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Cristóbal Balenciaga falleció en 1972 en Jávea a raíz de un ataque al corazón, pero en los años que siguieron a su muerte hubo una persona que se encargó de mantener vivo su legado: el lesakarra Ramón Esparza, quien a lo largo de dos décadas fue la mano derecha del reputado diseñador.
En torno a su figura se ha instalado en el Centro Cultural Amaia de Irun la exposición ‘Ramón Esparza, retorno al Bidasoa’ que, con el río Bidasoa como hilo conductor, pretende dar cuenta tanto de su propia historia, como de la de Lesaka y de la de Irun y su tradición modista.
Pedro Usabiaga, comisario de la muestra, ha explicado esta mañana que Esparza nació en 1923, “aunque él, que era muy coqueto, se quitaba años y decía que era de 1925”. Desde muy temprana edad comenzó a mostrar interés por la moda a través de los bocetos que elaboraba, y en los años 50 llegó a París “con la intención de triunfar”.
En la capital francesa conoció a Balenciaga, con quien comenzó a colaborar realizando dibujos primero y diseñando sombreros después, hasta que finalmente se convirtió en su mano derecha y amigo personal.
Un vínculo especial con Irun
Durante las dos décadas en las que duró su amistad, Balenciaga y Esparza pasaron mucho tiempo en la casa-torre familiar de este último en Lesaka, desde donde asiduamente acudían a Irun para merendar en Aguirre, comprar en Porcelanas Bidasoa o visitar a sus amigas modistas. Y es que, tal como ha señalado Usabiaga, la localidad fronteriza contó con una gran tradición modista que después se perdió.
“En los años 20 hubo una mujer francesa llamada Gracieuse Bonnecaze, que estaba casada con un empresario irunés e instaló su taller de costura en el paseo de Colón, donde daba trabajo a 150 modistas de toda la región”, ha relatado el comisario. “Años más tarde su hijo trabajó con Balenciaga, porque durante la Guerra Civil y la posguerra traía telas desde París”.
Mantener vivo su legado
Tras la muerte del diseñador en 1972, Esparza se ocupó de "expandir el nombre de Balenciaga a través de exposiciones”. Tan solo un año más tarde realizó una muestra en Nueva York titulada ‘El mundo de Balenciaga’, que en 1974 se instaló en la Biblioteca Nacional de Madrid, visitando después diversos países, hasta que en 1987 se expuso en Donostia. “Él fue el transmisor de la obra de Balenciaga y después se fue apagando hasta que falleció en 1997 en Lesaka. Por eso he titulado la exposición ‘Retorno al Bidasoa’, porque es una referencia a que verdaderamente uno pertenece al sitio en el que ha nacido”, ha afirmado Usabiaga.
Un recorrido bien hilado
En una primera parte, la muestra instalada en el Centro Cultural Amaia, que se inaugurará mañana, realiza un repaso a cómo era Irun en aquella época a través de imágenes. A continuación, se rinde un pequeño homenaje a las modistas que trabajaron en la ciudad, mediante tres piezas elaboradas en el taller de Bonnecaze en los años 20. “Hay que subrayar la importancia que estas tuvieron. Eran muchísimas, y mucha gente de fuera venía a vestirse aquí, había una gran tradición modista que se perdió después”, ha dicho el comisario.
En este sentido, Nuria Alzaga, delegada de Cultura del Ayuntamiento de Irun, ha destacado que la exposición representa una gran oportunidad para que la ciudadanía averigüe historias que hasta el momento resultaban desconocidas para una gran mayoría.
Nueve trajes de Balenciaga
Con el objetivo de dar cuenta de la época que Esparza y Balenciaga pasaron en París se han expuesto además tres trajes sastre, “fundamentales en su mundo”, tres de cóctel de noche y otros tres de día. Además, en una sala contigua se pueden observar dos vestidos de novia en cuyos patrones colaboró su mano derecha.
Por último, para “representar lo que Esparza y Balenciaga tenían a su alrededor” se ha dedicado un espacio a artistas de referencia del Bidasoa, como Montes Iturrioz y Menchu Gal.
El comisario de la muestra ha querido destacar la colaboración de las tres sobrinas de Esparza, que han cedido fotografías y uno de los vestidos de novia; de Ricardo Fernández Ayer, que fue un colaborador en la exposición del año 87 en Donostia, y de los herederos de la familia Bonnecaze, que han prestado imágenes y documentación.
Tres visitas guiadas
La exposición se inaugurará este jueves, 27 de febrero, a las 19.00 horas en el Amaia, donde permanecerá instalada hasta el 4 de mayo. Durante ese tiempo se ofrecerán tres visitas guiadas: este mismo viernes, 28 de febrero, a las 19.00 horas; el 15 de marzo a las 18.00 y el 13 de abril a las 12.00. Además, en relación a la muestra, el 21 de marzo se proyectará la película ‘El hilo invisible’ de la mano de Bizinema.