Javier Tajadura: "Los dueños del supermercado no pueden obligar al cliente a que use mascarilla"

Muchas empresas aún dudan de cómo actuar con la mascarilla en los centros de trabajo. En ONDA VASCA hemos consultado con los expertos. En este caso es Javier Tajadura, catedrático de Derecho Constitucional de la UPV/EHU el que nos despeja algunas incógnitas.

¿Hay que llevar la mascarilla si la empresa lo decide?

Sí. Es una de las dudas menores. Lo que ha hecho la nueva normativa es cambiar el criterio. Antes era de obligatoriedad y ahora es el contrario. Ya no hay que llevar salvo en casos excepcionales. En materia de trabajo, el empresario para proteger la salud del trabajador puede imponerle una serie de obligaciones, no arbitrarias sino justificadas. 

Por ejemplo, las empresas de construcción que obligan a los albañiles a llevar casco. No es por fastidiar, está justificado porque el casco protege en una eventual caída. Por la misma razón, empresas donde no haya condiciones de ventilación o los trabajadores estén muy próximos, se podría justificar al amparo de la legislación de salud laboral, la obligación de llevar mascarilla.

Lo que pasa que algunos dicen que se crea una inseguridad jurídica porque cada departamento de seguridad laboral puede tener criterios distintos. Podría el decreto haber precisado esos criterios. Pero eso ha quedado al sentido común. 

Un trabajador de cara al público que lleva mascarilla porque su empresa lo ha decidido. Un bar, una tienda....¿le puede obligar a un cliente que entra a ponérsela?

No. Ese es el cambio que establece la normativa. Antes el que entraba a comprar al supermercado o a la oficina tenía que entrar con mascarilla. Pero ahora la nueva normativa impone esa libertad general para los usuarios. A una persona que entra a un supermercado, no se le puede obligar porque no hay base legal. 

¿Hasta dónde llega el derecho de admisión respecto a la mascarilla?

Yo creo que resultaría forzado. En discotecas, algunos locales se puede seguir una etiqueta, etc...pero forzarlo aquí en la medida en que justamente en la restauración ya te lo quitabas para consumir, con lo que era donde menos justificado estaba. Era una medida más teatral y simbólica.