Isabelle Delgado pone voz a esas centenares de personas que como ella sufren covid persistente y que arrastran un interminable peregrinaje por especialistas médicos en busca de respuestas. Porque tanto a ella, como al medio millar de afectados por long covid –o covid persistente–, se les cuestiona el nombre de su enfermedad e incluso los síntomas, más de doscientos según algunos estudios médicos. “Esto es una situación más dramática de lo que parece a simple vista”, insiste.
¿Cómo valoran esta sentencia?
Lo bueno es que abre puertas a reclamar que durante la primera ola no hubo medidas de protección, principalmente para el personal sociosanitario y sanitario, que estuvo mucho más expuesto que el resto de trabajadores. Bueno, en realidad todos los que nos contagiamos en aquella primera ola fue trabajando. Para algunos es más difícil de defender que para quienes están trabajando en la sanidad, que no hay dudas, pero incluso también esas personas se encuentran con problemas.
Había alguna sentencia en Araba y en Gipuzkoa, pero esta es distinta.
Es incapacidad permanente y absoluta. Más que la total, y además como accidente de trabajo.
Y eso es bueno, entiendo…
Eso es muy bueno porque la incapacidad va junto al diagnóstico de la enfermedad por completo. No solo por los síntomas. Porque hay personas a las que les pueden dar incapacidades; hay una en Gipuzkoa por taquicardias posturales que le vienen por la infección de SARS-CoV-2 y hay otra que la tiene por dolores articulares y capsulitis, pero son más por síntomas aislados. Y ahora por fin le han puesto el nombre de la enfermedad completa: incapacidad permanente absoluta por la covid-19 persistente o long covid.
Han tenido que pasar tres años...
Pero abre la esperanza porque está siendo muy difícil conseguir las incapacidades y hay auténticos dramas. Hay gente que no está capacitada para trabajar, pero al INSS [Instituto Nacional de la Seguridad Social] le cuesta reconocer esas incapacidades.
¿En su caso particular?
En marzo haré tres años. Soy de la primera ola y ¿qué hago? ¿qué hacemos? No podemos ir a trabajar…
Ir a tribunales.
No todo el mundo tiene informes tan claros. Depende del médico que te toque, los daños que tengas… Se da la circunstancia de que muchas personas tienen sintomatología, pero no han desarrollado secuelas, que son los daños orgánicos que se ven. Pero en las pruebas que se hacen en Osakidetza, en todas no se ve todo. Y falta formación. Eso lo reclamamos desde la Asociación a la consejera Sagardui. Es cuestión de suerte. Depende de quién te toque y qué ponga. Porque no todos tenemos un diagnóstico claro. La mayoría somos de la primera ola… Mucha gente no tuvo ni PCR. No había. Y si no tienes el diagnóstico inicial, el de la fase aguda, demostrar el de la fase crónica es mucho más complicado..
Vamos, que están en el limbo o en el purgatorio…
Algo de eso. Somos muchísimas personas y algunas han sido despedidas de su trabajo por lo que se llama ‘Ineptitud sobrevenida’.
¿Y eso?
Les dicen que no están aptos. Ellos ya lo saben, pero es que el INSS les da el alta. Hay personas sin ahorros… No es sostenible estar así durante tres años. En todas las casas no hay dos sueldos… Esto es una situación más dramática de lo que parece a simple vista. No estoy exagerando. La mayoría, además, somos de mediana edad con lo que, en el caso de recuperarnos, que nadie nos ha dicho que vayamos a recuperarnos, ¿cómo nos vamos a reenganchar?
Y el foco mediático se apagó…
Ya. La gente celebra el fin de la mascarilla, pero no se da cuenta que nos han mareado muchísimo… En Davos, donde hace poco se ha reunido la élite más poderosa, había purificadores de aire, filtros HEPA, pruebas PCR… Saben que el virus circula y que hace mucho daño….
Al menos felices con la sentencia.
A ver si va abriendo camino. Es una esperanza que se haya conseguido que se hable de la enfermedad y que se le ponga la palabra incapacidad al lado del diagnóstico de la enfermedad en vez de un síntoma aislado. Y es muy importante que aparezca ‘covid persistente’.