben desfilar equipos más asequibles y de su liga como el citado Granada, el Rayo Vallecano, el Espanyol y el Cádiz. Además del Vicente Calderón, las cuatro restantes salidas serán a El Sadar (Osasuna), Son Moix (Mallorca), Balaídos (Celta) y Ciudad de Valencia (Levante). Sumar en dichos escenarios ni mucho menos es una quimera para un Alavés cuyas prestaciones, eso sí, varían mucho esta temporada en función del factor campo.
El equipo de Mendilibar es penúltimo tras la victoria de los gaditanos ante el Rayo, pero recorta un punto la desventaja sobre la salvación
De los conjuntos ubicados en la zona roja de la tabla, el Granada emite las peores sensaciones, el Mallorca duda y el Getafe pierde gas