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Isidro Sarasate: escondido en la chimenea del molino de Caparroso salvó la vida

Fotomontaje con la foto de perfil de Isidro Sarasate, la chimenea y el entorno del Club Natación. | FOTO: OSASUNA MEMORIA
Fotomontaje con la foto de perfil de Isidro Sarasate, la chimenea y el entorno del Club Natación. | FOTO: OSASUNA MEMORIA

A partir del 18 de julio de 1936 los golpistas iniciaron una “cacería al rojo” en Pamplona: una sucesión de detenciones, encarcelamientos y asesinatos extrajudiciales. Sangre derramada sin piedad. Los tres primeros meses el sentimiento de impotencia primero, seguido de miedo y de terror, se apoderó de los sectores izquierdistas de Iruña. Isidro Sarasate, anarquista y afiliado a la CNT, decidió esconderse en la chimenea del Molino de Caparroso, hoy como entonces en desuso, y así logró escapar de la muerte.

Club Natación, inicio de los años 80. Los sábados a las mañanas se celebraban partidos de futbito entre jóvenes trabajadores, seguidos de almuerzos y partidas de mus. “Esa chimenea cada día está más recta”, comenta Andrés Montiel. “Allí se escondió mi tío cuando empezó la guerra”, contó Andoni Sarasate. Sorprendidos, todas las miradas se dirigieron a él, pero la partida continuó y la anécdota acabó en leyenda. Cuarenta años después, tras la publicación del libro de Natalio Cayuela, el expresidente de Osasuna asesinado al inicio de la guerra, dimos a conocer la historia del reloj de la Estación. Fue entonces cuando Andrés Montiel recordó lo que contó aquella mañana Andoni sobre la Chimenea; sin quererlo, nos puso tras la pista...

Los Sarasate y el Molino de Caparroso

Isidro Sarasate nació el 15 de mayo de 1906 en Artozqui (Valle de Arce). Aquel entorno de pequeñas aldeas rodeadas de monte y campo requería de gran esfuerzo y trabajo para sacar un escaso beneficio. El fallecimiento del cabeza de familia motivaría el traslado de la familia a Pamplona en busca de una vida mejor. Isidro apenas contaba entonces con 12 años. Una década después, vislumbramos una personalidad social activa en el protagonista de esta historia. En 1927 aparece en la prensa local como fundador del Unión Navarra Fútbol Club, en el que es elegido tesorero. Meses después, el Unión, junto a Osasuna y otros clubes impulsaron la Federación Navarra de Fútbol. Hasta entonces los clubes navarros estaban federados en la guipuzcoana.

Su madre, Josefa Arraiza Garayoa, y sus tres hermanos, comparten piso en la Calle Mayor; el Molino de Caparroso, propiedad de la Compañía El Irati, sería la siguiente morada de la familia. José, el hermano mayor, era electricista y encargado de la Central; Isidro trabajaba de albañil al igual que Juan, el pequeño; Benigna, la hermana, se ocupaba de las tareas del hogar. La casa los Sarasate era parte del complejo de la central eléctrica. Otra familia, Larrea-Itoiz, compuesta por cinco hermanos electricistas, albañiles y aprendices, compartía aquel espacio de la casa-fábrica. El trabajo a tres turnos –salvo en el caso de José, que lo hacía de mañana y tarde– regulaba la vida de estos trabajadores, republicanos, aficionados al deporte e izquierdistas. Sus vidas contaban con un testigo de excepción: el río Arga.

La chimenea del molino funcionó durante cuatro años (1892-1895). Fue construida para liberar el vapor producido en la turbina y aumentar así la capacidad de generar electricidad. La competencia la inutilizó y años después la Sociedad El Irati S.A. compró el Molino, construyendo una nueva nave con una doble función: receptora y distribuidora de electricidad. Hace un par de décadas, al reformar El Molino, la nave fue derribada. El interior de la misma se puede ver en las fotografías que decoran el bar-restaurante que actualmente ocupa su lugar.

