El martes se aclarará una de las incógnitas de las últimas semanas: quién será el presidente de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona (MCP). La fecha llega con la negociación apurada hasta el último minuto, con independientes, EH Bildu y PSN en una carrera por liderar uno de los organismos más importantes –en cuanto a dotación presupuestaria– y cuyas políticas –gestión de residuos, tasas, transporte urbano– afectan de lleno al día a día de la mitad de la población navarra.
En la negociación se ha colado, como un elemento colateral, la elección del próximo presidente de la Federación Navarra de Municipios y Concejos (FNMC), cuya asamblea es el 6 de octubre. Y todo sin perder de vista que la gran partida política navarra tiene hoy muchos ojos puestos en qué puede ser del Ayuntamiento de Pamplona en el corto y medio plazo, donde Cristina Ibarrola sobrevive desde la debilidad de 9 escaños de 27 y una amplia mayoría progresista –encabezada por EH Bildu– en contra.
la negociación Ha sido imposible despegar esta realidad de las negociaciones para la presidencia de la Mancomunidad. Es un órgano complejo y con mayorías heterogéneas y caprichosas. Tiene 54 miembros. El presidente saldrá de una primera votación en caso de que el candidato o candidata alcance los 28 votos. Si no, en segunda oportunidad, el que tenga más votos.
En unas conversaciones herméticas se han barajado todas las opciones. Parecía que había tres vías. La de los independientes, que en 2019 concitaron los apoyos suficientes en torno a David Campión, alcalde de Ollo y actual presidente, que ya ha dicho que quiere seguir. La de EH Bildu, legitimado por ser la fuerza con más asambleístas –16 de 54–. Y la de los socialistas, que pese a tener solo 8 miembros en la asamblea han maniobrado para tener la presidencia. “Ya la hemos tenido con menos asambleístas todavía”, decían en el PSN esta semana. Es cierto, con 6 escaños. En tiempos de Pepe Muñoz, por ejemplo, cuando el PSN recibía el apoyo de UPN a cambio de la Federación de Municipios y Concejos.
Los intereses
Algo de esa misma lógica ha habido ahora, pero con fuerzas totalmente distintas. El PSN tiene en mente el caramelo de la presidencia, muy goloso para un perfil como el de Elma Saiz –exdelegada del Gobierno, exconsejera de Hacienda, ahora portavoz socialista en Pamplona–. Pero para eso necesita el apoyo de una fuerza progresista. Y eso ha dado pie a una especulación en torno a un posible acuerdo con EH Bildu, una constante en la política navarra desde 2019.
El secretismo de las negociaciones no ha ayudado a despejar una jugada demasiado maquiavélica: los socialistas en la Mancomunidad con el apoyo de EH Bildu, los soberanistas en la Federación y el terreno allanado para una moción de censura en el Ayuntamiento de Pamplona. Pero todo lo que tiene de audaz lo tiene de complicado.
La realidad es más prosaica. En las negociaciones se han abordado todos los escenarios, como es lógico. Pero lo cierto es que una holgada mayoría progresista tiene prácticamente cerrado un acuerdo programático, un documento de políticas para cuatro años. Y en ese documento coinciden EH Bildu, PSN, Geroa Bai, Contigo Zurekin y los independientes de sensibilidad progresista.
La presidencia tiene pinta de resolverse en el último momento. Pero una jugada entre los socialistas y los soberanistas despierta dudas. Hay varias razones.
La primera es que no habría problema para elegir el presidente de la Mancomunidad. Las fuerzas progresistas suman unos 36 votos, los de EH Bildu –16–, PSN –8–, Geroa Bai –4–, Contigo Zurekin –3– y los independientes de izquierdas, que son unos 5. Incluso en segunda votación, con más síes que noes, el PSN y EH Bildu suman en solitario más que cualquier otra posibilidad que pudiera armar UPN –que tiene 12–.
El difícil ‘cambio de cromos’
Pero meter en la negociación la presidencia de la Federación Navarra de Municipios y Concejos es otro cantar. Si la Mancomunidad es un órgano complicado, la FNMC todavía lo es más. Está compuesta por medio millar de instituciones que tienen un voto ponderado con arreglo a su representación.
En 2019, por ejemplo, Pamplona contaba 95 votos. Y de ahí para abajo. Los censos suelen ser de 1.200, 1.300 votos, y las mayorías absolutas son poco habituales. Hace cuatro años, Juan Carlos Castillo –un independiente que gobierna Peralta con una candidatura de izquierdas– se hizo con la presidencia gracias en parte al apoyo de EH Bildu –además de otros grupos– en una jugada muy bien calculada con un censo de 1.222 votos.
Lo que pasa es que en la Federación de Municipios hay un gran bloque de independientes –estas candidaturas gobiernan al 18% de la población navarra– que supone unos 600, 700 votos, y que tiene todas las sensibilidades políticas que nos podamos imaginar. Hacer estrategias es complicado.
Así que la posibilidad de un reparto Mancomunidad-Federación es complicado. No imposible, pero complicado. Hay otra razón: el acuerdo PSN-EH Bildu supondría salirse de un amplio acuerdo progresista para entrar a un cambio de cromos entre dos partidos. Sería raro. Y las legislaturas son muy largas.
Incertidumbre
Cuesta pensar que EH Bildu, el grupo mayoritario, entre a una jugada así. Una por una, el primer beneficiado sería el partido que, precisamente, les negó la alcaldía de Pamplona. Luego ya veríamos qué ocurre con la Federación, donde por cierto los socialistas no son de los grupos que más voto tienen porque gobiernan sobre menos del 6% de la población navarra.
Solo un cálculo perfecto –cualquier error podría dejar la presidencia en manos de UPN– y un compromiso por Iruña en forma de moción de censura justificaría algo así. Y eso parece muy remoto a día de hoy. Además, lo ocurrido esta semana en el Parlamento puede no pasar de ser anecdótico, pero refleja el estado del ambiente a día de hoy: los partidos de la coalición –PSN, Geroa Bai y Contigo Zurekin– no han acordado con EH Bildu la presidencia de las comisiones, y esa falta de sintonía ha propiciado un montón de presidencias para UPN.
En pocas horas se sabrá el resultado de la negociación. Entre los cálculos de unas negociaciones apretadas, lo más posible: algo parecido a una solución como la actual, con independientes y un gran acuerdo progresista para ambas instituciones. Tampoco hay que perder de vista la investidura de Sánchez. Y una carambola de estas características entre PSN y EH Bildu atraería todos los focos. Y quizá no sea el momento.