“Siempre ha habido agresiones sexuales, pero ahora hay más por parte de menores, y más ataques grupales”. Así lo asegura el psicólogo forense Javier Urra, que analiza el incremento de este tipo de delitos en jóvenes, así como la motivación que lleva a los agresores a grabarlo en vídeo, para posteriormente compartirlo. Y es que asegura que “vivimos en una sociedad que todo lo hace espectáculo”. Además, el psicólogo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid sostiene que compartir los vídeos de las agresiones sexuales tienen una clara motivación: Saben que tendrán el beneplácito de otros”. Aunque puntualiza que no será la mayoría, sino un grupo minoritario, “los agresores sexuales que graban el ataque saben que obtendrán el aplauso de otros muchachos”.
De hecho, en el caso de la agresión a una niña de 11 años de Badalona denunciada a principios de marzo, donde un grupo de siete jóvenes, algunos menores de 14 años y por lo tanto inimputables, agredieron sexualmente en los baños de un centro comercial y grabaron la agresión con el móvil.
Decenas de personas lo vieron, y nadie lo denunció, hasta que el vídeo llegó a manos del hermano de la víctima, quien alertó de lo que estaba pasando con su hermana, cuando supo del vídeo que circulaba entre sus compañeros.
No es la única ocasión en la que ha ocurrido esto. Por eso, Urra recuerda el caso de la agresión grupal de La Manada, que coincide en dos características: una agresión grupal, y grabada. “El caso de La Manada fue un antes y un después, pero también fue un ejemplo”, sostiene.
Menos responsabilidad
El psicólogo navarro hace hincapié en que cada vez más hay más agresiones grupales, algo que se ha repetido en los últimos delitos sexuales registrados por parte de menores en los últimos meses, un hecho que ha disparado las alarmas de los expertos. Y es que como señala Javier Urra, hacerlo de manera grupal hace que no se responsabilicen. “Lo hacen entre cuatro o cinco, y como es entre varios no se sienten tan responsables”, sostiene.
Aunque destaca que es uno de ellos el que tiene el ataque premeditado, aunque luego lo lleven a cabo entre varios. “Lo hacen como si fuera un juego”, asegura Urra.
Y como lo hacen entre cuatro o cinco, “pues uno le toca, cada uno hace una cosa… Lo hacen y lo diluyen luego en una tarea grupal, porque no quieren tener una responsabilidad”. Es lo que suele ocurrir, según Urra, que asegura además que es habitual que se trate de atenuar la responsabilidad con el consumo de alcohol. “Todo esto luego se reviste de beber mucho vino, tomar algo más, pero está todo pensado, estaba premeditado”, sostiene.
De hecho, en esa falta de responsabilidad y consecuencias de cometer un delito se centra un estudio realizado en una universidad de Nueva York que menciona el psicólogo a este medio. Y es que según expone, “preguntaron a universitarios de centros buenísimos: ¿Tú violarías si tienes garantía total de no ser detenido?”, pregunta a la que casi el 50% del alumnado contestó que sí. “Sienten placer de hacer algo contra la voluntad del otro”.
“El riesgo de reincidencia de un violador es altísimo siempre”, apunta Urra. Algo que no cambia por ser privado de libertad o no. Así alude al hecho de que los menores de 14 años sean inimputables, algo en lo que se ha puesto el foco en las últimas semanas tras las agresiones sexuales ocurridas en el Estado.
Sin embargo, recuerda que el que no haya responsabilidad penal no significa que “no se haga nada con ellos”. Ya que explica que “tienen que ir a cursos de formación”. Sin embargo, es consciente de que un sector de la ciudadanía reclama bajar la edad de responsabilidad a los 12 años, algo a lo que el experto psicólogo no se opone.
Así, apunta que aunque “es malo que la sociedad se considere indefensa”, también lo es “saber que ya un niño de menos de 14 años, ha habido alguno ahora que tenía 11, que ha participado”. Y es que sostiene que la ley se hizo en el año 2000, por lo que han pasado más de dos décadas, pero “estamos viendo que la situación está empeorando”, por lo que no se opone al hecho de bajar la edad a la que puedan se imputables.
Y da un ejemplo sobre la problemática social a la que se enfrenta la sociedad: una ocasión en la que en Madrid, donde ejerce de psicólogo forense, vio un caso de un niño de tan solo ocho años que obligó a una niña a hacerle una felación. Al explicar por qué lo había hecho, le contestó que “era porque ella era una puta”.
Por eso, insiste en que lo importante en la parte educativa, y no tanto la punitiva. Así, explica, dando un ejemplo “esto es como si para mejorar las estadísticas de muertos en las carreteras lo que hacemos es construir más hospitales. Esa no es la solución para el problema. Se trata de que la gente conduzca correctamente, sea respetuosa”, zanja el psicólogo.