Hoy el cielo es más azul con el ascenso del Amorebieta

Este sábado por la tarde no hubo ni un solo niño en Amorebieta. Estuvieron todos en Lezama. Porque el encuentro ante el Bilbao Athletic era más que un encuentro. Más que un final. Era todo un acto social, una reivindicación, de un pueblo de 19.000 habitantes. Desafortunadamente, no todos podían entrar en las gradas del Campo 2 de Lezama, así que la expectación fue tal que tuvieron que sortearse las entradas. Por eso, por todos los que se quedaron fuera, los 3.200 agraciados lo dieron todo. Durante los 90 minutos, durante los minutos de previa y, sobre todo, durante las horas de después.

Porque si el viernes Amorebieta se fue a dormir expectante, el sábado se levantó con los nervios que anteceden a algo grande. Como cuando Olentzero está al caer. Así, muchos no pudieron esperar en casa a la apertura de puertas y dos horas antes del pitido inicial ya se les veía en los aledaños de las instalaciones rojiblancas. Caminando con ganas. Como una serpiente azul. Como una alegre manifestación a Segunda. Este sábado todo se celebraba: encontrar sitio en el parking, pasar los tornos, conseguir un asiento en la sombra… Y es que el sol presionaba tanto como el Eldense (y eso que en Lezama corre una brisa que despeina) y por eso se mató la espera atestando un bar que no podía vender alcohol.

La fiesta comenzó en cuanto Jauregi puso a rodar el balón. Antes, se corearon todos los nombres de los jugadores del Amorebieta al ritmo que los escupía la megafonía. No así los de un Bilbao Athletic descendido desde hace semanas. Porque aunque el encuentro se jugara en Lezama, en el club rojiblanco sabían que esta vez los protagonistas eran otros. En el 7 Rayko levantó a todos del asiento con un tiro cruzado que se marchó fuera. El ¡uy! se escuchó desde Amorebieta, pero la afición animó aún más. Si llevaban dos jornadas esperando por el ascenso, podían seguir aguardando unos minutos más. Los 3.200 asistentes estuvieron muy metidos en el partido, mordiendo en cada decisión arbitral, aplaudiendo cada posesión azul. Lezama fue un hervidero. No había uñas, ni cutículas que aguantaran vivas. Sobre todo después del primer gol del Eldense y un paradón de Magunagoitia a bocajarro.

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Fue una tarde de transistores, de las que añoran los más clásicos. Por eso Lezama rugió con el gol del Murcia antes del descanso. Como si fuera la Nueva Condomina. Entonces el ambiente se relajó y eso se trasladó al campo. El Amorebieta jugó más cómodo.

El Amorebieta vuelve a Segunda División Pablo Viñas

Con el pitido final, la locura se apoderó de Lezama. Los 3.200 asistentes exhalaron el suspiro que llevaban conteniendo ya tres jornadas y saltaron de sus asientos más ligeros. Como si hubieran perdido el peso de la incertidumbre del ascenso. Por fin, la afición azul pudo celebrar ser equipo de LaLiga Smartbank. Desde la megafonía se recordó la prohibición de acceder al césped tras el partido, pero es muy difícil parar el ímpetu de quien vuelve a hacer historia. Justo entonces dejó de hacer calor en Lezama, pero casi nadie se puso la rebeca porque el Amorebieta iba a dormir al calor de la Segunda. Este domingo el cielo zornotzarra amanecerá mucho más azul que nunca.

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