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Iñigo Pérez, gran entrenador y todo un caballero

Con apenas 37 años, el técnico navarro del Rayo Vallecano se está labrando a diario una bien ganada fama dentro y fuera de los campos
Iñigo Pérez saluda a Ernesto Valverde en el Rayo-Athletic de la pasada temporada. / ATHLETIC CLUB
Iñigo Pérez saluda a Ernesto Valverde en el Rayo-Athletic de la pasada temporada. / ATHLETIC CLUB

La vida profesional de Iñigo Pérez Soto (Pamplona, 18 de enero de 1988) no ha sido un camino de rosas. Pero, habiendo pertenecido a la élite, y tras recalar con apenas 14 años en Lezama y en el Athletic durante otros doce, el destino le había guardado que lo mejor le llegara ya colgadas las botas, en el siempre complicado mundo de los banquillos. Ahora triunfa al máximo nivel, en su tercera temporada, segunda como primer entrenador y primera completa, enrolado en un Rayo Vallecano que aspira a regresar a Europa, hito logrado en 2013.

Fue entonces, cuando dirigido por Paco Jémez, tocó techo al concluir octava la escuadra capitalina. El mejor resultado obtenido en las 22 temporadas que a lo largo de su historia ha militado en Primera. Pues bien, el Rayo hoy, con 14 partidos por delante, es sexto. Solo por detrás de Villarreal, Athletic, Atlético, Real Madrid y su último rival, el Barça, que anoche le ganó por la mínima en Montjuïc, y cómo no, con polémica, de la que Iñigo sabe escapar. Y escapa.

El zurdo navarro ha tenido muy buenos maestros en su etapa en activo. Más allá de todos aquellos que, en cadetes, juveniles, Basconia y Bilbao Athletic, le formaron también como persona, quienes le dieron la oportunidad de alcanzar el primer equipo rojiblanco y mantenerse en él aunque nunca lo tuvo fácil para brillar, ni en el centro del campo ni como lateral. Hubieron mejores que él, por lo que ni Joaquín Caparrós, que le diera la alternativa, curiosamente en un Rayo-Athletic de Copa, ni Marcelo Bielsa, con el que fue subcampeón de la UEFA Europa League en 2012, ni con Ernesto Valverde.

Cedido previamente en Huesca, en verano de 2013 también lo fue al Mallorca, pero tuvo que regresar precipitadamente tras Navidad debido a un cuadro de estrés. El Txingurri le acogió aunque no llegó a jugar antes de trasladarse a Soria. Cuatro buenos años en el Numancia marcaron su etapa final como futbolista, ya que fue uña y carne con Jagoba Arrasate y Bittor Alkiza hasta el punto de hacer los tres a la vez las maletas hacia Pamplona. Con ellos estuvo otras cuatro temporadas, regreso a Primera incluido.

El Rayo y la imposibilidad de la Premier

No fueron sus únicos profesores. Ya con el título de entrenador en el bolsillo, el Rayo Vallecano, con un perfil de técnico que gusta, y mucho, en la populosa barriada madrileña, quiso contar con él en 2022 como ayudante de su compañero de vestuario en San Mamés, Andoni Iraola, cuando este iniciaba en el primer equipo franjirrojo su tercer curso tras la marcha del ahora míster del Girona, Míchel.

Tal fue la óptima labor llevada a cabo por ambos que la Premier League, en concreto el modesto AFC Bournemouth, tocó a sus puertas hace dos veranos. La respuesta fue afirmativa pero solo el guipuzcoano pudo pisar suelo británico. El Brexit exigía, para regular los papeles de trabajo, acreditar tres de los últimos cinco años, o dos consecutivos, en una Liga superior, además de la licencia UEFA.

Requisitos que Iñigo no cumplía, por lo que se quedó sin trabajo, ya que Martín Presa relevó a Iraola por Francisco. Pero la suerte le estaba esperando a la vuelta de la esquina. El equipo no sacaba los réditos apetecidos y necesarios, y fue relevado. El viernes pasado, día de San Valentín, hizo un año que el andaluz era relevado en un cargo que él, a los 36, pasó a volver a ocupar, y como primero de a bordo. Un simple año le ha bastado para sacar a relucir sus muchas aptitudes.

Mando en plaza

A sus mandos, el Rayo consiguió salvar los muebles terminando decimoséptimo, y se optó por seguir confiando en él. Y esta campaña, primera que afronta desde su inicio, lo está bordando sacando chispas a una plantilla llamada en principio solo a lograr otra vez la permanencia. Y claro, su labor no está pasando desapercibida. Solo la Real Sociedad, y en Anoeta, le apartó de progresar en competición copera.

Iñigo está consiguiendo a diario labrarse una bien ganada fama además del reconocimiento y el cariño de su hinchada, a la que tiene en el bote. El fichaje del colombiano James Rodríguez fue bien sonado, no le ha dado bola mientras ha estado a sus órdenes y nadie le ha puesto tal decisión en entredicho. Ya está en la órbita de clubes de mayor postín, incluyendo otros países.

¿Regreso al Athletic?

Uno de ellos podría ser el propio Athletic. Por un lado, Valverde aún no ha renovado, y cuesta creer que este sea el último año en esta su tercera etapa como preparador en La Catedral. Pero, por otro, nada es eterno, y llegará el día que recoja los bártulos. Y todo el mundo apunta hacia el propio Iraola, que pudiera ser el momento idóneo del retorno, pero el Bournemouth, con Kepa Arrizabalaga bajo palos, es quinto y está muy cerca de tocar techo estrenándose a nivel internacional, con lo que va a ser objeto de deseo por los grandes de la isla, además de ascender su cotización de manera exponencial.

Es ahí cuando también podría surgir la figura de otro que tan bien conoce la casa, como Iñigo Pérez, que además de los resultados, proporciona lecciones futbolísticas dentro y fuera de los terrenos de juego. Lo visto anoche sobre el verde del Lluis Companys le encumbra, poniendo en jaque a Hansi Flick y la pléyade de figuras que maneja. Es la enésima demostración de lo bien que estudia a los rivales para buscarles las cosquillas, con decisiones tan atrevidas como inesperadas.

Esa es la lección en el campo. Fuera de él es tan destacable o más. Pase lo que pase, su forma de ser le hace ser siempre lineal y no sacar los pies del tiesto, aunque para ello tenga motivos. La desigualdad arbitral ante penaltis de similar naturaleza pitados en contra y no a favor no le hace salirse de su admirable libreto. Habiendo motivos para hacerlo, nunca ha hablado de los árbitros, con los que, abierta y públicamente, reconoce empatizar, y no pone el grito en el cielo, porque no va con él. Tiene a gala que la elegancia y el saber perder nunca le abandonen.

A la espera de ir conociendo su desarrollo profesional como entrenador, la dureza de la legislación británica le impidió ser un gentleman en un segundo plano pero a cambio ha conseguido erigirse en todo un caballero y con plenos poderes en la que siempre ha sido su Liga. Iñigo Pérez sigue acumulando méritos y dando que hablar, y siempre para bien.

2025-02-18T12:19:34+01:00
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