Con 15 años empezó a jugar en el Xota, con 30 se retiró y poco después cogió las riendas del banquillo. Imanol Arregui cumple su 21ª temporada al frente del club de su pueblo, de su vida, y lo mismo ha saboreado el éxito cuando la situación económica era más boyante como le ha tocado reflotar un proyecto cuando las arcas lucen más vacías. En ello está. Lo que nunca ha perdido en todo este tiempo es la ilusión, la pasión por entrenar y su buen ojo para fijarse en los jugadores, en especial en los más jóvenes, a quienes no duda en dar oportunidades. A pesar de contar con una plantilla corta, golpeada además por las lesiones de piezas fundamentales, el técnico navarro, de 50 años, ha conseguido colar a Osasuna Magna –tras 11 jornadas disputadas– entre los ocho primeros de la Liga, con 16 puntos, desplegando un juego muy competitivo y siendo capaz de ganar a rivales de la talla de Valdepeñas o Levante y de empatar con otros gallos de la categoría como ElPozo o Palma. Para algunos es un mago del fútbol sala. Él se considera sólo "un currante".
A estas alturas, ¿imaginaba estar en tan buena posición?
–Probablemente hubiese firmado estar con 16 puntos, pero con toda la plantilla disponible. Estamos sin tres de los jugadores más importantes del equipo, que son Fabio, Bynho y Tony Escribano. Y estamos con esos puntos después de haber ganado en casa al Valdepeñas, al Levante, al Jaén y haber empatado con Palma. Hemos pasado además un periplo de cuatro o cinco partidos en 15 días, jugando el grueso de minutos con seis jugadores y uno de ellos, Carlos Vento, haciendo un esfuerzo descomunal, ya que tiene el tobillo fastidiado. Estoy muy orgulloso de ellos, independientemente del borrón de Cartagena, que no estuvimos bien. Al final, es muy complicado competir al mismo nivel todos los partidos con tan poca gente y con tantos viajes comprimidos. El balance hay que hacerlo general y ahora mismo, a falta de lo que queda en la primera vuelta, estamos séptimos y superando a equipos que tienen que estar por encima de nosotros sí o sí. Es para felicitarles. La temporada está siendo muy buena. Nos queda mucho camino por recorrer y el objetivo sigue siendo el mismo, la permanencia, aunque evidentemente si tenemos opciones de otras cosas, por supuesto que las vamos a pelear.
¿Y dónde está el secreto, teniendo en cuenta todas esas vicisitudes?
–Al final es trabajo y grupo. Quienes nos hacen mejores o peores siempre son los jugadores, que son los protagonistas de esto. Por supuesto que los demás somos importantes, porque estamos para poner de acuerdo a todo el mundo y que todos tengan una misma idea de juego. Pero quienes te hacen bueno o malo son ellos. Hay jugadores que han crecido mucho del pasado año a este y que todavía tienen margen de mejora. La regularidad y el esfuerzo que están demostrando todos con las bajas es encomiable. Algunos están superando una media de 30 minutos de juego por partido. Eso depende siempre de la mentalidad del grupo, de la individual y de la capacidad de trabajo. Ahí están currando como cabrones. Creen en lo que se hace y esa es la clave de todo.
Elogia a los jugadores, muchos de ellos con poca experiencia en la máxima categoría cuando llegaron, pero algo tendrá que ver también el artesano que entreteje todos esos mimbres, ¿no?
–(Se ríe). Yo siempre digo que dentro de las posibilidades del club, que no son muchas, tenemos la ventaja de que fichamos lo que necesitamos para nuestra idea de juego. Buscamos un perfil de jugador que vaya con nuestra idea, con nuestro modelo, y luego hay que acertar, que no siempre es fácil. Cuando traes jugadores de otras ligas o chavales que están jugando en categorías inferiores no sabes qué rendimiento te van a dar. No sabes cómo son, cómo reaccionan en competición, ante las adversidades... Hay que ir poco a poco. El año pasado fue muy duro, pero sabíamos que podía pasar, porque eran siete los jugadores nuevos. El equipo creo que jugó dignamente, aunque sufrimos mucho. Por otro lado, también pienso que ese año nos ha venido bien. Nos hizo crecer más. Los chavales tuvieron que asumir responsabilidades para las que no estaban preparados y eso les hizo madurar a pasos agigantados. Este año se está viendo. Tony, antes de lesionarse, estaba a un nivel espectacular; Dani Zurdo está haciendo una temporada muy buena; Linhares ha crecido una barbaridad... Muchas veces se habla de presión cuando estás peleando entre los ocho primeros. Eso no es presión, es un premio. Presión es que si pierdes, te vas a Plata. Y el año pasado la tuvimos.