Club Natación y río Arga, encuentro de jóvenes republicanos

A finales de los años 20 comenzó la popularización del fútbol y de otros deportes llamados modernos. La clase trabajadora accede a la práctica deportiva y también se convierte en consumidora del ocio y del espectáculo deportivo; la autoorganización es la manera de desarrollar estas prácticas. Diario de Navarra, convertido en plataforma comunicativa, impulsa el primer Campeonato Navarro de Natación en septiembre de 1930, con la colaboración de un pequeño grupo de jóvenes entre los que destacan Xabier de Frutos, los hermanos Astiz –Ángel y Enrique–, Azpilicueta, De Andrés y otros, todos ellos afines a las ideas republicanas. El evento en sí se convierte en todo un acontecimiento social y deportivo en la ciudad. Más de dos mil espectadores se dan cita en las orillas del río para disfrutar de las pruebas, en las que sobresalió el estilo de Ignacio Taberna, vencedor de la Copa velocidad patrocinada por Osasuna. La mayoría de esos nadadores pertenecían al Club Indarra. Un año más tarde este grupo de jóvenes llegó a un acuerdo con el gerente de la empresa El Irati, Hilario Etayo, e instalaron en las orillas del río un trampolín, una caseta con el letrero “Canoas” y unas escaleras en el embarcadero. Es allí donde se funda el Club de Natación, y allí, en el río, cada primavera y verano se reunían varios grupos de nadadores y nadadoras. Los Sarasate son unos más de aquel grupo.

En medio de ese ambiente deportivo, aquellos jóvenes también se organizaban a nivel político y social. Un dato sorprendente: en el verano de 1934 la Federación Anarquista Ibérica (FAI) de Aragón-Rioja y Navarra informa al Secretariado del Comité Peninsular sobre la visita del presidente del Club Natación Pamplona ofreciéndoles armas. Estamos a las puertas de una revolución, la llamada Revolución de Asturias; movimiento cuyo objetivo era instaurar el socialismo y que en Navarra tuvo escasa incidencia. La represión del Gobierno de Lerroux –dos mil trabajadores muertos en Asturias– acabaría con él. Todo un laboratorio de lo que vino después. Miles de presos por todo el país despertaron una fuerte red de solidaridad por motivos humanitarios con los presos revolucionarios hacinados en Ezkaba. La victoria en las elecciones de febrero de 1936 del Frente Popular decretó su liberación. En Iruña, las izquierdas, ante su debilidad electoral, optaron por el reagrupamiento. Uno de aquellos espacios era el Club Natación, donde jóvenes de izquierdas se reunían habitualmente. Varios de estos nadadores y deportistas navarros acudieron a Barcelona para participar en las Olimpiadas Populares, que pretendían ser una alternativa a las de Hitler en Alemania. Estaban previstas iniciarse el 19 de julio 1936. De este modo, algunos de aquellos deportistas consiguieron salvar sus vidas al trasladarse a Barcelona en vísperas del golpe. Fue el caso de Baldomero Barón Irigaray, Xabier de Frutos, Alfonso Astiz y muchos otros, quienes relataron el viaje en tren y la llegada a la capital catalana en medio de un cruce de disparos de balas en las inmediaciones de la estación de tren. Todos ellos, junto con deportistas de otras disciplinas, formaban el Comité Navarro, que incluía una sección infantil.

La huelga, los asesinatos, la resistencia en la calle Tejería...

Los Sanfermines del año 1936 terminaron el sábado 18 de julio. La verbena de la noche dio paso al Estado de Guerra decretado por Emilio Mola. Fueron prohibidas las huelgas y lockouts (cierre patronal). Los hermanos Luis y Vitorio Esparza, trabajadores y afiliados a la CNT que vivían en el Molino de San Andrés de Villava, salieron esa tarde de casa para nunca más volver. No iban de fiesta. Preocupados por las noticias del golpe, dejaron un aviso: “No salgáis, vamos a Pamplona a ver qué pasa”. Esa misma noche fueron detenidos y asesinados en Berriozar junto a otras 12 personas. Vitorio era menor de edad.

Aquella mañana la Plaza de La República apareció tomada por ocho mil voluntarios con boina roja, milicianos requetés. Se afirma categóricamente que Navarra se sumó al golpe sin oposición de ningún tipo. Sin embargo, rascando bastante y agrupando diferentes capítulos, se han documentado una serie de hechos donde se constata que los anarquistas navarros intentaron repeler el golpe como pudieron.

