Jaime Ignacio del Burgo (Pamplona, 1942) acaba de cumplir 80 años. Desde la promulgación del Amejoramiento ha duplicado su edad, pero el rol de la experiencia le mantiene activo. Sigue trabajando como ensayista. En 2022 ha publicado dos libros, que engrosan una bibliografía que ya suma 41 títulos. A del Burgo le gusta contar y hacer uso de su fondo documental. Asegura, 40 años después del inicio del Amejoramiento, que “los Fueros están en plenitud”.
En febrero del 76 comenzó a tomar posiciones con una conferencia sobre el futuro de Navarra.
–El Amejoramiento no nació por generación espontánea. Y la idea no nació a raíz de la muerte de Franco.
¿La venía incubando?
–Sí, yo hice mi tesis doctoral en 1966, sobre la Ley Paccionada y el origen y fundamento del régimen foral. Pretendía analizar si esa ley había sido fruto de un pacto. Si lo era, solo se podía modificar mediante pacto. Demostré que era pacto. Cuando publiqué mi tesis, hice una gran campaña personal en los periódicos de entonces, y eso, en pleno régimen de Franco, reforzaba mucho la posición de la Diputación Foral frente al centralismo del Estado. Cuando murió Franco, planteé qué opciones se presentaban a Navarra en una Constitución autonomista, porque no podía perdurar el centralismo. Básicamente eran tres: seguir como estábamos, incorporarse a Euskadi en un estatuto vasconavarro de autonomía, y lo que yo llamé entonces la reforma foral democrática, con dos objetivos fundamentales: democratizar las instituciones de Navarra, y la que llamábamos reintegración foral. Para algunos era casi volver al Reino de Navarra. Yo decía que era imposible, porque no estábamos en la época medieval ni absolutista, pero sí se podía recuperar para Navarra todas aquellas competencias que no fueran inherentes a la unidad constitucional, el único límite para el desarrollo de nuestros Fueros, en un proceso de negociación pactada con el Estado. Esa propuesta se tradujo en esa conferencia y poco después en la fundación del Partido Socialdemócrata Foral de Navarra.
Que se integró en UCD. Usted se convirtió en presidente de la Diputación en 1979.
–Primero ganamos las Generales del 77, muy importantes, las previas a la Constitución, y gracias a esta establecimos las bases para poder llevar a cabo el Amejoramiento, porque la Disposición Adicional respeta los derechos históricos de Navarra y su régimen foral, y reconoce que solo el pueblo navarro puede cambiarlo. En el gran problema político Navarra-Euskadi, presente desde la muerte de Franco, hubo una solución.
En 1980, supongo que aún le genera dolor, fue destituido.
–Pero antes pasaron bastantes cosas. Nada más llegar, me reuní con el presidente Suárez y acordamos abrir las conversaciones para negociar el Amejoramiento. La Diputación me encargó que redactase las bases de negociación. Las aprobó y se sometieron a la consideración del Parlamento. Es entonces cuando se produjo mi destitución. Fue una maniobra política, una calumnia infame. Nunca fui imputado, ni juzgado ni condenado ni absuelto. Gané los pleitos que le puse al Parlamento, que exigió mi dimisión como presidente y diputado foral, y un recurso contra el acuerdo de la Diputación. El 20 de octubre de 1983 el Tribunal Supremo me repuso en la presidencia. El tristemente célebre asunto FASA sirvió para una campaña personal de acoso y derribo contra mí. Creo que nadie daba dos duros por mi futuro político, pero tenía bien claro que no había cometido absolutamente ninguna irregularidad, ni llevado un céntimo, ni participado en los acuerdos que dañaron a la Diputación, porque me había ausentado del salón de sesiones.
Sin ser el presidente ni estar en el comité negociador del Amejoramiento, negoció con Martín Villa.
