Premio Euskadi de Investigación 2020, el químico Fernando Cossío compagina su labor al frente de Ikerbasque con la investigación que lidera en el Donostia International Physics Center (DIPC) sobre el origen del universo, un proyecto que ha logrado para Euskadi la primera ayuda europea ERC Synergy, dotada con 9,3 millones de euros. El currículum de este cántabro produce auténtico vértigo y, aun así, la humildad y claridad le han acompañado como marca de la casa. La misma claridad con la que hace balance ahora de los 15 años de Ikerbasque.
Le he escuchado decir en alguna ocasión que la Fundación Vasca de la Ciencia (Ikerbasque) nació como una “iniciativa visionaria” que tenía el objetivo de “situar Euskadi como nodo científico europeo”. ¿Misión cumplida?
Las misiones, como esta, nunca están cumplidas. Digamos que nos estamos moviendo en la buena dirección y que estamos obteniendo resultados mejores de los que creíamos a estas las alturas.
¿Recuerda cómo llegó a Ikerbasque?, ¿cómo se gestó la Fundación?
Cuando se gestó la Fundación yo no estaba en Ikerbasque, la directora era Mari Carmen Gallastegui a quien expresé mi agradecimiento en el discurso por el decimoquinto aniversario porque realmente ella fue la que lanzó desde cero la Fundación junto con el con el Gobierno vasco, naturalmente. Cuando llegué estaba todavía en sus inicios y nuestra primera misión fue desarrollar la estrategia de las tres R: reclutar investigadores de prestigio internacional para repatriar investigadores que, en un momento dado, salieron de Euskadi para ir a centros de punteros y, a su vez, retener a investigadores que ya estaban aquí pero que no tenían una posición estable y consolidada. Digamos que el primer paso fue estabilizar y crear una masa crítica de personas dedicadas a la investigación. En paralelo, pusimos en marcha los primeros BERC, los Centros de Investigación Básica y de Excelencia hasta llegar a los seis actuales: Achucarro Basque Center for Neuroscience, BCBL, BCAM, BC3, Polymat y el Basque Center for Materials, Applications and Nanostructures, DIPC, Centro de Física de Materiales y Unidad de Biofísica.
Hoy en día, no chirría hablar del ecosistema científico vasco, decir que la ciencia y la tecnología son pilares de la economía y esperar que Euskadi converja el año que viene con Europa en inversión pública en I+D+i. ¿Recuerda cuál era el peso de la ciencia en esa Euskadi de 2007?
La verdad es que pienso que Ikerbasque llegó en el momento adecuado porque en Euskadi ya se estaba produciendo un despegue de la investigación a nivel científico y a nivel tecnológico. La Universidad del País Vasco, las universidades de Mondragon y Deusto y la red, las alianzas tecnológicas existían, por tanto habían sentado las bases sobre las que construir algo sólido. Me gustaría recalcar que Ikerbasque no surgió de la nada, en medio de un desierto. Existía una comunidad investigadora vasca e Ikerbasque llegó para impulsar todavía más la producción científica. Lo que no había era una cultura de la movilidad, de investigadores que vienen, van y vuelven… Modestamente, considero que Ikerbasque sí ha contribuido a crear cultura del intercambio, de la movilidad, de la flexibilidad y de las conexiones internacionales.
Supongo que romper el corsé de la burocracia y tener las manos libres para fichar talento fue esencial en ese cambio cultural.
Claro que la posibilidad de atraer talento genera un efecto de retroalimentación. Cuanto más conocido eres y más gente buena tienes, más atractivo te vuelves y más personas quieren venir, quedarse o volver. Nosotros, digamos, somos un escalón positivo en sus trayectorias y también nos beneficiamos de sus aportaciones. O sea, es como un flujo, un proceso bastante dinámico, cuyo resultado final es una mejora de la I+D que se lleva a cabo en Euskadi.
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Usted es hombre de ciencia, así que seguro que no le resultará complicado resumir en cifras la aportación que Ikerbasque ha hecho para cambiar ese escenario.
La organización cuenta con un total de 336 personas investigadoras de 35 países distribuidas en tres categorías: 175 consolidadas, 91 jóvenes y 70 Research Associate, una categoría que complementa las dos anteriores y que busca cubrir las diferentes etapas de la carrera investigadora. Todos ellos investigan en áreas de conocimiento que se consideran estratégicas para el país. Ikerbasque ha sido seleccionada hasta en 5 ocasiones como una de las mejores iniciativas europeas para el desarrollo científico, recibiendo 24 millones de euros por parte de la Comisión Europea para impulsar sus programas de atracción de talento. El personal investigador captado ha conseguido traer al País Vasco desde 2007 un total de 295 millones de euros y 1.300 personas trabajan en los grupos liderados por estas personas. Esto ha permitido que las/os investigadoras/es Ikerbasque publiquen más de 10.000 artículos en revistas científicas de prestigio internacional compartiendo los resultados de sus proyectos de investigación. Desde 2007 han creado 31 compañías spin-off y han conseguido 34 ERC (European Research Council) una de las ayudas a la investigación más prestigiosa a nivel mundial.
Y se ha demostrado que además de una aportación al conocimiento, invertir en ciencia es algo rentable.
Completamente. Por cada euro público recibido, Ikerbasque devuelve a la sociedad vasca dos euros.
¿Cuáles son los ámbitos científicos en los que Euskadi juega en la liga con los mayores?