Galo Vierge describió en su libro Los Culpables aquellos primeros días, y sobre la huelga señala que tuvo éxito y gran seguimiento, sin entrar en más detalles. La noche del 18 al 19 de julio la pasó escondido en casa del compañero Iglesias en la calle Jarauta, junto a otros amigos de la CNT. Se reúnen en el Bar Bilbao, donde valoran las escasas noticias y las posibilidades. Ese mismo día un testigo presencial le contaría a Vierge que la víspera había visto cómo mataban a 14 personas en Berriozar delante de su casa.

Isidro Sarasate pertenecía a la CNT. El sindicato anarquista contaba con 500 afiliados en Iruña y su sede estaba en la calle Tejería 17. Muy poco se ha escrito sobre ellos. Suponemos que en esas primeras horas llegarían a la sede afiliados para organizar la huelga y valorar la situación. El comisario Germán Izquierdo había recibido la orden de clausurar la sede anarquista, y al llegar al lugar con varios guardias de asalto vio que un falangista disparaba desde Estafeta a Tejería y que en Telefónica se encontraban varios soldados con un arma automática en posición de disparo (corresponde a la foto del AMP). El tiroteo en esa zona ocurre a las seis de la tarde del 19 de julio. Un tumulto de personas echó a correr buscando refugio. Fueron detenidos cinco vecinos del portal, entre ellos José Belloz y Bienvenido Martínez –miembros de la CNT–, que fueron asesinados un mes después en Valcardera. Curiosamente cuatro días antes habían sido sobreseídos en el juicio.

Galo, secretario de la CNT, sigue relatando cómo un grupo armado de golpistas le entregaron un comunicado en mano advirtiéndole de que debía acercarse a Radio Navarra y desconvocar la huelga. Al llegar al lugar observó que un grupo de requetés se localizaba en el portal de la emisora; decidió no subir y se marchó en compañía de un amigo.

Ignacio Gaztambide fue acusado de tomar parte en el tiroteo de Tejería y darse a la fuga en compañía del maquinista de la estación del Norte. En octubre de 1937 fue detenido en el vapor Erler intentando escapar a Francia, juzgado y condenado en marzo de 1939. También hubo enfrentamiento a tiros en los depósitos de Campsa entre dos anarquistas (Velasco y Arbilla) y las fuerzas golpistas que defendían el lugar, según declaró el alcalde de Pamplona Sr. Mata en el juicio a Velasco.

Pablo Michel Lizaur fue detenido el 21 de julio bajo la acusación de “haber sido sorprendido momentos antes en la plaza del Castillo dirigiendo la palabra a los obreros, al mismo tiempo que añadía que había órdenes de Madrid de no acudir al trabajo”. Vicente Muro Urriza fue detenido también en la plaza del Castillo cuando, según la policía, ejercía “coacciones entre los obreros para que no entrasen a trabajar, especialmente en las obras de los señores Huarte y Compañía”. Afiliado a la UGT, lo condenaron a cadena perpetua. La Unión General de Trabajadores, el sindicato mayoritario, también convocó aquella huelga.

En Olagüe el día 24 detenían al capataz caminero Francisco Pascual, acusado de haber colocado el día anterior una barricada en la carretera de Pamplona a Francia con el objeto de impedir el paso de los golpistas. Un día después fue detenido Joaquín Larrayoz “por comunista”. Los dos fueron trasladados a la cárcel de Pamplona, arrestados indefinidamente y acusados de escribir en el semanario Trabajadores el primero y ser amigo de Jesús Monzón el segundo.

La redada de la Taberna del Rojo relacionada con la huelga, los intentos de resistencia en localidades de la Ribera como Corella y la detención en San Adrián de Tomás Áriz junto a sus compañeros del Frente Popular forman parte de distintos capítulos de la resistencia, a los que habría que añadir que en la localidad de Lesaka aparecieron 25 hombres armados de la CNT. En Bera los carabineros y 200 milicianos de Irun comandados por el teniente Antonio Ortega (quien luego sería presidente del Real Madrid y fusilado tres años después) volaron el puente de Endarlatsa y se pertrecharon en el monte. Las deserciones en Elizondo o la huida de 500 varones de Alsasua y su agrupamiento en las milicias vascas conforman otros ejemplos de resistencia. El legionario Millán Astary, quien gritara aquello de “Viva la muerte, abajo la inteligencia”, llamó a Alsasua “el Baldón de Navarra” cuando se acercó a Pamplona en agosto del 36. En una imagen de su alocución en la capital subido en un banco se puede distinguir una pintada con el texto “Leed CNT” y tras él aparece la sede del Frente Popular ocupada entonces por la Falange.

