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"Tuve mi primera pelota antes de llegar a cumplir un año. Mis hermanos jugaban e iba a verles a todos los sitios”, describe Ibai Pérez (Sestao, 1990). Es el tercero de una saga de cuatro muchachos. Los mayores son Unai y Urko y anduvieron a “buen nivel” en categoría aficionada. Hodei es el pequeño y sigue jugando a paleta goma. La vida de Ibai transcurrió en un frontón. “Quitaba horas de ir al parque por estar en la cancha”, describe entre risas el pelotari vizcaino, quien apostilla que “mi vida era frontón, frontón y frontón. He visto muchos partidos. Recuerdo ir solo o con mi padre a ensayar muchos fines de semana”.
Ibai Pérez comenzó jugando a mano y lo estuvo compaginando con la herramienta. A los “15 o 16 años” optó por centrarse en la mano. Y no le fue nada mal. Ganó el Cafés Baqué en categoría juvenil a Gorka Esteban, profesional con Aspe y Baiko, y terminó dando el salto al profesionalismo en 2009, con 18 años, en la firma de Eibar.
Debut con Aspe
Dicen que su muñeca prodigiosa conquistó a Fernando Vidarte. De todos modos, los problemas de manos cercenaron su carrera en la Liga de Empresas. Su último partido fue en agosto de 2010 en Sunbilla. Necesitó desconectar del frontón al rescindir. Apenas jugaba un puñado de torneos con pelota de tenis. Hasta que Xabier Sáinz de la Maza le reclutó para la escuela de Sestao. En dos años dio el salto a Innpala, previo paso por el circuito de GMGZ.
Su mejor virtud viene de ahí, de las horas de vuelo: comprende el juego, se anticipa. Intuición. “Voy medio pasito por delante. Sé cómo va a comportarse la pelota. Me sale solo. No es algo que haya ejercitado. Es sin querer. Meter tantas horas te da experiencia para saber cómo va a ir el partido”, certifica.
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En imágenes: Ibai Pérez e Iñaki Urrutia seleccionan material en el frontón Bizkaia de Bilbao para la final del Individual de pala.