Somos referente en ciencias experimentales, en ciencias físicas y químicas. Esto abarca desde la física de la materia condensada a la astrofísica, desde la química orgánica y la ingeniería química a las ciencias de materiales en su sentido más amplio: materiales inteligentes, polímeros, etcétera. También somos referencia internacional en ciencias sociales y humanidades, por ejemplo, en lingüística y en multilingüismo. No quiero que se enfade nadie, pero en biología molecular y celular somos una referencia, en investigaciones sobre el cáncer, genética etcétera. Digamos que el esfuerzo público que se ha hecho realmente nos ha colocado en una posición internacional bastante buena, algo ciertamente impensable hace 15 años.
¿Euskadi es ya un entorno atractivo para la atracción de talento?
Yo diría que sí. Le contaré una anécdota. Estando en un congreso internacional, un Premio Nobel de Química , el polaco Roald Hoffmann, se me acercó para decirme que en su equipo tenía una persona que era muy, muy buena y que quería regresar a Europa. Entonces me preguntó si podría tener plaza en Ikerbasque. Abrimos una convocatoria pública y al final fue seleccionado y aquí sigue con nosotros.
¿Y de quién se trata?
Se trata del Ikerbasque Research Fellow, Bo Chen, que investiga en el Donostia International Physics Center en química de altas presiones, una cosa que suena sofisticada, pero que puede ser muy importante en la optimización de procesos de reacciones químicas y en los mecanismos del origen de la vida, en las fuentes hidrotermales de altísima presión.
¿Qué papel han jugado los investigadores senior en la consolidación de una red cada vez más solvente?, ¿y las mujeres científicas?
Muy importante claro. A este nivel, el riesgo que se corre es menor porque son investigadores que cuando vienen aquí ya tienen unas carreras muy brillantes. Esto nos ha permitido que los estudiantes de doctorado, que los investigadores jóvenes, se beneficien de esa red de contactos, que hagan viajes a centros internacionales... Es una relación de mutuo beneficio.
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Pero la brecha de género sigue ahí.
No voy a ocultar que a ese nivel tenemos problemas para contratar a mujeres científicas ya que dentro de la población senior hay menos. Nuestro objetivo es que al menos el 40% de la plantilla sea mujer. La contrapartida es que iniciamos un programa de captación de talento joven y ahí sí, porque el daño todavía no está hecho, la balanza se equilibra. El año pasado alcanzamos la paridad ya que el 50% de los nuevos investigadores Ikerbasque eran científicas jóvenes.
¿Cree que las tímidas mejoras que el Gobierno vasco o la UPV/EHU han introducido en las condiciones de las y los investigadores más jóvenes van a evitar que siga habiendo fuga de cerebros?
Globalmente, es probablemente. El Departamento de Educación y Universidades ha lanzado dos programas extremadamente ambiciosos que son saltos no incrementales, sino cualitativos. Por ejemplo, el Parque Científico de la UPV/EHU cuenta con el microscopio electrónico más avanzado del mundo, un aparato que permitirá descifrar el mundo biológico a escala atómica, lo que da pie a desarrollar fármacos y nuevos tratamientos para enfermedades neurodegenerativas y diversos tipos de cáncer, así como nuevas vacunas. Todo arrancó a sugerencia de dos premios Nobel que nos dijeron que era importante tener una infraestructura de este calibre en el ámbito europeo. El Departamento de Educación asumió esa iniciativa con total entusiasmo y estoy convencido de que va poder hacer cosas que antes eran imposibles y que colocará a Euskadi en una posición de ventaja
¿Por qué?
Porque este tipo de infraestructuras son nuevas y, en muchos aspectos, todavía no está desarrolladas. Pero cuanto estas tecnologías estén plenamente consolidadas nosotros ya estaremos subidos en el tren principal y no tenemos que subirnos en marcha, que es lo que desgraciadamente ha ocurrido en ocasiones. Como anécdota, le diré que hace poco vino un investigador que trabaja en Texas al que enseñamos las infraestructuras que teníamos aquí y se quedó asombrado. Él me dijo: Yo en Estados Unidos para tener acceso a las infraestructuras que me habéis enseñado tengo que tomar dos aviones y vosotros lo tenéis aquí a mano. O sea que sí, creo que realmente vamos a tener un despegue en los próximos años bastante importante y que mucha gente va a venir.
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La investigación vasca ha vivido un crecimiento exponencial pero Euskadi es huérfana en grandes infraestructuras científicas como el Sincrotrón ALBA de Catalunya o Laboratorio Nacional de Fusión ¿Euskadi aún no tiene la influencia política necesaria para atraer este tipo de infraestructuras millonarias?
En primer lugar, decir que sí tenemos instalaciones singulares a las que vienen investigadores de fuera a trabajar en ellas, por ejemplo, microscopio que se inauguró hace poco en la Universidad del País Vasco. ¿Una fuente de luz sincontrón como el Alba? Son, digamos, instalaciones contadas en toda Europa.
Le hacía la pregunta por si considera que se perdió una oportunidad de oro con la Fuente Europea de Neutrones por Espalación (ESS).
Sí, se nos escapó a la ciudad sueca de Lund. Pero, bueno, somos referencia en neutrinos.
Y hablando de conocimiento de frontera, ¿cómo se imagina la ciencia vasca en 15 años?
Yo me imagino una ciencia bien desarrollada, influyente, con investigadoras e investigadores trabajando en paridad, con un despliegue de colaboraciones internacionales y de grandes infraestructuras que nos permitan prepararnos para lo que viene. Los próximos años va a haber unos saltos muy importantes en materia de ciencia. Creo que en 2037 estaremos mucho mejor situados de lo que estábamos hace 15 años y de lo que estamos hoy, con todo el gran salto que se ha producido.