Al Tour de 2016 apenas le restaba un parpadeo, que iba de Mègeve a Morzine antes de que se desenrollara la alfombra roja, que en el Tour es amarilla, para recibir, victorioso, a Froome en su tercera corona de la carrera francesa. Antes del cierre, se abrieron las puertas de los Alpes.
Aguardaban en el recorrido las ascensiones de Aravis, Colombière, Ramaz y Joux Plane antes de dar con Morzine, donde Ion Izagirre firmó su mejor victoria. La lluvia inundó el final, enmarcó el desenlace vertiginoso. En ese paisaje chapoteó de felicidad Ion Izagirre, como Gene Kelly en Cantando bajo la lluvia. Bailó Izagirre bajo la tormenta y la lluvia que apedreaba sin descanso el día. Agua para su bautismo vencedor en el Tour.
El de Ormaiztegi se la jugó en el descenso del Joux Plaine cuando conectó con Pantano, Nibali y Alaphilippe en un día de fuga. En la ascensión se vínculo a ellos. En la bajada, descerrajó el valor, la destreza y la pericia Ion Izagirre, descomunal su descenso sobre un asfalto de espejo, que supuraba agua. No se arrugó el guipuzcoano ni un dedo.
Aplomado, trazó de maravilla por el vértigo. “No hay que tener miedo y jugársela”, dijo entonces. Cayó Izagirre en cascada sobre Morzine, la sonrisa en el rostro de este a oeste, aplaudiendo su gesta, empuñando el sueño. “Una victoria en el Tour y en los Alpes es algo soñado”, rememoraba Izagirre.
Para alcanzar la gloria, Izagirre tuvo que sacudirse de encima a Nibali, uno de los mejores bajadores del pelotón, a Pantano y Alaphilippe, que estaban reunidos en la última montaña del Tour. La lucha en el Joux Plane resultó feroz. Se trataba de resistir. Izagirre, corriente arriba, remontó a modo de un salmón y se vinculó al trío. Ambicioso.
El italiano atacó a 4 kilómetros de la cima. El de Ormaiztegi no se lo pensó dos veces. Atraído por el imán del descenso, en mojado, se zambulló en busca de la meta de Morzine. Abrió un hueco de un puñado de segundos y ya no le volvieron a ver el dorsal. El guipuzcoano saltó al historial del Tour con su primer triunfo. “A estas alturas del Tour, cuando las fuerzas están justas, no estás muy convencido, pero yo he dado el cien por cien en la bajada, había que arriesgar”. El vértigo de Ion Izagirre.