Quizás la de Badalona no será una Copa de buen recuerdo para los alaveses, que, no obstante, terminaron con la alegría de ver a Ibon Navarro, uno de los suyos, alzar el trofeo de campeón tras dar una lección magistral de cómo dirigir a un equipo. El técnico gasteiztarra pasó a la historia del Unicaja al conseguir la segunda Copa del Rey del club, pero también del baloncesto español en general al convertirse en el primer equipo que elimina al Real Madrid y al Barcelona en una misma edición del torneo del KO. Todo ello sin tener la mejor plantilla, aunque sí la más batalladora y una de las más trabajadas tácticamente. Nadie se lo ha merecido más que el Unicaja.
El conjunto malagueño protagonizó la primera gran sorpresa del campeonato al eliminar al todopoderoso Barcelona el jueves. Los de Ibon Navarro dieron una lección de compromiso y trabajo defensivo conteniendo a algunas de las grandes estrellas del baloncesto europeo. Jasikevicius se vio sorprendido por la variante táctica de Navarro de enviar balones a Will Thomas al poste para crear ventajas desde allí con los movimientos sin balón y las entradas a canasta del resto de jugadores. El ala-pívot estadounidense hizo un gran trabajo y las jugadas de pizarra durante los minutos finales del tiempo reglamentario y la prórroga hicieron el resto.
Solo con eso el Unicaja tenía motivos suficientes para volver alegre a Málaga, pero eso no sació su hambre y el sábado fue capaz de sorprender también al Real Madrid. En este caso, el conjunto malagueño tendió una trampa a Tavares, el pívot más dominador de Europa, que se vio prácticamente anulado pese a las bajas de los pívots Lima y Sima. Los malagueños lograron sacar al caboverdiano de la pintura lanzando desde fuera y atascaron el juego del Madrid impidiendo respirar a sus bases, su principal punto débil.
Quedaba lo más fácil, pero a la vez lo más difícil: rematar su gran obra ante el Lenovo Tenerife. Y lo consiguió. Esta vez se encontró con la oposición de Vidorreta, otro gran entrenador, y durante gran parte del encuentro los canarios impusieron su juego, aunque el físico, el excelente manejo de la rotación de Navarro y la trabajada defensa del Unicaja, con cambios de marca constantes y ayudas para frenar a los interiores permitieron decantar la final. Ello y el inconfundible sello del técnico alavés, herencia de su paso por el Baskonia: solidaridad en el esfuerzo, lucha y mucho carácter.
Final de máximas emociones
La igualdad entre ambos conjuntos reinó desde el inicio del choque, en el que el Lenovo Tenerife logró imponer su estilo de juego, alargando las posesiones, conteniendo la anotación del rival e intentando sacar partido por dentro de las bajas interiores del Unicaja, que no pudo contar con Lima, Sima y tampoco con Djedovic. Aunque se jugaba a lo que querían los canarios, el Unicaja sacó petróleo del rebote ofensivo gracias al trabajo de sus infatigables hombres exteriores.
De hecho, fue ese factor el que permitió a los malagueños terminar el primer cuarto por delante (16-17) y solo el talento de Marcelinho Huertas evitó que mandaran también al descanso. El exazulgrana levantó a los aficionados de sus asientos con un heterodoxo y lejano triple a tablero cuando se agotaba la posesión al inicio del segundo cuarto, armando el tiro desde el pecho, y demostró que no había sido suerte al repetirlo para cerrar la primera parte (39-37).
Al regreso de vestuarios, Huertas siguió dando una clase magistral de baloncesto y, sacando una vez más partido a los fantásticos bloqueos de Shermadini, anotó siete puntos consecutivos para situar una ventaja máxima hasta entonces de nueve puntos con el 53-44. Sin embargo, si algo ha demostrado el Unicaja de Ibon Navarro en este torneo es que nunca se rinde, y la gran final no fue la excepción. Carter, protagonista con diez puntos en el tercer cuarto, y Kalinoski comenzaron a bombardear a los canarios desde el perímetro y lograron igualar el choque al cierre del tercer parcial (60-60).
Ibon Navarro, muy inteligentemente, decidió mantener en cancha a Carter durante prácticamente todo el tramo final del encuentro, y el estadounidense terminó siendo el as en la manga del técnico vitoriano. El escolta puso por delante a los malagueños con cinco puntos más (67-71), pero fueron los triples de Barreiro y de Osetkowski –con fortuna y contra tabla– los que comenzaron a decantar el duelo del lado verde a tres minutos del final con el 69-77. Marcelinho, desfondado, dejó de hacer magia, el físico del Unicaja, más joven y enérgico, se impuso e incluso tuvieron la posibilidad de correr la cancha, algo que no habían conseguido anteriormente.
El Canarias se negó a tirar la toalla, pero una antideportiva de Shermadini a Osetkowski, señalada tras la petición de revisión de Ibon Navarro, sentenció el choque (80-83) y una Copa del Rey histórica que encumbra, con merecimiento, al técnico gasteiztarra. Profeta lejos de su tierra.