Iñigo Ansola Kareaga es el director general del Ente Vasco de la Energía (EVE), la agencia pública encargada de desarrollar proyectos e iniciativas energéticas
La Unión Europea debate este fin de semana un nuevo paquete de sanciones contra Rusia que incluye por primera vez un veto a las compras de petróleo. Sancionar el gas, en cambio, despierta temores antes un posible desabastecimiento por la alta dependencia europea de esta fuente de energía rusa. No es el caso, sin embargo, de Euskadi, que tiene garantizado el suministro "siempre y cuando seamos capaces de pagar ese gas".
La pregunta del millón en las últimas semanas: ¿Cuándo bajarán los precios del gas, la electricidad y el petróleo?
—Todo depende de la geopolítica. El propio 24 de febrero, cuando comienza la invasión, el precio del gas subió un 30% y hemos llegado a unas cotas impensables, a 300 euros el MWh de gas, la electricidad por encima de los 500 euros el MWh hora. Eso ha sido la cresta, hemos bajado, pero a día de hoy la electricidad está a 197 euros el MWh. Por lo tanto, tiene que haber señales geopolíticas, mayor tranquilidad, que impere la cordura y la paz.
Bruselas habla, por primera vez, de vetar el petróleo ruso. ¿Puede repercutir esta medida negativamente en nuestros bolsillos?
—Lo que ha quedado patente es que Europa tiene una dependencia energética muy grande, y Rusia juega un rol muy importante. Se está hablando de que a finales de este año Europa podría prescindir del petróleo ruso, veremos a ver qué es lo que pasa. En cuanto al gas natural, esa es otra película. Ahí las cosas no son tan fáciles. La dependencia es mayor y Europa no está dotada de suficientes infraestructuras, y sobre todo estoy pensando en Alemania, para poder adquirir gas natural de otros países. Sobre todo, si estamos hablando de un mercado donde el gas les puede venir de otras partes del mundo, ya tiene que ser licuado y el gas natural licuado necesita una serie de infraestructuras y no toda Europa cuenta con esas infraestructuras.
¿Y Euskadi?
—En el caso de Euskadi sí que podemos decir que estamos bien, tenemos unas infraestructuras muy buenas en cuanto a lo que es la importación del gas, que puede ser tanto por tubería como por barco, por grandes metaneros que atracan en el Puerto de Bilbao, que importan el gas en estado líquido y eso te abre las puertas a todo el mundo. En el Estado pasa lo mismo, está por una parte el gas que se produce en Argelia, por tubo, en este momento solamente por la conducción que se llama Medgaz. El Magreb está cerrado, pero también existiría si se solucionan los problemas políticos entre Marruecos y Argelia. Pero a su vez hay una serie de infraestructuras de regasificación en lo que es toda la Península que garantizan de alguna manera todo lo que es la posibilidad de adquirir gas de cualquier parte del mundo.
¿Euskadi tiene garantizado, entonces, el suministro de gas?
—En ese sentido, hay garantías de suministro siempre y cuando seamos capaces de pagar ese gas. Pero no en toda Europa. Cuando se habla de prescindir del gas ruso a nivel europeo, diría que a día de hoy no es posible. Otra cosa es que en un periodo medio-largo sí se pueda prescindir. Pero Europa necesita de una serie de infraestructuras para prescindir del gas ruso. En Euskadi tenemos Bahía de Bizkaia Gas. Allí se almacena gas natural licuado en tres almacenes, cada uno de ellos tiene 153.000 metros cúbicos. En el año 2020, el año de la pandemia, el 204% del gas que se consumió en Euskadi vino de BBG. El año pasado, vino el 150% del gas que se consumió en Euskadi y llevamos al menos seis años que más del 100% del gas que se consume en Euskadi viene a través de BBG. Euskadi consume anualmente 2.500 millones de metros cúbicos de gas natural.
Esas son las fortalezas de Euskadi, ¿y sus debilidades?
