En Arama, a media tarde, el cielo está plomizo y hace un frío polar en el último día de febrero. Iker Irribarria (Arama, 1996) sonríe mientras atiende a los medios con cordialidad. Sabe que le quedan apenas unos días para despedirse de la pelota a mano profesional. “El trabajo psicológico me ha ayudado a llevar mejor esto”, reseña. Una lesión en la rodilla derecha ha vencido al rey precoz, quien con 19 años se coronó como el campeón del Manomanista más joven de la historia de la pelota a mano profesional. Tiene 26 y le toca pasar página demasiado pronto. Reinventarse. Lo hará, seguro. Pero el sábado cuelga el gerriko. Por algo el firmamento está gris. De pena.
En marzo de 2021 fue sometido a una operación para solucionar la rótula bipartita de su rodilla derecha. Regresó seis meses después. ¿Cómo se desarrollan los acontecimientos desde entonces hasta que anuncia su retirada?
-En las semifinales del Campeonato de Parejas de 2022 con Rezusta, hace justo un año, comenzaron las molestias. Nos quedamos fuera de la final por un solo tanto y al eliminarnos quise dar un arreón físico para el mano a mano; la rodilla entonces me dijo que parara. Poco a poco he ido variando la intensidad para llegar a los partidos. He visitado a más de un especialista. No ha sido una decisión mía. No he tenido que decidir nada. Se venía el final del contrato, hemos puesto las cartas sobre la mesa y todos los médicos indicaban que no puedo seguir. Cada vez he ido teniendo más dolores hasta hoy.
Los últimos meses, tal y como ha relatado, han sido complicados. ¿Cómo los ha vivido usted?
-Ha sido una pena terrible. Por otra parte, he intentado hacerlo lo mejor posible en cada momento. Estando bien es complicado estar arriba; así que imagínese sin entrenar y sin hacer las cosas que tienes que hacer. Ha sido algo gradual. Poco a poco he tenido que ir bajando el pistón. Fíjese, si juego un partido, no puedo entrenar y si entreno a la intensidad que requiere la competición, no llego al partido. He tenido pena y dudas. Estos dos últimos meses han sido difíciles.
El dolor, no obstante, existe.
-Si no hubiera dolor, pudiendo estar otros tres, cuatro o cinco años, lo habría intentado. Cuando hay dolor aguantas un poco, pero llega el momento en el que ya no puedes más. Por ejemplo, ahora estoy jugando bien, pero sé que es un espejismo. Si no entrenas todos los días como los demás pelotaris, es complicado estar con los mejores. Tienes que entrenar bien, jugar bien y no tener lesiones.
Prosiga.
-Mi lesión quizás no te impide disputar un partido, pero en el día a día tienes unas limitaciones increíbles. Unas veces por casta y otras porque tienes el día bueno acabas sacando los compromisos. Son rachas muy cortas. Este último año no he podido dar mi nivel de ninguna manera.
En caso de seguir, hubiera sido contraproducente para su salud.
-Si no estás a tu nivel y no puedes entrenar, no estás capacitado para jugar a pelota. Los médicos me decían que no iba a tener un buen futuro. Hemos llegado a la conclusión de que así no podía seguir.
¿Cuándo toma la determinación?
-No sucede en un solo día. Es algo que se toma poco a poco. Cuando un especialista te dice que bajes el pistón, piensas en buscar una segunda opinión. Vas al siguiente y te comenta lo mismo; entonces, buscas a un tercero. Si el diagnóstico es similar... No es una decisión tomada por mí mismo, es obligada por el estado de mi rodilla. Lo asimilas poco a poco, pero cuesta.
¿Cómo han sido los momentos fuera de los focos durante todo este tiempo?
-Pasas momentos jodidos. Sobre todo cuando estás solo y en casa. Públicamente estoy una hora, pero luego tienes que regresar a casa y al día siguiente volver a darle. A veces cuesta. En esos instantes te das cuenta de que así no puedes seguir. Cuesta asumirlo y seguir en el día a día. Pierdes ilusiones y viene la tristeza. Es difícil estar así mucho tiempo, porque entras en un bucle del que no sales.
¿Cómo está Irribarria a día de hoy?
-Estoy mejor que antes de la rueda de prensa. Me siento entendido por la gente. Anteriormente estaba tenso, sin disfrutar del día a día, porque solo tenía en mente una cosa. Ha pasado un poco de tiempo y lo estoy asimilando cada vez mejor. Lo más difícil ya ha pasado.
