"Es el peor momento de mi carrera", Dusko Ivanovic dixit. Aunque sus declaraciones de hace una semana tras el partido contra el Maccabi pudieron sonar excesivamente dramáticas, no son para menos, ya que tanto el Baskonia como el técnico montenegrino están viviendo un momento desastroso, ya no solo en cuanto a resultados, sino en cuanto a las sensaciones que transmite el equipo sobre el parqué.
Con el tercer peor balance de la Euroliga y situado fuera de los puestos de play off de la ACB, el Baskonia está a años luz de lo que se espera de un club con su presupuesto y su historia, y su entrenador no consigue dar con la tecla que reinvierta la crítica situación.
Sin embargo, a pesar de que, al sumar solo un triunfo en los últimos siete partidos y caer estrepitósamente contra el Barcelona en un duelo en el que el equipo llegó a ir 41 puntos abajo, la decisión más sencilla habría sido destituir al entrenador, la directiva azulgrana encabezada por Josean Querejeta, de gatillo fácil en otras ocasiones, apuesta de momento por renovar el crédito de Ivanovic y, por una u otra circunstancia, permitirle que dirija al equipo en Gran Canaria.
Son varias las razones que empujan al club a seguir defendiendo a su entrenador en una situación tan delicada como la actual. La principal de ellas es lo que implica la figura cuya continuidad está en cuestión para la entidad. El montenegrino es historia viva del Baskonia y fue el encargado de llevar al club a la gloria tantos años después al conducirlo a ganar la ACB en la temporada 2019-20. Es el técnico que más entorchados ha llevado a las vitrinas de la institución y, además, se ha identificado siempre con los valores y el carácter azulgrana.
Al estar su validez como entrenador más que demostrada, las voces acusadoras se dirigen a la plantilla, que es, a fin de cuentas, la responsable de ganar o perder los partidos. La actitud en los últimos partidos de algunos de los jugadores, que han demostrado una apatía y dejadez impermisible en un club como el Baskonia, deja mucho que desear, y eso exime de parte de la culpa al preparador. Sin embargo, como siempre ocurre, es más fácil cambiar al entrenador que a la plantilla en su totalidad.
Poco margen de mejora
Por otro lado, aunque la organización hubiera estado totalmente decidida a destituir al entrenador, la realidad es que por motivos de calendario la operación era difícil de llevar a cabo tras el partido de Barcelona y puede que haya sido eso lo que ha salvado el pellejo del técnico y prevenido al club de preparar el finiquito.
Entre la visita al Palau y el partido contra el Gran Canaria solo había un día de margen y, de hecho, el equipo ha viajado directamente de la Ciudad Condal a las islas, por lo que no había tiempo ni para incorporar a un sustituto ni para trabajar nuevos aspectos tácticos, además de que no habría sido un gesto elegante dejar a una leyenda como Ivanovic en tierra con el viaje ya organizado.
A ello hay que sumarle la escasa disponibilidad de entrenadores en el mercado a estas alturas de la temporada. La gran mayoría de opciones interesantes para el banquillo tienen en este momento contrato, por lo que habría que abonar un traspaso en caso de querer sacarlos del club que están entrenando actualmente. Por ejemplo, hombres de confianza del club como por ejemplo Perasovic (Unics Kazan) o Pedro Martínez (Baxi Manresa), no están disponibles, por lo que la apuesta deberá ser por alguien menos conocido para los baskonistas.
La mejor solución, evidentemente, sería que el equipo comenzara a levantar cabeza a partir del duelo contra el Gran Canaria, ya que después tampoco hay apenas margen de maniobra con una triple jornada en el horizonte (martes Estrella Roja, viernes CSKA y domingo Andorra). En cualquier caso, vista la imagen contra el Barça, la situación no pinta bien para el bueno de Ivanovic.