Habla de cómo ese año pasado ha hecho crecer a los jugadores. A usted, ¿cómo le afectó?
–Ufff... Fue durísimo. No el más duro, porque para mí el anterior lo fue aún más por muchas razones. Pero sí que el año pasado fue difícil, porque al final llevas muchas temporadas jugando play off y sabes que ahora va a ser complicado, pero una cosa es saberlo y otra vivirlo. Hubo momentos muy jodidos. Es cierto que el grupo siempre estuvo unido, con la confianza de que no íbamos a bajar. Pero recuerdo por ejemplo el partido de Valdepeñas y no he vivido jamás como entrenador un encuentro con tanta tensión. Era absolutamente clave ganar en una pista en la que casi nadie había vencido. Fuimos y lo hicimos. Ese final de partido y también el de Inter me dejaron unas sensaciones que jamás había vivido como entrenador. También eso te ayuda a valorar mejor lo que se hace cuando las cosas van bien.
Lleva 21 temporadas como técnico. ¿Su peor momento fue hace dos años, cuando se produjeron las salidas de tantos pilares del equipo (Saldise, Usín, Araça y Martel)?
–Sí, sin duda. El más duro y desagradable. Por muchas razones. En lo personal fue un año difícil, con muchos problemas extradeportivos y duros de llevar. Y en lo deportivo, también. Yo no hubiera jugado aquel play off por la Liga después del parón, porque para mí ya se había acabado la temporada y un ciclo.
¿Se sintió dolido con la marcha de esos cuatro jugadores?
–Sí, claro que sí. Me sentí dolido. Aunque trates de separar tu situación personal y la deportiva, al final es complicado. Cuando estás más sensible de lo habitual y tienes a gente muy cercana que se está yendo, las cosas te afectan mucho más.
El mercado nacional es ahora mismo inaccesible para el Xota por la situación económica. ¿En qué momento decide fijarse en Tailandia o Venezuela para buscar allí jugadores?
–Yo es que soy muy friki. Me veo muchos partidos. El año pasado, el de la reconversión, la pandemia me vino "bien" en ese sentido, para mirar qué necesitábamos con tan poca pasta. Sabíamos que teníamos que apostar por gente joven y a la postre acertamos con casi todos. Aquí, si fallas, no hay vuelta atrás. Hay que acabar el año con lo que se tiene. Esta temporada la base estaba y había que buscar el recambio de Diego Mancuso, algo difícil, pero había visto a Raúl Rocha y me parecía que tenía un perfil bastante parecido y con mucho margen de mejora. Desde el principio le gustó el proyecto y tuvo predisposición a venir. Lo de Neno fue un poco de rebote. Estaba mirando otros jugadores y lo vi. Hay que tener en cuenta que es un niño, no había jugado en Primera División en Tailandia y es como subir a un chaval del filial. Va poco a poco y le está costando más que a los demás, pero mejora paulatinamente y veremos cuál es su progresión. Y con Carlos Vento fue parecido. Estaba viendo un partido de la selección de Venezuela, fijándome en otro jugador, lo vi a él y me encantó. Me parece diferente. Si no miras puede pasar desapercibido, pero no hace nada mal. Defiende y ataca bien, es listo, tiene buen pase, regate y un perfil muy nuestro: chiquito y toca huevos. Cuadra muy bien en el equipo y está además centrado. Aún no hemos visto ni el 70% de él, está con el tobillo mal, pero es un grandísimo jugador. Y en esas estamos. Acabé viendo partidos hasta de Kosovo, de ligas juveniles, Segunda portuguesa, Tailandia, China, Brasil, Croacia, Ucrania€
¿Y cómo le llegan esos encuentros?
–Me busco la vida. Conozco a muchos representantes y ya saben que con los vídeos que me mandan, en los que todos parecen Ricardinho, no me sirve. Tengo que ver partidos, porque saben que si no, no voy a fichar. Además, en Internet siempre buscas algo. Al final, intento fichar a buenos jugadores, pero para mí es importante que sean además buena gente. El grupo tiene que estar por encima del yo y para eso hay que tener jugadores que pongan el nosotros por delante. Es difícil saber cómo es la persona, pero los encuentros te dicen mucho. Me gusta fijarme en cómo interactúan con los compañeros, con los árbitros, con el entrenador o con el público.
Ha dado ya varias pinceladas. ¿Qué le pide a un jugador para que encaje en el Xota?
–Cada perfil y posición tiene su especificidad, pero mi debilidad siempre son los enanos rápidos y habilidosos. Ahí es donde se me van los ojos. Luego siempre hay otros como Mancuso, Rocha, Araça o Dé, de otro estilo, que me pueden encajar. Pero si estoy viendo un partido sin buscar nada en concreto, siempre se me van los ojos al pirulero. Y si es zurdo, ni te cuento, estilo Jesulito o Dani Zurdo. Por nuestro modelo de juego, es lo que más nos va. El jugador rápido, dinámico, que defiende bien, que es agresivo, que sale rápido a la contra y tiene capacidad en el uno contra uno. Eso en líneas generales.
