Vida y estilo

Javier Mariscal: “Tienes que aprender a envejecer con dignidad”

El legendario artista multidisciplinar ha presentado en Bilbao su libro Mariscal en Bilbao, donde habla del trabajo que ha desarrollado en el hotel The Artist
El artista Javier Mariscal.
El artista Javier Mariscal. / Oskar Gonzalez

Euskal Herria tiene una esencia muy especial para el artista multidisciplinar Javier Mariscal, que recientemente ha presentado en la capital vizcaina un libro que recoge los trabajos realizados para el hotel The Artist, Mariscal en Bilbao. Del legendario Cobi a las películas Chico y Rita o Dispararon al pianista, pasando por el diseño de este hotel ahora, repasamos a su lado buena parte de su trayectoria.

¿Cuándo descubrió su vena artística? ¿Hubo algún momento que indicara que esta era su vocación?

-Yo soy de familia muy numerosa. A todos mis hermanos les daba por leer, les encantaban los libros de Salgari, de Julio Verne..., de aventuras, y también los tebeos. A mí me costaba mucho leer, era una vergüenza al lado de mis hermanos pequeños. Pero también todo el mundo dibujaba, y yo me agarré al dibujo, y sobre todo me pareció que era algo que me daba mucho placer y me sentía bien. No me sentía nada bien porque todos mis hermanos se burlaban, porque al leer en voz alta me ponía rojo... Me costó aprender a leer y a escribir, y aún cometo muchas faltas o me equivoco. Ahora se sabe que a eso se le llama dislexia, pero en aquella época no. Entonces tú pensabas que eras tonto, aunque sabías que no, pero todo el rato te estás comparando. Y entonces me agarré a eso (el arte), y como me lo pasaba muy bien... Mi padre me decía: “Estudia lo que quieras, luego ya eres catedrático y por la tarde haces dibujitos”. Yo vi muy claro que por las mañanas también. Es lo que siempre me ha interesado, que me paguen por divertirme. Y sobre todo es que tampoco piensas qué quieres hacer. Yo soy de una generación que en los 60 descubrimos un movimiento maravilloso y queríamos cambiar el mundo. Nos dejábamos las melenas muy largas, descubrimos lo que era fumar sustancias muy graciosas y tomar LSD, viajar a Ibiza, a Marruecos... Queríamos romper con todo y de hecho lo rompíamos. 

Siempre me ha interesado que me paguen por divertirme

Barcelona, su ciudad, es cuna de artistas. ¿Se convirtió también en su musa?

-Yo siempre dibujo lo que tengo delante. Barcelona en los 70 sí que era una ciudad muy potente, pero muy gris. Era como una señora mayor desarreglada, en bata, y con zapatillas de ir por casa. Entonces, de alguna manera había que encontrarle la gráfica a Barcelona. Porque además Barcelona es muy gráfico, muy limitado. Yo creo que el diseño funciona porque siempre tienes que hacer muchos límites. En cambio, Madrid es como Los Ángeles, está en mitad del desierto y puede crecer lo que quiera. Barcelona tiene ríos, el mar y el Tibidabo.

¿Cómo definiría Bilbao?

-Bilbao en los 70 también era... Yo recuerdo mucho la primera vez que pisamos el País Vasco que dije: “Uy, estamos en otro territorio”. Es como de cuento. Para un valenciano, ver todas las montañitas y que se comía bien en todas partes, que la gente era superamable... Cuando me encargaron este hotel, la zona industrial de la ría vi que había sufrido un gran cambio. La ría en los 70 era de color rojo, y se ha ganado muchísimo. La idea de crear el Guggenheim fue fantástica. Era la guinda de un proyecto de cómo hacer que esta ría vuelva a reír como ahora. Ahora la ría se sonríe. Me gusta mucho, siempre que vengo hago el trayecto y voy hasta el Casco Viejo, y ahora Bilbao es como de sueño. Todo está pulido, limpio, agradable... Hace poco hice un viaje en carretera de Barcelona a Galicia pasando por Bilbao, y recorrer toda esta autopista que va por el Cantábrico... Claro, nosotros los del Mediterráneo pensamos que tenemos un mar, pero el día que descubres el Cantábrico te das cuenta de que lo nuestro es un laguillo de nada (risas).

Aquí, en el hotel The Artist, ha creado una ambientación protagonizada por las iluminaciones tenues en contraste con los vibrantes colores de sus obras. ¿El interior del hotel es un reflejo de su exterior?

-En un hotel es importante acoger, es como un abrazo. Y si funciona tan bien este hotel no es por la decoración, sino por la gente que lo lleva. Aquel camarero, aquella cocinera que te da un abrazo..., aquí desde el principio en este hotel hemos tenido la suerte de que se ha creado un gran equipo. Yo lo que quería hacer aquí era un sitio agradable. Cuando estás de viaje está muy bien encontrar un sitio que te acoja, y teníamos la gran referencia de que estábamos delante de una mala bestia, de algo que tiene una identidad potentísima, que es el museo Guggenheim. 

No hay mejor espacio, sin duda, para presentar su libro Mariscal en Bilbao. Pero, ¿qué le depara ahora el futuro?

-El futuro es un lugar común, pero trato de vivir el presente. Yo he estado siempre con niños y notas mucho que están viviendo ahora mismo. Entonces, no lo sé. No lo pienso mucho, y menos ahora. Yo ahora estoy viviendo fuera de Barcelona, en el campo, en mitad de la montaña. Y cerca hay mucha gente que se retira, que son jubilados. Cada mes o año que cumples ves los cambios. A mí me gusta mucho cultivar el huerto y ahora he tenido un accidente de moto y he estado meses para recuperarme. 

¿También es motorista? 

-Voy con la Vespa por Barcelona. Yo no sé conducir un coche por la ciudad. Y notas que en el futuro cada vez tendrás menos fuerza, menos flexibilidad... Esto me lo digo a mí todos los días: “Tienes que aprender a envejecer con dignidad, no molestar demasiado a los demás”. Me gustaría muchísimo llegar al día en que tenga una pastillita o algo y decir: “Gracias, os quiero mucho. Lo he pasado muy bien”, tomártela y adiós, no molestar. Sobre todo no molestar, y menos a tus hijos. Yo veo gente que dice: “No, ahora toca que me cuiden”. No, creo que es básico que seas tú autónomo siempre. Lo primero que un niño tiene que aprender es a llenar la nevera, vaciar la basura, y aguantar un fin de semana solo, aburrido. Entonces, a partir de ahí puedes ir funcionando por la vida. Y de mayor lo mismo, no molestar y disfrutar de la vida. 

Personal

Ser un artista multidisciplinar encierra muchas cosas. Tanto es así que el valenciano Javier Mariscal es famoso no solo por sus obras, sino también por haber diseñado la legendaria mascota de las Olimpiadas de Barcelona 1992, el famoso Cobi, por sus películas -Chico y Rita, nominada incluso a un Oscar, y Dispararon al pianista-, e incluso por sus diseños de interiores. En el campo del interiorismo destaca el trabajo del hotel The Artist, situado frente al Guggenheim de Bilbao, un espacio donde el arte llama al arte y donde se combina una iluminación tenue en las estancias con los vibrantes colores de sus obras. Entre risas confiesa el artista que durante la inauguración del hotel fueron muchas las personas que le felicitaron, e incluso una mujer le agradeció que las camas no tuvieran forma de Cobi. La palabra libertad podría describir a la perfección la trayectoria dentro y fuera del estudio de Mariscal, un artista que siempre se ha guiado por su propio instinto.

2025-03-09T19:44:18+01:00
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