–Lo que pasó es que al ser yo presidente de UCD de Navarra y ser el Gobierno que negociaba con Navarra también de la UCD, tenía acceso directo y contacto permanente con los responsables de la negociación, con Martín Villa, que presidió la Comisión hasta finales del 81, y con Arias Salgado, que remató la negociación, porque Martín Villa pasó a vicepresidente y dejó Administraciones Territoriales.
Y porque Arza se reunió con Calvo-Sotelo, quejándose de Martín Villa.
–No, eso no tiene nada que ver.
Pero hubo una reunión.
–Sí, bueno. Vamos a ver. Yo hubiera hecho una variante, porque ya tenía pactado previamente con Pérez Llorca, anterior a Martín Villa, un proyecto diferente. En lugar de definir las competencias de la Diputación, definíamos las del Estado, y todo lo que no fuera del Estado, era Fuero.
¿Martín Villa atascó la negociación?
–No, no, en absoluto. Al revés, creo que hay una imagen sobre él muy equivocada. Hubo cosas que gracias a Martín Villa se rectificaron , y ahí yo tuve un papel decisivo, porque los ministros negociadores no solo me informaban, sino que pedían mi opinión, que estaba siempre basada en la defensa de Navarra y del Fuero, y tenía que hacer catequesis foral con personas que no lo conocían a fondo.
Pero el mandato era una negociación encargada a una comisión.
–Yo formaba parte de esa Diputación, no nos informaban prácticamente de nada, y tenía hilo permanente con el otro lado como presidente de la UCD.
¿Para usted, el mandato de las bases del Parlamento y la negociación de la comisión iban demasiado lejos? ¿Era demasiado ambiciosa?
–No, no, precisamente. En algunos aspectos no fue ambiciosa. Los únicos que defendimos el año 79 en programa electoral el Amejoramiento fuimos UCD. UPN no dijo una sola palabra sobre hacer un nuevo pacto con el Estado, nada. Y el PSOE empezó la Transición diciendo que Navarra debía ser Euskadi.
¿Cuál era su relación con Arza?
–Desde que usurpó el puesto que yo tenía las relaciones no eran precisamente para tirar cohetes.
¿Lo sintió como un usurpador?
–Absolutamente. Me privaron ilegítimamente, contra todo derecho, como lo demostró el Tribunal Supremo que me repuso. Arza fue el beneficiario de la operación política de mi destitución. Hay una cuestión que me parece interesante. Siendo yo presidente, cuando empezó la negociación de Carlos Garaikoetxea con Suárez, hubo una reunión de UCD en la Moncloa. Cuando entré, sonriente, Adolfo Suárez me dijo: ya me ha dicho Carlos que mientras tú seas presidente de Navarra, no habrá paz.
Se lo dijo sonriendo...
–Pero poco después, tuvimos consejo político nacional. Ese día El País publicó que Suárez y Garaikoetxea habían llegado a un acuerdo secreto sobre Navarra. Pedí la palabra, y dije: ya sé que esto es falso, pero pido al presidente que desmienta la información. Salieron Jesús Viana y Arias Salgado a decirme que cómo podía pensar eso. Suárez me dijo: Jaime Ignacio, eres un cabezota, que sepas que ya he dado instrucciones para que se desmienta esa información. Luego supe, porque me lo filtraron, que del grupo cabecero alguien dijo: A ese virrey hay que cortarle las alas. Veinte días después estalló el caso FASA. No sé exactamente quién lo dijo, pero se dijo. ¿Y por qué me llamaron virrey? Porque había recibido oficialmente a Tarradellas en Navarra, el presidente de la Generalidad provisional de Catalunya. Y eso, en las alturas, sentó mal, porque parecía como que me tomaba unas atribuciones sin haberlo consultado. Ese es el origen político de lo que ocurrió.
Se puede pensar que con la certeza de haber sido traicionado por los suyos, actuase por despecho.
–No, en absoluto. Yo distinguía perfectamente las dos cosas.
O pensando en su rehabilitación.