También ha puesto las miras en la cantera, con Ion Cerviño dando el salto definitivo y con Josu Mendive aportando mucho. ¿Cómo les está viendo?
–A Ion, con 18 años, y a Josu, con 19, les está tocando lo que no les corresponde. Este año, en circunstancias normales, tendrían que ir entrando poco a poco. Pero les ha tocado asumir otro rol. Ion lo está haciendo bien. Va a tener partidos mejores y peores, pero ha tenido que salir en momentos malos y lo ha hecho bien. Aún tiene que crecer. En el caso de Josu es más complicado, porque es este año cuando realmente está entrenando con nosotros. Todavía hay cosas que le cuestan, pero nos ha dado dos puntos –los empates ante Córdoba y Palma–. Le ha tocado salir dos partidos a hacer el juego de cinco y el chaval nos ha dado dos puntos. Eso también es gratificante, para mí y para ellos. Tienen futuro, pero hay que tener paciencia.
De usted siempre se valora el buen ojo que tiene con los jugadores y cómo es capaz de moldearlos. ¿Cómo lleva los elogios?
–Al final yo soy un currela. Me gusta mucho esto y tengo la suerte de que mi hobby es mi trabajo. Hay veces que te cuesta, por supuesto, porque nunca es fácil. Entrenar no es la hora y media del pabellón. Donde menos horas metes es allí. En casa son muchas más. Pero es mi trabajo, mi pasión y ojalá que podamos seguir sacando chavales. Es lo que a mí me gusta, la verdad. Me encanta mirar a la gente joven y apostar por ellos, darles la oportunidad. Muchos han salido bien y otros no, porque esto depende de infinidad de cosas. Pero cuando coges un joven y sale, para mí no hay nada más gratificante que eso. El caso de Palote (Roberto Martil), sin ir más lejos. Decirle con 17 años que se va a Salou cedido, coger él la maleta, confiar en ti... Y ahora lo ves aquí de capitán y al nivel que está. Me gusta y siempre voy a ir a intentar sacar a jóvenes. La mayoría de las veces, no siempre, ellos saben valorar el trabajo y que tú has apostado por ellos.
Lleva aquí toda una vida, ha tenido ofertas de clubes grandes y no se ha querido ir nunca. ¿Por qué?
–Alguna vez sí que he estado muy cerca de irme.
¿Cuándo?
–Al año o a los dos años de ser subcampeones de Liga (2010). Al final no salió bien y me quedé. En otras ocasiones me lo he planteado, pero la mayoría de las veces no. Soy un tío un poco raro. La gente que me conoce sabe que me tiran muchas cosas. Evidentemente todos trabajamos por dinero, hay que comer, pero para mí lo económico nunca ha sido lo prioritario. Para mí es fundamental el proyecto, que te dejen trabajar y los retos. Además, estoy en casa y en el club en el que voy a acabar. Probablemente salga, no sé cuándo, pero tengo claro que voy a terminar aquí, no sé si de entrenador, de director técnico o con el juvenil. Si algún día salgo será porque me apetezca asumir un reto y me guste todo el conjunto.
Por de pronto, en junio renovó por dos temporadas más.
–Tengo la ventaja de que llevo muchos años aquí y no tengo que demostrar ya nada. Doy todo lo que puedo por este club y si algún día decido salir, sé que no me van a poner ningún problema. Para mí lo fácil hubiese sido irme, sobre todo el año pasado, pero precisamente es cuando menos me lo planteé. Creía que en ese momento el Xota necesitaba que estuviese aquí. No porque sea mejor ni peor, sino porque soy un tío de club y no me podía ir. Yo siempre digo que el único imprescindible es Tatono. Me considero importante, pero no imprescindible.
¿Cree que volverán pronto los momentos bonitos del Xota?
–Ojalá. Esta temporada, sobre el papel, nadie contaba con nosotros para nada que no fuese pelear por no bajar, porque es la realidad. Pero el equipo tenía muy buena pinta. Me da mucha pena no contar con Bynho, Tony o Fabio. Nunca sabes qué resultados íbamos a tener, pero evidentemente con ellos el equipo es mucho más fuerte. A partir de ahí, creo que podemos luchar por acercarnos ya no a ElPozo o al Barça como era antes, sino a otros equipos como Valdepeñas, Levante o Palma. El día que piense que no podemos aspirar a más de lo que diga el papel, me tendré que ir. El año pasado comenzamos un nuevo proyecto y creo que pinta muy bien. Hay que ser optimistas.