Francisco, hermano de Galo Vierge, junto a un grupo de amigos aficionados a los toros, decidió decidieron ir a torear a Pasajes en plenos sanfermines. Apenas tres días después, cambiaron las banderillas y la muleta por lo fusiles, se dirigieron a los locales de CNT-Gipuzkoa, y de allí a Urnieta, al frente de guerra, y después a Catalunya y Teruel, para acabar en Alicante preso en Albatera.

En este contexto lo primero era salvar la vida, y por eso Isidro decidió esconderse...

La guerra y el exilio

Los datos que hemos ido obteniendo de Isidro completan el puzzle de su leyenda. Según narra él mismo, vivió directamente la experiencia en las colectividades anarquistas de Aragón. Aquello le marcaría. Fue fiel defensor de las decisiones asamblearias y del trueque frente al valor del dinero. Habló de Líster, con quien se enfrentaría por sus diferencias ideológicas. El militar comunista gallego tuvo el encargo de disolver aquella experiencia de poder popular autónomo en Aragón y trasladar el mando único al Gobierno republicano. Desconocemos más detalles de su participación en las milicias y su experiencia en el Frente. Con los datos disponibles, el especialista Gonzalo Berger sugiere que pudiera haber pertenecido a la Columna Durruti. De hecho, su ficha de Gurs, realizada por el Gobierno vasco en el exilio, es una breve reseña que dice: “Soldado, CNT, Pamplona, N.º 4532, albañil, Euzkadi, Catalunya: Cabo de Infantería. Bourg-Madame, Vernet D’ Ariege (6/4/1939), Gurs (Islote D. Barracón 7 Grupo 1º)”.

La experiencia tras la guerra en los campos refugiados primero y en el exilio después pudo haberle dado la oportunidad de coincidir con reconocidos anarquistas como Ponzán, y también con el navarro Moriones, ya que los tres estuvieron en Vernet. En la documentación francesa –aparece también en alemán– en poder de su sobrino (visa de la Gendarmería, ficha de trabajadores extranjeros y los certificados de empleo y de empresa) sitúan a Isidro en la Francia de Vichy en la primavera de 1943, trabajando en la localidad de Olorón, Ets Sainrapt & Brice Laruns, Central Hidro-Eléctrica. Poco o nada más sabemos de este periodo hasta diciembre de 1951, cuando en un certificado del Ministerio de Justicia franquista se afirma que no tiene causas pendientes. Puede ser que en ese momento, 15 años después, regresara a casa, al Molino…

El regreso a la vieja Iruña

La guerra se llevó por delante a muchos compañeros de Isidro, no sólo de la CNT. Entre los fundadores del Unión Navarra FC también hubo otros represaliados: Ignacio Blasco, Nemesio Tolosana, Francisco Salas, a Fabián Zamborán le salvó la familia de Joaquín Beunza, compañeros de la Federación Navarra de fútbol como Pablo Archanco, Jesús Monzón... A su regreso a Pamplona, Isidro retomó el contacto con los viejos amigos, también con aquellos que estaban al otro lado de la barricada: los Taberna, Ayestarán...

José Sarasate y su familia dejaron el Molino y pasaron a vivir al Chalet de Caparroso, a escasos metros. Tras entrevistar a sus sobrinos y a su nieto, el puzzle va tomando forma. El periodista Mikel Donazar –familiar de los hermanos Sarasate y autor de dos documentales sobre la Guerra Civil– nos relata que a su tío José alguien le salvó la vida cuando iban a fusilarlo. Hace unos cuantos años conoció el dato y no recuerda la fuente. El gerente de la empresa Hilario Etayo aparece identificado por un antiguo trabajador del Irati como alguien que ayudó en algunos casos, ¿Pudo ser él? No lo sabemos. Juanito Sarasate, hijo de José y sobrino de Isidro, primo de Mikel, desconocía el peligro que había corrido su padre y nada sabía de su tío Isidro: “Claro, mi padre se lo callaba todo. Siempre con la boca cerrada, lo recuerdo escuchando la radio (noticias de Radio Pirenaica)”. Cree que su tío Juan, herido en la guerra, podía haber tenido un perfil más político. Clara, viuda de Andoni Sarasate, uno de los hijos de José, señala: Isidro estuvo tiempo escondido en la casa, “contaban que salió con el pelo blanco”.

