Desde pequeño ha sido un amante de los deportes, pero en 2019 la vida de Ion Bermejo, 22 años y estudiante de ADE en la UPNA, cambió de rumbo cuando descubrió el triatlón, una modalidad que implica 3,86 km de natación, 180 km de ciclismo y 42,2 km de carrera a pie. Casi nada.
A pesar de que solo lleva dos años practicando este deporte, Ion piensa en grande y tiene un sueño entre ceja y ceja: participar en el Campeonato Mundial de Ironman que se celebrará en octubre en Hawái. "A ver si puedo visitar esa ansiada isla que tanto me apasiona", afirma esperanzado este vecino de Zizur Mayor.
Ion intentará conseguir el billete al exótico archipiélago en el Ironman de Lanzarote, que tendrá lugar el próximo 3 de julio. "Clasificarte para un campeonato del mundo es lo máximo que puede conseguir un triatleta. La isla es la isla e ir allí es un premio muy grande", asegura Ion.
Para ello, deberá llegar el primero de su categoría, que va desde los 20 a los 24 años. Aunque tiene los pies en el suelo, es optimista: "Tampoco hay muchos jóvenes de mi edad que sacrifiquen tantas horas de entrenamiento y que practiquen este tipo de pruebas. Es un punto a favor", reconoce.
Para la gran cita de Lanzarote está realizando una exigente preparación, que elabora su entrenador y tocayo Ion Moreno. "Están siendo semanas de mucho ciclismo, carrera a pie y algo menos de natación ya que la hemos trabajado anteriormente", explica.
En concreto, está saliendo unos cuatro, cinco días a la semana en bicicleta "con una grupeta de Zizur e Iruña que nos ha hecho subir el nivel de todos bastante". La carrera a pie la entrena con el club de atletismo Hiru Herri y la natación en el Club Deportivo Ardoi o Amaya.
Los orígenes
Hace dos años, a principios de 2019, empezó a practicar el triatlón porque un amigo suyo, Imanol Etxarri, "un preparador de prestigio, me engañó y menos mal que lo hizo", bromea. Tras un verano "haciendo lo que quería", creó un grupo formado por Julen Aldaya (nutricionista), Iñaki Arraiza (fisioterapeuta), Nuno Leite (masajista) y su preparador Ion Moreno. "Buscaba personas que no solo me hiciesen mejorar como triatleta y así ha sido", relata agradecido.
Su primera Ironman fue el 20 de octubre en Gandía. "Fue un día muy especial y me quedé súper satisfecho. El vídeo de meta con mi padre y los amigos emocionados tanto como yo eso es algo que no se olvida", recuerda. Y no es para menos, ya que terminó quinto clasificado y primer sub 23, con un tiempo de nueve horas y veintiséis minutos en un circuito llano.
Un gran debut, más aún si se tiene en cuenta la ortodoxa preparación. "En verano me tiré cinco días a la piscina, rodajes a pie tranquilos y muchas horas de bici en Pirineos y Andorra. Y en septiembre hice algún entreno específico que se me ocurría por ahí", confiesa.
A partir de ese momento se fue adentrando en el mundo del triatlón y encadenó buenos resultados: segundo clasificado en el AquaBike Platja de Aro 2020, tercero de España en el triatlón de media distancia e incluso campeón navarro sub 23 de triatlón de media distancia en febrero del año pasado.
El sufrimiento
Contra lo que se pudiera pensar, Ion indica que lo más duro del triatlón es "encadenar semanas y semanas de carga para estar preparado para el día D y luchar contra el cansancio que intenta sobreponerse a las ganas de entrenar". En esas ocasiones, prosigue, son fundamentales los compañeros de marcheta: "Mis fieles gregarios son Faber, Ciriza y Ziganda", comenta.
Esto no exime a la prueba de dureza, que se vuelve realmente exigente en los últimos kilómetros , "cuando el dolor de patas es tan grande que o tiras de cabeza o estás acabado", avanza. Y no se trata de ningún tipo de frase hecha, ya que en su última carrera, el duatlón de Altsasu, pasó de segundo a cuarto "en apenas seis kilómetros y perdí el podio a 500m de la línea de meta€ Pero esa lucha cuerpo-mente es lo que nos gusta y superarlo es muy bonito", señala.
Para esos momentos difíciles, que son inevitables, el apoyo de la familia es fundamental, sobre todo el de su padre, Txispi, que "vive mis triatlones como expediciones. Me acuerdo en un ironman que iba segundo sobre el kilómetro veintiocho, me paré en el avituallamiento a comer y beber, me senté un segundo y mi padre, que llevaría años sin correr, vino corriendo a animarme y que siguiera. Son detalles de los que te enorgulleces", finaliza.