Las pérdidas de agua más importantes en la red secundaria, aquella que distribuye el líquido elemento dentro de los municipios, son las que corresponden a la fugas. El Consorcio de Aguas Bilbao Bizkaia lleva más de una década echando mano de la inteligencia artificial luchando contra esas pequeñas, o grandes, roturas que, a veces sin ni siquiera verlas, hacen que se pierdan miles y miles de litros. Esa que es capaz de predecir cuál va a ser el consumo para un día en concreto y hacer saltar las alarmas si finalmente los contadores detectan que las previsiones se han quedado cortas.
La gran mayoría de las averías (80%) son fugas no sintomáticas; es decir, que no salen a la superficie en forma de gran chorro ni generan alteración alguna a los clientes. Entonces, ¿cómo saber que existen? El Consorcio tiene contadores en las entradas de agua de todos los municipios que facilitan datos históricos con los que la inteligencia artificial puede prever cuáles van a ser el comportamiento de cada día: si es un día laborable o no, si hace mucho calor... “Pero sí, pongamos por caso, prevé que se van a gastar 50 litros y el contador detecta un consumo de 80, sabemos que ahí ha habido una fuga. Y lo podemos descubrir en tiempo real”, explica Juan Luis Mozos, subdirector de redes secundarias de la entidad. Este sistema les ayuda a estimar lo que va a ocurrir con los consumos y ponerse tras la pista ante cualquiera alteración en esos patrones, detectando las roturas y pudiendo arreglarlas lo antes posible. Cada año el Consorcio necesita inyectar un 5% menos de agua, que antes se perdía en estas fugas; un total de 13,5 hectómetros cúbicos en los últimos diez años, el equivalente al consumo anual de Barakaldo y Basauri juntos. La telelectura se ha convertido, de hecho, en una herramienta imprescindible a la hora de identificar fugas y robos de agua. “No es solo para evitar que el abonado no tenga que dar la lectura, sino que el sistema nos envía datos de su consumo cada hora, es constante”, apunta el subdirector.
Otro ámbito importante a la hora de reducir las fugas es la presión de las tuberías. “Es como la arterial: cuanto más alta la tengas, más posibilidades hay de que se rompa”, utiliza un símil el responsable del Consorcio. “Es uno de los mayores cánceres en las tuberías que gestionamos nosotros: como hay muchas diferencias de cotas debido a la orografía, la presión es bastante alta”. Lo ideal es que se mantenga por debajo de cuatro bares, suficiente para llegar a un sexto piso sin problema; de esta forma las tuberías pueden alcanzar una vida útil de 90 años, mientras que por encima de seis apenas alcanzan los cincuenta. Como en Bizkaia lo habitual hasta ahora ha sido que el agua se inyectara con mucha presión, muchos propietarios de pisos altos no han instalado grupos de presión dentro de sus viviendas. El Consorcio está planteando una nueva campaña para reducir la presión, con un posible plan de ayudas para instalar estos sistemas.
Y los robos, ¿cómo se detectan? Mirando la diferencia entre el agua que entra a cada municipio –existen contadores en todas las entradas– y el consumo registrado en todos sus contadores. Principalmente, son de dos tipos: por una parte, los usos fraudulentos de las instalaciones municipales –como un camión que utiliza una boca de riego para llenar su cisterna– y, por otro, empresas y espacios agrícolas que realizan acometidas sin contador. “En zonas urbanas es prácticamente imposible, porque tendrías que picar en la calle. No son muchos, pero en áreas rurales se detectan, por ejemplo caseríos o chalés que tienen riego o piscinas. Es un porcentaje pequeño pero queremos eliminar todo el agua que no registramos”, advierte el subdirector de Redes Municipales.
El apunte
Confinamiento. Los datos que se recogen desde los contadores permitieron descubrir, por ejemplo, que durante el confinamiento todos los levantábamos más tarde de la cama: si habitualmente el primer pico del día se situaba sobre las 7 de la mañana, esas jornadas de encierro se retrasaba alrededor de una hora. Lo mismo los sábados por la tarde: habitualmente apenas había consumo en los domicilios, ya que mucha gente salía a la calle, pero se mantuvo esas semanas.