–Perdone... tampoco. Dijeron que había una negociación paralela. Y no, simplemente fue la participación de un partido que tenía representación en el Parlamento de Navarra, y que era fundamental para la aprobación del Amejoramiento, en el interés de que el proceso llegara a buen puerto. Lo único que hizo UCD de Navarra fue apoyar todos los planteamientos de Navarra. Y el resultado fue muy satisfactorio para Navarra. Y hubo cosas que desatasqué, por ejemplo el tema de la Cámara de Comptos, de la que nadie se había acordado en la vida. El primero que dijo que había que restablecerla fui yo en el 76. Luego siendo ya presidente redacté la primera norma, se aprobó, y la puse en vigor. El problema vino con la creación del Tribunal de Cuentas. La solución fue que solo actuara en la llamada responsabilidad contable. Pero no puede investigar las cuentas de Navarra.
¿Qué relación tuvo en esos años con Jesús Aizpún?
–El desentendimiento con él comenzó cuando se abstuvo en la votación final de la Constitución, el momento más trascendental de la nueva democracia española. Nos quedamos absolutamente boquiabiertos. Pusimos en marcha las medidas disciplinarias, pero él se pasó al Grupo Mixto, y poco después las Cortes se disolvieron. Los dos elementos con que justificó su abstención eran golpes mortales para UCD de Navarra. Decía que la Constitución no garantizaba los Fueros, hasta el punto de que hay un acta de afirmación foral navarra del 3 de diciembre de 1978, en vísperas del referéndum. En ese acta aparece su firma junto a la de Carlos Garaikoetxea, la de Patxi Zabaleta e Iñaki Aldekoa, de HB, la del presidente del PNV de Navarra Carlos Clavería y con algún franquista también. La otra razón esgrimida es que la Disposición Transitoria Cuarta nos abocaba indefectiblemente a Euskadi; por lo tanto habíamos traicionado a Navarra. Eso generó la creación de UPN. Pero Aizpún había defendido la Transitoria Cuarta. Está en el diario de sesiones la defensa que hizo en nombre de la UCD. Cuarenta años después no somos Euskadi, y los Fueros están en plenitud. Otra cosa es lo qué se haga con ellos, pero eso es la ley de la democracia.
Convencieron a los socialistas y estos giraron a sus postulados.
–El gran mérito es que siendo el Amejoramiento un proyecto que hasta el año 79 patrocinaba en exclusiva la UCD, conseguimos que se sumaran UPN, el PSOE y el Partido Carlista. La primera vez que debatí con Urralburu fue en el 77 en Radio Requeté, actual Radio Pamplona, al día siguiente de ser elegido diputado y yo senador. Estaba también Manuel de Irujo. Comentábamos el resultado de las elecciones y Urralburu dijo: Yo no quiero Convenio Económico. Quiero que el Estado nos dé la mitad de los ingresos. Le contesté: Gabriel, no conoces lo que es el Convenio, no hables de lo que no sabes. No tenían ni la más repajolera idea de lo que era Navarra. En una revista llamada Tierra navarra, en julio de 1978, Urralburu afirmó: Que Navarra se incline al País Vasco depende de la fuerza que adquiera el socialismo. Están perfectamente unidos los intereses del socialismo y la vinculación de Navarra al País Vasco. Y dijo también : En el partido teníamos un cierto temor de que nuestro electorado no asimilara el que nos inclinásemos a la incorporación de carácter confederal con el País Vasco, pero muy al contrario, vemos que donde constituimos más agrupaciones, que es en la Ribera, se va aceptando la tesis de la incorporación.
¿Un giro posterior tan drástico hizo que la derecha mirara al Partido Socialista como oportunista?