—Euskadi tiene grandes fortalezas en cuanto a suministro tanto de gas como de electricidad. ¿Cuáles son las debilidades? Que somos grandes consumidores, tenemos una alta dependencia energética. Si desde fuera no nos llega, internamente no tenemos una producción suficiente, porque dependemos en un 90% de la energía exterior para atender todas las necesidades que tenemos. La fortaleza es que tenemos muy buenas infraestructuras, no dependientes exclusivamente de un único país, en este caso de Rusia.
En el contexto actual, cobran cada más importancia conceptos como diversificación energética, ahorro energético o energías renovables. ¿Cómo va Euskadi en esa carrera?
—Se está trabajando muy intensamente en este momento. Somos muy consumidores de energía, no porque seamos más consumidores que otros, sino que es por nuestro tejido económico. El 25% de nuestro PIB es la industria, cuando la media europea es bastante inferior. Y luego tenemos un sistema de movilidad también muy consumidora. En el mix energético nuestro de consumo, el 43% es el transporte, y seguido está la industria, que consume un 36%. Tenemos un sistema que consume muchísima energía y con alta dependencia de la energía que nos viene de fuera, ya sea en forma de petróleo, gas natural o electricidad. Tenemos una estrategia definida y aprobada en el año 2016 que va hasta el 2030 y ahí está claro que tenemos que hacer un esfuerzo enorme en implementar las energías renovables.
¿Cuáles son las más competitivas en la actualidad?
—El sector fotovoltaico es la tecnología más barata, y el sector eólico. Pero también tenemos muchísimos bosques que pueden suministrar biomasa, tanto para calor como para generación de electricidad podemos utilizar la biomasa. Y luego están las tecnologías que son más eficientes, como pueden ser la geotermia, la aerotermia. Siempre decimos que tenemos que ir a un mix energético cada vez más limpio, donde la cuota de participación de las energías renovables sea mayor, pero no va a ser una única tecnología la que gane, sino que va a ser todo un compendio de tecnologías que ayudarán a sumar para que ese mix cada vez sea más renovable. Para eso estamos intentando promover parques eólicos, parques fotovoltaicos, también estamos intentando promover calderas de biomasa, geotermia, aerotermia. Son proyectos, sobre todo el eólico y el fotovoltaico, de gran generación pero también estamos abordando proyectos de mediana generación y, cómo no, llegando hasta el autoconsumo. Proyecto a proyecto haremos un proyecto grande.
¿Qué incidencia va tener en los bolsillos de los consumidores el acuerdo de España y Portugal con la Comisión Europa para poner un tope al precio del gas para la generación eléctrica?
—La última tecnología que está casando en el mercado en las subastas diarias es el ciclo combinado con gas. Entonces, como el gas está muy caro y no se puede incidir en el mercado del gas, la propuesta es limitar su precio para esa generación eléctrica a través de los ciclos combinados. Con ese tope, si ahora estamos en precios de 200 o 250 euros/MWh bajaríamos a un precio de la electricidad de unos 125-150 euros/MWh, lo cual es una reducción importante, pero seguimos dependiendo del precio del gas. Esta medida va a incidir en una reducción por MWh de unos 80 euros, pero seguiremos en precios altos, que no se nos olvide. En agosto del año pasado estábamos preocupados por que la electricidad estaba a 90 euros/MWh. Evidentemente, la ciudadanía lo va a notar, pero sobre todo es la industria la que lo va a notar y lo está notando ya, y sobre todo aquella industria que es muy dependiente energéticamente. Lo que a futuro necesitamos imperiosamente es que baje el precio del gas.
"Europa no está dotada de suficientes infraestructuras para poder adquirir gas natural de otros países"
"Cuando se habla de prescindir del gas ruso a nivel europeo, diría que a día de hoy no es posible"
"En Euskadi dependemos en un 90% de la energía exterior para atender todas nuestras necesidades"
"Tenemos unas infraestructuras muy buenas en cuanto a lo que es la importación del gas"