¿Cómo ha sido esta semana para usted? Ha recibido mucho cariño.
-Ha sido una semana con muchos altibajos emocionales. Ha habido momentos en los que me he sentido muy potente, otros en los que me he visto bastante triste. La gente me ha tratado muy bien y estoy agradecido.
¿Cómo ha sido la relación con la empresa?
-Al principio yo estaba muy tensionado, pero nos hemos entendido muy bien y todo ha ido bien. Es de agradecer poder hablar con la empresa y que entienda tu situación. Eso me ha tranquilizado. Es un gusto acabar con un festival grande y con los mejores pelotaris, muchos de ellos en campeonato. Se lo agradezco a todos.
¿Cree que el público entenderá ahora la razón de su falta de regularidad en el último año?
-Sí. Las peores rachas han sido en verano. En invierno, si juegas un día a la semana, te vas apañando. Si, en cambio, disputas cuatro partidos en seis días y el primero terminas justo, es complicado seguir. El pelotazale sí ha entendido eso: que no es solo el estado de juego, las manos; hay mucha tensión e incertidumbre y si hay además dolores, es difícil estar.
Tiene 26 años. ¿Le da un poco de miedo o incertidumbre el futuro?
-Me genera incertidumbre. Tengo que replantearme otra vez la vida por completo. Le he dado mucha caña al cuerpo y la rodilla durante los últimos años y quiero tomarme un tiempo para disfrutar de la familia, recuperar todo lo posible la lesión y bajar el pistón un poco. Por otra parte, soy una persona activa y seguiré haciendo deporte en la medida que me deje la rodilla. También aprovecharé para hacer algún viaje.
Tiene claro por dónde pueden ir los tiros de su camino laboral.
-Tengo varios frentes abiertos: uno por la ingeniería mecánica, otro por la enseñanza y ahora estoy estudiando coaching, porque me gustaría ayudar al que lo necesite. No son cuestiones incompatibles entre ellas.
¿Qué es lo que más va a echar de menos cada fin de semana?
-Las dos primeras semanas seguramente lo tomaré con mucho gusto, pero más adelante será distinto. Faltará el sentido de mi día a día. Fíjese, yo he entrenado siempre la semana pensando en el partido del domingo. Ahora, que eso no va a existir, tengo que pensar al revés. Con un poco de tranquilidad, cogiendo las cosas con buen humor, hay que darle otro sentido a mi vida. Tengo una familia y mucho trabajo por hacer para mantener bien la rodilla. No me voy a aburrir.
El sábado será su partido de despedida en el Atano III. Juega con Zabaleta ante Altuna III y Martija. ¿Cómo espera ese día?
-Tengo bastante incertidumbre y estoy bastante tenso. Quiero que sea algo lo más sencillo posible. Mi intención es disfrutar de ese partido y de ese día. Emocionalmente sé que será una montaña rusa. Supongo que tendré momentos buenos y de bajón. En el vestuario seré consciente de que será mi último día como pelotari vestido de blanco. Quiero que pase, pero disfrutándolo. Quiero exprimir cada segundo.
Tiene dos txapelas del mano a mano, una del Parejas y es el campeón más joven de la historia. Eso son datos, pero, con la perspectiva, da la sensación de que siempre ha sido consciente de que existen más cosas que la pelota.
-Indudablemente. Y de aquí en adelante espero seguir igual. Lo hecho está ahí y me llena de orgullo. Hay que valorarlo, pero no hay que darle más importancia de la que tiene. He disfrutado mucho de estos ocho años en profesionales y en mi trayectoria formativa.
¿Cuál ha sido el peor rival para usted?
-Todos los rivales son malos.
¿Un compañero?
-Beñat Rezusta, con el que más he jugado. Ganamos el Parejas de 2017.
¿Un frontón?
-El Atano III de Donostia.
¿Cuál es el partido que más recuerda?
-El mano a mano con Altuna III en Donostia en la edición de 2019 -ganó Iker por 18-22-. Fue especial por todo: él era el campeón, yo venía de perder en el primer duelo de 2018 y el Atano III a reventar. Fue un partidazo. Creo que ha pasado a la historia.
¿Con qué txapela se queda?
-Mi primer Manomanista.
¿Se enteró de algo aquel año?
-No. Pasa todo tan rápido que no te enteras de nada. En el segundo di más valor al primero.
Ha disfrutado.
-Mucho. Soy un privilegiado.