–En ese momento todavía eran marxistas, qué le vamos a hacer. Cuando se produjo mi destitución, Urralburu no quiso hablar nunca conmigo. El PSOE se aprovechó del asunto FASA para darse una vuelta hacia el navarrismo. Estallado el caso, en un comité de los socialistas de aquí le preguntaron a Urralburu si yo era culpable, y dijo: Está más limpio que una patena, pero no podemos dejar de aprovechar esta oportunidad. Por cierto, el día del acto de su toma de posesión, mi mujer le cogió a Urralburu, y en un rincón del despacho presidencial, le dijo: Ahora sabrás lo que significa que te echen de este despacho como a un perro. Ocho años después, cuatro años de cárcel para Urralburu, por corrupción. ¿Qué quiere que le diga?
¿Cuándo ve que la transferencia de tráfico sigue atascada, qué piensa?
–Eso estuvimos a punto de conseguirlo, porque era una de nuestras reivindicaciones, pero solamente nos frenó el tema de ETA.
Pero ahora ETA no existe.
–Ya. Nuestros gobernantes deberían conocer mucho mejor los antecedentes, y creo que no los conocen, ni tienen interés , probablemente. Además, con los socios que tienen, menos. Es evidente que el tráfico debe ser competencia de Navarra, y la Policía Foral ocuparse de ello, lo cual no significa que se interprete que la Guardia Civil sale de las carreteras de Navarra, porque no es así. Debe seguir ejerciendo la función de seguridad que tiene encomendada, y para eso, puede perfectamente montar controles en cualquier parte del territorio de Navarra y nacional, salvo donde hay competencias tan exclusivas y ya la Guardia Civil no hace esas cosas. Lo que no entiendo es que digan que esto va muy bien. En estos momentos, el Gobierno de Navarra está haciendo dejación del deber que tiene de conseguir Tráfico. Plenamente compatible con la presencia de la Guardia Civil en todas las carreteras de Navarra.
“Yo redacté un informe contrario al referéndum”
Recta final de la entrevista con del Burgo sobre el pasado y futuro de la Lorafna.
Una de las críticas al Amejoramiento es que no se sometiera a un referéndum.
–Yo redacté un informe para el Gobierno diciéndole que no procedía el referéndum porque no estábamos haciendo un estatuto de autonomía.
El referéndum habría reforzado una ley de esa dimensión.
–Podíamos haberlo hecho perfectamente, pero tenía un problema. Es el método para crear una comunidad autónoma del máximo rango de autonomía...
O para renovar un pacto anterior y refrendar otra cosa.
–Eso nos conducía necesariamente a que fuéramos considerados como un estatuto más de autonomía, y no lo éramos, porque no estábamos cambiando el estatus. El referéndum desnaturalizaba el Amejoramiento como hecho singular de Navarra.
¿Y ante la posibilidad de una reforma, cuál es su posición?
–Hay materias nuevas, habría que incorporarlas, ahora está de moda en los estatutos poner los derechos sociales, que a veces no aportan nada nuevo, porque están ya en la Constitución, y no se pueden convertir en derechos fundamentales salvo que la Constitución así los considere. Hay algún derecho social que a lo mejor se puede incorporar dadas las nuevas situaciones, pero como tenemos competencia en materia de servicios sociales ahí está todo. Es evidente que ahora con estas llamadas a la reforma, incluso estas jornadas celebradas en el Parlamento organizadas por la UPNA, lo que se pretende es decir que el Amejoramiento del Fuero no fue legítimo porque no fue refrendado.
Pudo latir una idea de déficit pero no de ilegitimidad. Nadie creo que hable en ese término.
–Ya se hace, ya se hace, como diciendo que al no haber sido refrendado por el pueblo no tiene la legitimidad del apoyo popular. Lo cierto es que cuando el pueblo eligió ese Parlamento, sabía que era entre comillas constituyente.
¿La zonificación del euskera, artículo noveno, fue condición de Madrid o cesión de Navarra? ¿O ahí tuvo algo que ver?
–En uno de los borradores no se hacía ninguna matización respecto a la consideración del euskera como idioma propio. UCD de Navarra pidió al Gobierno que se estableciera la cooficialidad en las zonas vascoparlantes, mediante una ley foral. La advertencia estaba firmada por Javier Marcotegui, y reclamaba revisar el texto.