Hostelería en Sarriguren con acento qingtianés

Hace tiempo que a Ai Zheng y Jian Yong ya no les llaman por su nombre. Adoptaron el de Juana y Jon cuando llegaron a Sarriguren y con esos les reclaman el café y el pincho de tortilla, al que responden, siempre, con una sonrisa. Fueron prácticamente los primeros en llegar a un municipio en el que están “muy tranquilos, muy a gusto”. Y han conseguido integrarse totalmente con los vecinos y vecinas -algunos les han cogido cariño, se ve con el trato-, desde que pasaron a regentar el Al Cachopo hace ya tres años. Llegaron de Qingtian -que cuenta, al sur de China, con una población de más de 300.000 habitantes-, lugar del que proceden prácticamente todos los chinos que recalan en la ciudad. Y en el Estado. Al igual que Jin Lian Ye (Lucía), la nueva propietaria del Haran desde hace cuatro meses. También Yue Zhu (Txus) adquirió el supermercado Unide hace tres y Jia Xin Liu (Leo), lleva un mes a cargo del Old Dreams. Todos ellos, paisanos, llegaron a Sarriguren para fundar sus negocios y ahora buena parte de los hosteleros son de origen chino. Y los bares tienen sello quingtianés.

Ai Zheng (Juana) y Jian Yong (Jon), en Al Cachopo. Iban Aguinaga

Pero no es algo que llame la atención a simple vista porque los locales, en sí mismos, no han cambiado nada. La decoración es la misma de antaño y todos mantienen intacta su cocina. Incluso los trabajadores y trabajadoras, en la mayoría, son los mismos que había antes de que llegaran ellos, que han respetado la carta y las costumbres para mantener la clientela. “Aquí estamos muy bien, es un barrio nuevo, hay gente joven, hacen vida aquí y nosotros también. No es muy grande, vienen casi siempre las mismas personas”, reconoce Juana (Ai Zheng) detrás de la barra del Al Cachopo. Asume que se genera muy buena relación por eso.

Antes también trabajaba en la hostelería, “cuando era más joven y durante mucho tiempo trabajé en un restaurante de China con mi hermano y mi familia”. Tiene 4 hijos de 5, 6, 12, y 14 años que están en el colegio mientras ella se encarga del bar junto a su marido Jon (Jian Yong), que es el cocinero. Cuentan con otro cocinero y dos camareras más, “que son de aquí. Nos turnamos y así no tenemos que estar tantas horas”, dicen.

Aseguran que la situación actual es “muy difícil: la luz ha subido más del doble”, señalan los dos, apuntando los números en un papel. “Antes podíamos pagar unos 700 euros al mes, más o menos. Ahora hasta 2.500 o 3.000 euros, es muchísimo. Y no sólo la luz, también el aceite, la carne, la verdura… Todo sube”, lamentan. “Antes había algo de beneficio, ahora solo pago, pago y pago”. Reconocen que, quizá por eso, “muchos hosteleros quieren vender, a veces a precios más bajos, y nosotros con ayuda de la familia podemos comprarlo”.

Cong Xian Xu (Conchi), Jia Xin Liu (Leo, propietario) y Xiao Chun Liu (Lino), en el Old Dreams. Iban Aguinaga

Lo mismo opina Cong Xian xu (Conchi), madre de Jia Xin Liu (Leo), que con 28 años es el nuevo propietario del Old Dreams. “Han trabajado aquí muchos años y hay hosteleros que están cansados, quieren cambiar de sector. Han pagado mucho dinero y casi no ganan, por eso quieren vender”, explica. Ella fue dueña del Bar Frontón, en la Rochapea, durante 11 años. Pero el local no era suyo, pagaba un alquiler. “Nos vinimos aquí por eso, ahora el bar es de mi hijo, nosotros le ayudamos. Él quería trabajar”, valora. Y Jia Xin (Leo) está contento. “Llevamos 12 años en Pamplona, era un sitio nuevo y nos gusta mucho”, reconoce. La camarera es la misma que cuando estaba el propietario anterior, al igual que la cocinera, que lleva ya 13 años trabajando ahí.

Jin Lian Ye (Lucía), a cargo del Haran. Iban Aguinaga

Txus (Yue Zhu), unos metros más adelante y en la misma calle, Bardenas Reales, asume que quería jubilarse aquí mientras ordena algunas cajas en su supermercado Unide. “Llevo muy poco tiempo, no llega a tres meses. Viví 20 años en Zaragoza pero quería venir, aquí se está muy bien. Hay mucho espacio natural, es tranquilo, los vecinos son muy majos y los compañeros, Joaquín y Javier, también”, se ríe. Ella es la propietaria pero dice que “todos son jefes”. Reconoce que hay mucho trabajo, igual que Jin Lian Ye (Lucía), de 36 años, que también quería ser propietaria. Estuvo durante 4 años en un bar de Iturrama “pero tenía que pagar un alquiler, pagaba todos los meses y al final no era nada mío. Aquí tenía opción a compra y quiero quedarme”, valora. Lleva 4 meses frente del Haran junto a su marido y está encantada. “La gente es muy amable, hay muchas familias. Los padres, las madres, los niños y a veces vienen también los abuelos. Es un barrio tranquilo, me gusta”, dice, mientras despide a los clientes con un “hasta la próxima” y organiza los pedidos con el camarero. Acaba de salir de la cocina y se le acumula el trabajo.

Yue Zhu (Txus), junto a su compañero Joaquín, en el Unide. Iban Aguinaga

Trabajan cinco personas y “no cerramos ningún día. Estamos de 9 a doce de la noche, los fines de semana hasta la una. Antes de que llegáramos el bar abría solo por la mañana, gastamos mucho consumo de luz… Si cerramos no podemos pagar tantas cosas, menudo susto te das con las facturas”, explica, sonriendo. Asegura que lo asumen en familia, y no le resulta raro que tantos “paisanos” como ella los llama, hayan recalado en Sarriguren. “Hay mucha gente de China que ha emigrado, no sólo aquí. Hay 50 millones de personas fuera del país, tantos como habitantes de España”, señala.