Izagirre: "Cada vez que se oye un cohete, un avión, un sonido, si no lo ven, es pánico absoluto"

Este año el viaje de Navidad de Chernobil Elkartea ha pasado a llamarse el viaje de Invierno porque no está siendo un año de celebración para los niños y las niñas de Ucrania. Los menores llegaron ya hace unas semanas a Euskadi, donde se han reunido con sus familias de acogida, tras un tortuoso viaje en autobús con serias trabas en la frontera con Polonia. Estarán en sus casas de acogida hasta finales de enero, una estancia más larga de lo habitual y que ha servido para reunir a los recién llegados con quienes vinieron hace meses a Euskadi huyendo de la guerra.

En Onda Vasca hemos tenido la oportunidad de hablar con Marian Izagirre, presidenta de Chernobil Elkartea y madre de acogida de Vika y Yarik, y con Estíbaliz González que ayuda a sus padres en el cuidado de Nastia y Ana, sus hijas de acogida. Ambas nos hablaban de la fortaleza de estos pequeños que, aunque siempre han tenido ese punto de madurez, en esta ocasión han venido cambiados. "No nos cuentan lo que han visto, no podemos saber lo que han vivido" decía Estíbaliz, pero, "aunque no hablen sabemos que han venido con más miedo" añadía Marian.

Ambas relataban en los micrófonos de Onda Vasca el efecto que los fuegos artificiales, los aviones o las propias sirenas tienen en ellos. "Es increíble, cada vez que se oye un cohete, un sonido, algo que se pueda parecer a un misil o disparo lo tienen que ver, sino entran en pánico absoluto" nos decía Marian por Yarik y Vika y Estívaliz lo secundaba: "Ana y Nastia, como vinieron ya en abril, han sido escolarizadas y el otro día hicieron un simulacro en el colegio y fue un momento duro, la profesora tuvo que intervenir rápidamente diciéndoles que todo es mentira, pero imaginaros, con todo lo que han vivido",

Aún así, este viaje a sus segundos hogares sigue teniendo una función sanadora, en este caso, en el ámbito más emocional ya que los pequeños han podido fundirse en abrazos con amigos que hacía tiempo que no veían y porque, a pesar de todo, el calor, el cariño y estar lejos de las bombas dan a estas fechas ese punto de paz que, desde Chernobil Elkartea, esperan, llegue este 2023.