El legado de Enrique Maya heredado por Cristina Ibarrola (UPN) en Iruñea se mantiene despierto, aunque el recuerdo de Joseba Asirón (EH Bildu) también está en mente de muchas personas. Tanto, que ambas fuerzas políticas se disputaron pueblo a pueblo y distrito a distrito la Alcaldía hasta el último momento. Una circunstancia que augura unas jornadas intensas, de despachos, de intercambiar proyectos y negociar prioridades. Y sobre todo, abren también un tiempo extra para que otras formaciones decidan cuál será su posicionamiento cuando llegue el día D, el de la constitución de los ayuntamiento este próximo 17 de junio.
A quién apoyarán, a quién no, o ante qué candidatura se abstendrán; porque esta fórmula –tan democrática como el si y el no– puede inclinar la balanza hacia un lado o hacia otro. Hacia la derecha o hacia la izquierda. La suma de UPN y PP –las dos corrientes conservadoras que esta vez concurren por separado– sería de 11 concejalías: 9 de los regionalistas y 2 de la franquicia navarra de los populares. En el otro lado de la balanza estarían las 11 actas que se corresponderían con las 8 de EH Bildu –uno más que en las anteriores municipales– y los 2 de Geroa Bai y el concejal de Contigo Navarra. Y fuera de esta caprichosa aritmética de bloques quedaría el PSN con sus 5 ediles. Los socialistas ni pertenecen al bloque derechista ni comparten ideas con Asirón, como han dejado claro en campaña y antes, incluso. Un empate técnico que quedaría pendiente del posicionamiento del PSN y de su candidata, Elma Sáiz.
No obstante, en más de una ocasión se ha escuchado a ella misma y a otras voces autorizadas de esta formación que se votarían a sí mismos en esa jornada decisiva del sábado 17 de junio. Que nunca votarían ni a Joseba Asirón ni a Cristina Ibarrola. Si el acuerdo con los socialistas no llega, la lista más votada se llevaría la Alcaldía de Iruñea; en este caso los regionalistas y sus 30.105 sufragios, dejando fuera de toda responsabilidad de gobierno a la coalición independentista, que ayer obtuvo 27.484 papeletas. Eso sí, la complejidad de los pactos es inescrutable.
Lo que sí está claro es que estos resultados suponen un triunfo para la izquierda abertzale; eso sí, con un sabor amargo ya que la posibilidad de convertirse en la fuerza más votada se disipó según avanzaba el recuento. Una sensación que se traslada a UPN ya que los resultados ponen en cuestión la estrategia de la dirección regionalista. El electorado ha responsabilizado a UPN de la ruptura de la coalición de Navarra Suma. Muy pocas personas confiaron en el mensaje de que por separado sumaban más que juntos. Los 9 representantes de UPN sumados a los 2 del PP se quedan por debajo de los 13 que obtuvieron en coalición, lo que de algún modo desautoriza la estrategia de Javier Esparza, líder regionalista.