Isidro se casó con Tomasa García Urdín. El matrimonio, sin hijos, vivía en la calle Nueva. Uno de sus vecinos los recuerda con mucho cariño. Tenían una relación excelente con los vecinos, siempre cordiales y dispuestos a ayudar en lo que fuera. Tras varios años de convivencia vecinal, de compartir conversaciones sobre la afición que ambos compartían –la construcción–, surgió un vínculo imborrable entre el joven estudiante de arquitectura y el anciano anarquista. A día de hoy, aquél joven lo considera un maestro. Cuando Tomasa enfermó, Isidro se fue a vivir con ella al Hospital. Al desprenderse de sus pertenencias le regaló al joven vecino la obra El hombre y la tierra del geógrafo anarquista belga Elisée Reclús, edición de 1932; dos tomos llenos de subrayados a lápiz realizados por el propio Isidro. Pura filosofía anarquista.

Isabel Barnetxea, hija de Benigna, desvela en compañía de su hijo Mikel que su madre también fue detenida y encarcelada porque se negaba a contar donde estaban escondidos sus hermanos Isidro y José. Tras una temporada en la cárcel, donde se dedicaba a coser, nunca informó a la policía de dónde estaban sus hermanos. Isabel supo esto siendo joven, en las reuniones familiares donde Benigna se sentía confiada para contar sus experiencias. Por tanto, Benigna fue una persona clave para que Isidro lograra su objetivo de poder escapar. Mikel nos cuenta que su abuela era comunista, iba a misa y era del Real Madrid, lo cual le parecía a él una gran contradicción. También era seguidora de Osasuna, no se perdía ningún partido en San Juan y regresaba a casa afónica después de cada partido. Se sentaba al lado de una persona ciega que seguía los partidos gracias a un transistor y a los comentarios de Benigna.

Otro detalle fundamental: en la casa de los Sarasate, donde Isabel y Mikel también vivieron, en las escaleras que daban a la segunda planta, uno de los escalones tenía una trampilla que daba a un pequeño habitáculo donde podían esconderse una o dos personas. Es allí donde pudieron haberse escondido los dos hermanos. Al parecer, de la escalera se podía acceder a la Central y a la chimenea, según nos contó Juanito.

Tras su regreso a Pamplona, Isidro compartía sus posiciones republicanas y anarquistas ante una juventud comprometida que se iniciaba en el movimiento obrero pamplonés de finales de los años 60. Nos cuentan que era un hombre muy educado, serio, convencido de su ideario y con los pies en el suelo. Son palabras de Javier Delgado Zabaleta, quien conoció a Isidro: “Sabíamos que era un antifranquista y que había sufrido mucho en la guerra, pero no contaba muchos detalles, en eso era discreto”. De José señala que “siempre estaba con una sonrisa en la cara, era un bromista permanente”. Conoció a ambos hermanos en el Club Natación, en aquellos años finales del franquismo. En aquella época, Mikel recuerda a Isidro, hermano de su abuela, cuando le acompañaba al Club. “Era muy popular”, se paraba a conversar con todo el que se cruzaba.

Tomasa falleció en el Hospital, y después Isidro, el 16 de mayo de 1994.

Juanita, hermana de Galo Vierge, se casó con Florencio Esparza, hermano de Vitorio y Luis. El hijo de la pareja, Jaime, como tantas otras familias, continúa en la lucha por encontrar a sus tíos desaparecidos.

En el mismo lugar donde la Reina del Arga (Remigia Echarren) se paseaba de orilla a orilla del río a través de una cuerda suspendida en el aire y la ciudad la seguía admirada, allí donde están las pasarelas de la película Secretos del corazón, en ése mismo lugar, el secreto de Isidro –y de Andoni después, que también se escondió por una semana ahí (esa ya es otra historia)–, el Molino de Caparroso y su chimenea, al igual que el reloj de la antigua Estación de Autobuses, se convierten en otro monumento contra el fascismo y la barbarie que azotaron Iruña.

2022-07-22T05:49:03+02:00
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